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Así vivieron mis hijas su primer paseo después de pasar 50 días sin salir de casa

Claudia Astorino, de 12 años, posa en una calle solitaria frente a un centro comercial en el norte de Madrid en su primera salida de casa después de 50 días en cuarentena absoluta. (Foto Mariángela Velásquez)
Claudia Astorino, de 12 años, posa en una calle solitaria frente a un centro comercial en el norte de Madrid en su primera salida de casa después de 50 días en cuarentena absoluta. (Foto Mariángela Velásquez)

Desde la noche anterior lo teníamos claro: el domingo 26 de abril saldríamos después de 50 días sin salir de casa.

La cuarentena en nuestro hogar comenzó un poco antes que la del resto de los españoles. Mi hija Claudia, de 12 años, enfermó el domingo 8 de marzo con fiebre alta, decaimiento, dolor de garganta, dolor en las articulaciones y las extremidades y desde entonces no había salido de nuestro piso de 80 metros cuadrados en el norte de Madrid.

El gobierno de España estableció parámetros específicos. Pueden salir niños menores de 14 años acompañados por uno de sus padres o un cuidador autorizado.

Cada padre debe decidir en qué dirección echar a andar, siempre y cuando no se aleje más de un kilómetro a la redonda de su domicilio, no se tarde más de una hora y no lleve más de 3 niños. Los chiquillos pueden llevar patinetas, patines, bicicletas y pelotas pero está prohibido interactuar con los amigos.

El mundo que Claudia y yo encontramos afuera era muy distinto al que dejamos hace 7 semanas. La calles de la Dehesa Boyal, en San Sebastián de los Reyes, a las 14:00 estaban vacías, incluso las que rodean el almacén de descuentos de marcas famosas, que los fines semana se llena a tope.

Caminamos frente al centro comercial sin tener que esquivar aglomeraciones. En la acera del frente vimos a un padre que paseaba con sus tres niños y, desesperado, gritaba a su hija mayor porque iba demasiado rápido en su bici y no podía alcanzarla.

Vera, una amiguita del edificio, paseaba unos 20 metros más arriba con el papá y, al alejarse, se volteó a saludar.

Luego seguimos por senderos en unos terrenos baldíos.

Claudia sintió "unas agujetas" en la planta del pie. La invadió la extrañeza de desplazarse por sus propios medios. Tener los pies planos y no haber caminado más de 12 metros lineales seguidos en casi dos meses no le sentó nada bien. Pasó de tener una agenda semanal repleta de actividades académicas, deportivas, salidas con las amigas y encuentros familiares a permanecer todo el día en una pequeña vivienda sin patio ni balcón.

A pesar del dolor en sus pies, Claudia siguió andando, consiguió el aire más limpio y agradeció la llegada de la primavera porque "la naturaleza no para aunque nosotros estemos en casa".

El turno de Sofía

Mi hija Sofía, que en dos semanas cumple 10 años, salió luego con el papá.

Los preparativos de Sofía tardaron más tiempo porque tuvimos que ajustar la mascarilla de adulta a su pequeño rostro.

Como la norma no permite la salida de grupos familiares, decidimos dividirnos en dos parejas.

Sofía y Alessandro tomaron un ruta más silvestre. Cuando Sofía fue por última vez a la escuela, el 9 de marzo, todavía llevaba su abrigo largo para protegerse de las bajas temperaturas, pero el domingo salió con un suéter ligero porque la cuarentena nos agarró al final del invierno y ya es primavera.

A mi niña le sorprendió que el frío había pasado y que "estaba todo muy verde".

El jadeo de su respiración al caminar por una pequeña cuesta muestra el impacto de la falta de ejercicio en su resistencia física. Antes de que la pandemia llegara a cambiar nuestras vidas, Claudia y Sofía entrenaba 4 horas semanales de taekwondo y al menos 3 de voleibol. Ahora su actividad física se limita al ejercicio que pueden hacer dentro de una habitación que vaciamos para tener espacio para movernos.

El paseo de Alessandro y Sofía duró exactamente una hora. Salieron a las 19:03 y regresaron a la hora de los aplausos de los vecinos en agradecimiento a las personas que salen a trabajar en los servicios esenciales durante la pandemia.

Polémicas y faltas

Desde que comenzó el Estado de Alarma en España el 14 de marzo, pocas medidas han causado más incomodidad en la opinión pública que el tema de los paseos infantiles.

El primer revuelo ocurrió cuando la portavoz de La Moncloa, María Jesús Montero, anunció que se daría un alivio a las familias en cuarentena al permitir desde a los menores de 14 años salir con adulto a las actividades permitidas en el estado de alarma, como ir al banco, a la farmacia y a comprar alimentos, pero descartaba la posibilidad de salir a pasear y jugar.

