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Así identifican en China a cada uno de sus 1.4 mil millones de ciudadanos

Policías chinos identifican con una cámara de reconocimiento facial a una manifestante. (Getty Images)
Policías chinos identifican con una cámara de reconocimiento facial a una manifestante. (Getty Images)

China está a la vanguardia del control obsesivo de su población y cumple religiosamente con guiones que fueron ficción en películas, series de televisión y libros, esos que en ocasiones presenciamos con algo de espanto. Si el mundo de las letras y las artes predijeron que la ciudadanía sería evaluada a diario por su comportamiento y que eso se traduciría en un sistema de créditos sociales con el que se les premia o castiga dependiendo de su puntuación, China lo ejecuta sin complejos.

Para ello es necesario que el gigante asiático haya creado una infraestructura de control infalible que permita monitorear cada movimiento de los más de mil millones de personas que pueblan el país. Fácil no es, pero la palabra imposible no tiene hueco en el vocabulario ni en los actos de los chinos.

Un hacker holandés accedió a bases de datos de las autoridades chinas y descubrió que conocen desde los movimientos hasta los detalles más íntimos de dos millones y medio de ciudadanos que forman parte de la etnia musulmana minoritaria Sinkiang, territorio chino ubicado en el noroeste del país.

Una cámara de seguridad en Beijing, China. (Getty Images)
Una cámara de seguridad en Beijing, China. (Getty Images)

La tela de araña cuenta con varias redes. Por un lado, la colaboración obligada de empresas tecnológicas que deben compartir con el Gobierno los datos que acumulan de sus usuarios. Así reconocen sus movimientos en línea, sus gustos, esa vida que solemos mantener para nosotros se convierte en objeto de análisis. Compañías como Alibaba y Zhima entre otras son controladas por el Gobierno para no perder detalle de lo que sus clientes compran. Claro, los que gastan en pañales suelen tener un sentido de la responsabilidad mayor que los que adquieren videojuegos violentos.

También colocan ‘topos’ como administradores de grupos de chats para controlar a potenciales criminales e incluso las autoridades obligan a la ciudadanía a descargarse aplicaciones desde las que pueden acceder a sus celulares para ver fotos, vídeos, archivos de audio etc.

Un robot policía capaz de identificar los rostros de ciudadanos de China. (Getty Images).
Un robot policía capaz de identificar los rostros de ciudadanos de China. (Getty Images).

A partir de ahí, la estructura de control se completa con millones de cámaras repartidas entre el país y unas técnicas de reconocimiento facial tan avanzadas que son capaces de reconocer a individuos en grandes aglomeraciones. La efectividad es de un 99 por ciento y se ejemplificó, como publicó la agencia de noticias, Xinhua, con la detención de un sospechoso de robo durante un concierto al que asistieron 60 mil personas. Un reportero de la BBC realizó el experimento y tardaron en reconocerle siete minutos entre una gran multitud de personas, ya que, además, la Policía cuenta con unas especiales que sirven para identificar a sospechosos con una tecnología capaz de localizar a una persona sobre 10 mil en 0.1 segundos, según publicó The Wall Street Journal.

Robots policías en lugares públicos que reconocen rostros, registros esporádicos de celulares para comprobar qué tipo de contenido tienen los viandantes, monitorear las interactuaciones en redes sociales, la ristra de métodos para no perder detalle de sus ciudadanos es tan numerosa que escapar del exhaustivo control parece una misión imposible. Aunque hay un hombre, Zou Chengfeng, que fue capaz de escapar de las garras del Gobierno chino.

Formación de policías en Beijing, China. (Getty Images)
Formación de policías en Beijing, China. (Getty Images)

Su delito fue el de educar a la población sobre cómo burlar la censura que imponen a internet. Chengfeng instruyó a alrededor de 150 mil personas para acceder a la información que llega de fuera de las fronteras de China, régimen que también pretende tener un control absoluto sobre las noticias que se difunden. Por supuesto las externas no tienen hueco. Por eso, este fugitivo creó tutoriales para los que quisieran salirse de la norma. Fue interrogado y le amenazaron a él y a su familia. Finalmente pudo escapar a Estados Unidos, donde busca asilo político.

Su caso es como encontrar una aguja en un pajar en un país cuyos ciudadanos viven bajo una opresión muy difícil de superar.

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