En el ascenso de Coinbase, un recordatorio: las criptomonedas usan mucha energía

La valla publicitaria de Nasdaq en Times Square en Nueva York le da a la bienvenida a Coinbase el miércoles 14 de abril de 2021, antes de su debut en el mercado bursátil. (Gabby Jones/The New York Times)
La valla publicitaria de Nasdaq en Times Square en Nueva York le da a la bienvenida a Coinbase el miércoles 14 de abril de 2021, antes de su debut en el mercado bursátil. (Gabby Jones/The New York Times)

El debut en el mercado bursátil de Coinbase, una empresa emergente que facilita la compra y venta de criptomonedas como Bitcoin, es un momento crucial para el dinero digital.

También amenaza con afianzar una tecnología que deja una huella ambiental enorme.

Las criptomonedas usan la tecnología de la cadena de bloques, la cual depende de computadoras especializadas que resuelven ecuaciones complejas a toda prisa, para realizar trillones de intentos por segundo a fin de verificar las transacciones. Esta práctica, llamada “criptominado”, hace que las monedas sean tan demandantes de energía.

Investigadores de la Universidad de Cambridge estiman que el minado de Bitcoin, la moneda más popular basada en la cadena de bloques, usa más electricidad que países enteros como Argentina.

“Todo esto representa muy pocas de las transacciones totales en el mundo, pero tiene la huella de carbono de países enteros. Así que imagínate si despega: arruinará el planeta”, comentó Camilo Mora, climatólogo de la Universidad de Hawái, campus Manoa.

En un controvertido artículo de 2018, se arguyó que las emisiones de Bitcoin bastaban para superar el objetivo de 2 grados Celsius de calentamiento global establecido en el Acuerdo de París, un nivel superior de aquel con el que el mundo experimentará efectos cada vez más catastróficos de cambio climático, según las advertencias de los científicos. (Desde entonces, algunas de las conjeturas del artículo se han proclamado implausibles).

No obstante, la pesada factura ambiental de las criptomonedas está comenzando a enturbiar las políticas climáticas.

En un nuevo artículo publicado este mes, unos investigadores advirtieron que, de no vigilar el minado de Bitcoin en China —donde ocurren dos terceras partes del minado de la cadena de bloques en el mundo, según estimados—, se podría dificultar el cumplimiento de los objetivos climáticos del contaminador más grande del mundo.

Hace poco en China, la región de Mongolia Interior anunció que iba a tomar medidas para prohibir la práctica, porque estaba obstaculizando los esfuerzos de la provincia por cumplir las nuevas metas de emisiones de carbono que estableció el gobierno nacional. Irán también se ha vuelto más estricto con el minado de Bitcoin, al llamarlo una carga para su red eléctrica, después de que una serie de apagones afectaron a Teherán y otras ciudades importantes a inicios de este año.

En su sitio web, Coinbase califica de “mito” la noción de que Bitcoin es malo para el medioambiente. Señala que, según investigaciones de la industria financiera, el consumo de energía de la moneda digital es trivial en comparación con la banca tradicional. Sin embargo, aunque está aumentando el uso de las criptomonedas, siguen representando tan solo una fracción de las transacciones globales.

Alex de Vries, quien monitorea el uso de la criptomoneda en el sitio Digiconomist, estima que, por ejemplo, para procesar cada transacción de Bitcoin se requieren decenas de miles de veces más electricidad que en cada transacción de tarjetas de crédito Visa.

El enorme consumo de energía que necesita el minado de Bitcoin se debe en gran parte a su dependencia de la llamada “prueba de trabajo”: un método computacional que fue diseñado a propósito para ser ineficiente al momento de mantener las monedas transparentes y descentralizadas.

La prueba de trabajo obliga a los mineros a competir por resolver acertijos criptográficos en una carrera intensa de prueba y error y sus computadoras juntas realizan más de 160 trillones de intentos por segundo para producir un nuevo bloque. Esta competencia mantiene a una cantidad inmensa de computadoras a funcionando máxima velocidad, las 24 horas del día y en todo el mundo.

“El mecanismo de la prueba de trabajo es medio ilógico”, opinó Susanne Köhler, investigadora de la Universidad Aalborg en Dinamarca, quien ha llevado a cabo análisis del ciclo de vida de la tecnología de la cadena de bloques. “Aunque las máquinas se están volviendo más eficientes, la red no reduce el consumo de energía”, porque debe haber una competencia de una cantidad de mineros que no deja de crecer y esto produce cada vez más acertijos.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2021 The New York Times Company