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A Ascensión la ha jubilado la falta de clientes por la despoblación y no sus 104 años

Ascensión Ramón vive en Bárcena de la Abadía, una pedanía de la comarca de El Bierzo que hace años perdió su escuela y hace solo unos días acaba de ver cómo echaba el cierre el único bar abierto que quedaba en la localidad. Ella, a sus 104 años, era quien lo regentaba. Dice que lo deja por varias razones, pero que una de ellas es la despoblación y la falta de clientes. Con las minas como sustento del pasado, sus poco más de 100 habitantes censados buscan ganarse el pan fuera.

A sus 104 años, Ascensión Ramón acaba de cerrar su bar en la comarca de El Bierzo, pero asegura que en su casa “siempre habrá un trago para compartir”. (Foto: Getty Images)
A sus 104 años, Ascensión Ramón acaba de cerrar su bar en la comarca de El Bierzo, pero asegura que en su casa “siempre habrá un trago para compartir”. (Foto: Getty Images)

Desde que tiene uso de razón, esta centenaria leonesa ha estado detrás de la barra de un bar que ha tenido muchos nombres y que ha dicho adiós como La casa de Ascensión. Recuerda que con cuatro años ya trasteaba por allí, cuando sus padres lo regentaban. Después se casó y se lo dejaron a ella y a su marido. Ahora, un cartel de ‘cerrado por jubilación’ anuncia que ya no se servirán más cafés ni esas “copinas de orujo” que los mineros se tomaban de camino a ganarse el jornal para “para quitar las telas de araña de la garganta”, como cuenta a InfoBierzo.

Ascensión recuerda aquellos tiempos en los que los hombres del pueblo pasaban por su bar para beber antes de meterse de lleno en la negrura de la mina, rememora el hambre que se pasaba. Lo malo, pero también lo bueno. Cuando había tantos niños en el pueblo que la maestra tenía que dividirlos en dos turnos. Sin embargo, ahora, sin escuela, los únicos tres menores que hay van al colegio a otro pueblo.

Con ese discurso a veces filosófico que se gastan quienes han dedicado su vida a trabajar de cara al público, esta centenaria habla de su bar, de los bares en general, como un “lugar de encuentro de vecinos y forasteros, lugar de tertulia, entretenimiento, de diversión, en el que se comparten las alegrías y también las tristezas, válvula de escape que se convierte en lugar de terapia”. Declaraciones que ha hecho al citado portal de noticias local.

Ella, que enviudó a los 45 años y tuvo que tirar para delante con sus siete hijos, asegura que se encuentra en “plena capacidad física y mental” como para seguir trabajando. Pero como reconoce en el espacio que ayer le dedicaron en el telediario de Antena 3, la falta de clientes al final ha sido determinante en su decisión.

Atrás quedan esos tiempos en los que había hasta siete bares en el pueblo. Es suyo, “muy alegre siempre” y en el que “se hacían bailes y teatros” ha sido el último en despedirse. “Hago memoria y recuerdo que hemos pasado tiempos difíciles, años de miseria, de guerras, de hambruna, posguerra, crisis… épocas buenas y no tan buenas”, reconoce. Para sus clientes y paisanos solo tiene palabras de agradecimiento.

No así para los de más arriba. “Los bares en poblaciones pequeñas no pueden soportar los mismos impuestos y exigencias como si estuvieran en la misma plaza Lazúrtegui [en Ponferrada] o en la Puerta del Sol”, reivindica.

En España, según datos de finales de 2018 recogidos por Público.es, un 60% de los ayuntamientos tienen menos de mil habitantes. Y Castilla León, comunidad autónoma a la que pertenece el pequeño pueblo de Ascensión, es una de las más afectadas por la despoblación. En ella, más de 2.000 localidades no llegan al millar de vecinos. Eso supone el 89% del total. Bárcena de la Abadía es uno de ellos.