El aristócrata inglés que ganó una fortuna tras filtrar una fake news sobre la muerte de Napoleón Bonaparte

En 1809, tras su brillante participación en la decisiva ‘Batalla de la isla de Aix’, librada el 9 y 10 de abril dentro de las Guerras Napoleónicas, el joven aristócrata y oficial de la Royal Navy (de 34 años de edad) Thomas Cochrane fue condecorado con la ‘Honorabilísima Orden Militar del Baño’, uno de los mayores reconocimientos que podía recibir cualquier militar.

Ilustración satírica de la época sobre el fraude bursátil de 1814 (imagen vía Wikimedia commons)
Ilustración satírica de la época sobre el fraude bursátil de 1814 (imagen vía Wikimedia commons)

Cinco años después, ese mismo héroe era sometido a escarnio público, se le expulsó de la Marina Real Británica, se le retiraron las condecoraciones y títulos nobiliarios, fue expulsado de la Cámara de los Comunes (donde era parlamentario desde 1807) y tuvo que cumplir una condena de un año de prisión, además de pagar una multa de mil libras esterlinas (toda una fortuna para la época).

El motivo por el que la vida de Lord Cochrane dio ese repentino giro fue un turbio asunto en el que estuvo implicado junto con otras cinco personas: anunciar la falsa noticia sobre la muerte de Napoleón Bonaparte y beneficiarse económicamente de la momentánea euforia bursátil, debido a que, tras dicho anuncio, la Bolsa de Londres tuvo una espectacular subida, momento que aprovechó el grupo de defraudadores para vender un gran número de acciones volátiles llamadas ‘Omnium’ ganando con la transacción una auténtica fortuna (se calcula que en la actualidad las ganancias superarían los diez millones de euros).

Para llevar a cabo tal engaño se estuvo planificando durante varias semanas, poniéndose en marcha el 21 de febrero de 1814. Aquel día llegó al puerto de Dover (en el Sudeste de Inglaterra, el de mayor importancia del Canal de la Mancha) un barco del que descendió un militar, que se hacía llamar ‘Coronel du Bourg’, y que se dirigió a un establecimiento para descansar y tomar algo.

El coronel du Bourg estaba eufórico y quiso hacer partícipes a los allí presentes de una extraordinaria noticia: Napoleón Bonaparte había fallecido asesinado a manos de un grupo de cosacos, se había firmado la paz y, por tanto, las Guerra Napoleónicas llegaban a su fin.

Solicitó hacer llegar la noticia cuanto antes a Londres (en aquella época se utilizaba el conocido como telégrafo de semáforo, un artilugio que transmitía señales de una torre a otra). También varios fueron los viajeros que estaban de paso por allí que comentaban la buena nueva por allí donde pasaban.

En cuestión de dos días la falsa noticia se había escampado por prácticamente toda Inglaterra, llegando hasta la Bolsa de Londres y subiendo el precio de los valores gracias a la euforia del momento.

Pocas horas después el propio gobierno inglés tenía que emitir un comunicado oficial desmintiendo la noticia. No existía ni una sola evidencia sobre la muerte de Bonaparte y, mucho menos, los británicos habían conseguido que se firmara un tratado de paz.

Todo volvió a la normalidad, creándose un equipo de investigación que debía averiguar quién estaba detrás de aquella mentira que se había difundido tan rápidamente. Poco se tardó en comprobar que un grupo de inversores habían vendido sus acciones de Omnium en el momento el que estaba más alto su valor, descubriendo que las habían adquirido tan solo unos días antes.

Todas las pruebas apuntaban hacía el prestigioso parlamentario, aristócrata y héroe de guerra, Lord Cochrane, como uno de los ideólogos del engaño.

Fue juzgado junto a otras cinco personas: entre ellas su tío (Andrew Cochrane-Johnstone), el corredor de bolsa Richard Butt –que había gestionado la compra-venta de acciones- y tres socios más entre los que se encontraban el aristócrata prusiano Charles Random de Berenger (quien había encarnado al mencionado ‘coronel du Bourg’) y dos socios más.

Tras cumplir la condena de prisión y ser degradado (y humillado), Lord Cochrane decidió trasladarse hasta el continente americano, donde trabajó como mercenario y asesorando en varias revoluciones (entre ellas la de Brasil, Chile, Ecuador y Perú). En 1826 intervino en la guerra de la Independencia griega y dos años después regresó al Reino Unido, donde consiguió el perdón real, tras defender que nunca estuvo involucrado en el fraude bursátil y que se trató de un complot por parte de sus opositores políticos.

Dos décadas después, en 1847, le fue restituida la ‘Honorabilísima Orden Militar del Baño’ y los títulos nobiliarios. Falleció en 1860, a los 85 años de edad, siendo enterrado con honores frente al altar de la abadía de Westminster.

Dieciséis años después del fallecimiento de Lord Cochrane, se reabrió el caso, a petición del nieto, y un tribunal dictaminó que la condena había sido injusta, indemnizando al heredero del aristócrata con la astronómica suma de cuarenta mil libras esterlinas (alrededor de 4 millones en la actualidad).

Historiadores y expertos se dividen sobre la participación o no de Lord Cochrane en el conocido como ‘gran fraude bursátil de 1814’, existiendo numerosas pruebas que apuntan a que Thomas Cochrane estuvo totalmente involucrado y ganó una gran fortuna tras vender sus acciones.

Fuentes de la imagen: Wikimedia commons

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