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El 'padre' ideológico de la política económica de Trump defiende a los indocumentados

Arthur Laffer, en una foto de archivo. (AP)
Arthur Laffer, en una foto de archivo. (AP)

PABLO PARDO – Nashville, Estados Unidos

Arthur Laffer, el padre de la llamada Economía de la Oferta – la teoría económica que sigue Donald Trump con su plan de bajar los impuestos para estimular el crecimiento – se opone a la política de inmigración del presidente.

Los inmigrantes en EEUU de México – no los de Oriente Medio, sino los de México – son la mejor gente del mundo. Son trabajadores de gran calidad, que cuestan poco, y que defraudan en sus impuestos. ¡No puede haber nadie mejor!”, comenta Laffer en la sede de dos de sus empresas, Laffer Investments – que gestiona unos 1.500 millones de dólares – y Laffer Associates, especializada en análisis de mercados.

Aunque Laffer apoya la política fiscal de Trump, sospecha del proteccionismo del Presidente de Estados Unidos y, sobre todo, de su actitud hacia los inmigrantes de Latinoamérica. Y concluye en que toda la discusión sobre la inmigración ilegal “es, en lo que a mí respecta, un debate ficticio”.

El fundador de la llamada Economía de la Oferta y autor de la Curva de Laffer – una representación gráfica que trata de demostrar que a partir de un cierto nivel de impuestos la recaudación cae –, es un provocador nato. Y, a sus 76 años, muy bien llevados, no ha cambiado. Con respecto a los ilegales, afirma que “el mayor error que se podría cometer con ellos sería hacerlos legales y permitir, por tanto, que pudieran recibir ayudas del Estado. Eso los destruiría, como destruye a todo el mundo en Estados Unidos”.

Qué hacer con los indocumentados

¿Cuál es la solución, entonces? ¿Mantener a 11,3 millones de personas como inmigrantes irregulares? “¡Sí. La mayoría no quieren ser estadounidenses. Solo quieren ganar dinero para sus familias”, replica el ex asesor económico de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Laffer no ahorra adjetivos para elogiar a los inmigrantes latinoamericanos. “Son cristianos que usan su dinero para ahorrar y mantener a sus familias. Unas familias que, además, tienen tasas de criminalidad muy bajas”, declara. Y recurre a California, el estado en el que nació y se crió, para suministrar un ejemplo: “¿Cuál es el condado al que mejor le va en California?”, se pregunta. “¡A San Diego, por supuesto!”, es la respuesta.

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El condado de San Diego es el décimo tercero de EEUU en número absoluto de inmigrantes ilegales: 170.000, según un sondeo del Pew Research Center hecho público el lunes. Eso supone en torno al 6% de su población, una tasa similar a la de Los Angeles. Según el Pew Research Center, en EEUU hay 11,3 millones de inmigrantes indocumentados, lo que supone en torno al 3,5% de la población.

En un tono más serio, Laffer sugiere algún tipo de regularización para los inmigrantes indocumentados, pero sin otorgarles la ciudadanía, una tesis que respaldan los republicanos de centro. “¿Por qué no vas a poder venir aquí a trabajar?”, dice, en referencia a los inmigrantes. Pero luego matiza: “La ciudadanía es otra cosa. Ser ciudadano estadounidense, es una cosa muy seria. De hecho, los criterios para ser ciudadanos deberían ser mucho más duros. Mucha gente que adquiere la nacionalidad de EEUU no es verdaderamente estadounidense. Nuestra sociedad es una hecha de muchos. Mi familia era de origen alemana. Pero yo no soy alemán-estadounidense. Soy estadounidense”. Otros dicen que muchos republicanos se oponen a la concesión de ciudadanía a los inmigrantes indocumentados es porque, si ése fuera el caso, éstos votarían demócrata.

La clave, en una servilleta

Laffer no es solo el padre ideológico de la política económica de Donald Trump sino, más bien, de la de todo el Partido Republicano, y de la mayor parte de los partidos conservadores del mundo. Su teoría se basa en un dibujo que hizo en una servilleta en 1974, en una cena en el restaurante Two Continents del Hotel Washington (que hoy es el W). Además de Laffer, allí estaban su viejo amigo Donald Rumsfeld (entonces jefe de gabinete del presidente Gerald Ford, con quien ya había sido secretario de Defensa, un cargo que volvería a desempeñar con George W. Bush), el ‘número dos’ de éste, Dick Cheney (que después sería secretario de Defensa con George Bush y vicepresidente con George W. Bush) y el periodista del Wall Street Journal Jude Wanniski.

Durante la cena, salió a relucir la proyectada subida de impuestos que Ford quería llevar a cabo. “Entonces yo les expliqué que, si subes los tipos un 5%, la recaudación no tiene por qué aumentar un 5%”, recuerda Laffer. Para ello, dibujó una ‘U’ invertida en una servilleta. En el eje horizontal está el tipo fiscal, y en el vertical, la recaudación. A partir de un cierto tipo fiscal, los ingresos del Estado caen, porque los impuestos dañan la actividad económica y, por tanto, hay menos que gravar.

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La base de la curva de Laffer es que a más presión fiscal, menos actividad económica. La idea ha sido objeto de una inacabable controversia entre economistas. Pero en el debate político se ha impuesto. Cuando Ronald Reagan bajó los impuestos en 1981; cuando George W. Bush hizo lo mismo en 2001 y 2002; y, ahora, cuando Donald Trump quiere hacer lo mismo, la idea ha sido siempre la misma: a menos impuestos, más actividad económica y, por tanto, más crecimiento y más recaudación. O sea: Laffer. Otra cosa, evidentemente, es en materia de inmigración. Ahí, el padre de la Economía de la Oferta disiente de su discípulo Donald Trump.

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