Las redes sociales fustigaron la decisión y algunos expresaron su descontento con caceroladas en los balcones. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, rectificó pocas horas después y permitió a los muchachos salir a ejercitarse en compañía de sus guardianes siempre y cuando respetara las medidas sanitarias esenciales, como mantener una distancia de seguridad de al menos dos metros con otras personas.

También está prohibido el uso de parques infantiles para evitar los contagios en toboganes y columpios y el uso de canchas deportivas.

Pero la oposición más fuerte vino de las personas que se oponen rotundamente a que los niños vuelva a salir.

Y esa reticencia fue reforzada por el comportamiento que tuvieron algunas familias durante su primer paseo.

Muchas ciudades españolas tienen una alta densidad de población y es prácticamente imposible salir a la calle sin toparte con otros. Pero, sumado a eso, en algunos lugares el carácter gregario de los españoles pudo más que el peligro al contagio y circularon imágenes de personas que no respetaron el distanciamiento social.

Las redes sociales también publicaron fotos y videos de niños sin compañía jugando partidos improvisados de fútbol. La indignación de algunos por la salida desordenada de los niños y padres fue tal que el hashtag #subnormales permaneció durante horas como una tendencia el twitter.

El Ayuntamiento de València advirtió que sancionará a los que incumplan la limitación del movimiento de persona.

Los que se oponen a la relajación de la cuarentena aseguran que la salida de los niños será catastrófica y que dentro de dos semanas España verá un repunte de los contagios.

Otros alegan que se trata de un experimento social con algún oscuro objetivo de las autoridades y que los incautos que salgan se contagiarán.

La ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, recordó a la prensa que "es un derecho de los niños" salir a dar un paseo a la calle y que el ejercicio de ese derecho debía ser “compatible con esa llamada a la responsabilidad". Pero recalcó a los padres que "no hay que olvidar nunca que estamos ante un virus peligroso".

Lo que hacen otros

El confinamiento total de la población fue una medida extrema asumida por el gobierno de Pedro Sánchez después de detectar que la transmisión del Sars-Cov-2 en España había ocurrido inadvertidamente desde febrero y que debía frenar los contagios. Hoy es el segundo país del mundo con mayor número de contagios confirmados.

Otros países europeos también frenaron el aparato económico pero nunca prohibieron las salidas restringidas.

Alemania no ha impuesto prohibiciones sino restricciones de circulación. Aunque cerró los centros de enseñanza, comerciales y de ocio nunca restringió la salida de las personas a realizar actividades físicas.

Francia sí decretó el 17 de marzo el confinamiento de la población pero ha permitido la salidas diarias a pasear y ejercitarse, con estrictas medidas de seguridad. Por ejemplo, los corredores parisinos deben entrenar antes de las 10:00 y después de las 19:00.

Gran Bretaña también clausuró todas las actividades públicas desde marzo pero permite las salidas diarias a ejercitarse y tomar aire fresco.

Recomendaciones

España asumió la postura de otros países europeos y decidió permitir las salidas, advirtiendo que todavía el país está en cuarentena y que aún falta mucho para regresar a algún tipo de normalidad.

En la Guía rápida sobre la salida de los niños durante el confinamiento, la psicóloga Sabina Serrano afirma que los niños no son los grandes contagiadores como se ha afirmado, sino que los niños pueden contagiarse más al tocar los botones de ascensor, las barras de las escaleras, las manecillas de las puertas, los interruptores de luz y después llevarse las manos a la cara.

Durante la salida, Serrano recomienda mantener la calma, no asustarnos si los niños tocan algo y llevar gel hidroalcohólica para ir limpiándolo, no gritar, amenazar ni enojarnos con el niño si actúa como un niño y alejarnos de otras personas con calma, sin alarmarnos.

"Recuerda que queremos cuidar su salud mental, no estresarle y crearle traumas que puedan degenerar en fobias o miedos a salir a la calle o a otras personas", dice Serrano en su guía.

La psicóloga también sugiere informar a los niños sobre el paseo y por qué lo haremos para que colabore y disfrute al gestionar sus propias expectativas.

Pero esa información no debe transmitirse la noche anterior porque pudiera ponerse nervioso y pudiera interferir con su descanso.

Otra sugerencia es simular la salida jugando o a través de un cuento. Así ensayará sus acciones y estaré menos tenso.

En el caso de los más pequeños es recomendable cansarlo antes de salir, con algún juego que involucre saltar o correr dentro de casa y luego una actividad tranquila como pintar. La idea es que el niño salga a la calle calmado y sin exceso de energía.

Sabina dice que cada padre debe tomar libremente la decisión si desea a salir a pasear o no con sus niños, dependiendo de las características personales del niño y del espacio que tenga en casa para ejercitarse.

Mis hijas, mi esposo y yo seguiremos saliendo a caminar un rato mientras lo permitan las normas sanitarias. Estamos convencidos de que se trata de una nueva realidad y que debemos enseñar a las niñas a desenvolverse en la calle minimizando los riesgos del contagio.