Argentina - Honduras. Caras pintadas, himno a los gritos y choripanes gratis: una fiesta argentina invadió Miami

Una de los miles de hinchas argentinos que coparon el estadio de Inter de Miami, anoche
Una de los miles de hinchas argentinos que coparon el estadio de Inter de Miami, anoche - Créditos: @ERIC ESPADA

MIAMI.- Un estadio lleno, la pasión argentina a flor de piel desde las calles a las tribunas y una goleada de la selección que le dio más color a lo que vivieron los fanáticos en el Hard Rock Stadium en la noche del viernes. La marea argentina tiñó de celeste y blanco los caminos hacia la cancha, los alrededores del complejo y, por supuesto, las tribunas.

Casi 65.000 personas, informaron en los parlantes. Y mucho más de la mitad eran argentinos. Un 65%, tal vez. Y esa localía se sintió en todo momento. Incluso en el himno, donde Messi lo vivió con una sonrisa mientras observaba a los hinchas en las tribunas.

Messi en la bandera y en la cancha, los hinchas en la tribuna. Fue una celebración argentina
Messi en la bandera y en la cancha, los hinchas en la tribuna. Fue una celebración argentina - Créditos: @CHANDAN KHANNA

La locura por el seleccionado fue tan grande que en uno de los ingresos, por ejemplo, los hinchas de Inter de Miami dieron la nota: repartieron choripanes gratis. Se veían las caras pintadas, las camisetas de todo tipo. Si hasta los jugadores de Honduras terminaron sacándose fotos con Messi luego del partido. Una fiesta completa, adentro y afuera.

Desde Aventura o Key Biscayne, de Weston o de Pinecrest, Messi y compañía lograron lo que probablemente haya sido la mayor congregación de raíces celestes y blancas en la historia de esta ciudad. La pasión por el fútbol exalta la argentinidad que continúa latente, incluso estando muy lejos de casa.

Messi desaira a Héctor Castellanos, su tenaz marcador, como en toda la noche
Messi desaira a Héctor Castellanos, su tenaz marcador, como en toda la noche - Créditos: @CHANDAN KHANNA

Tomás Horcada y cuatro amigos, que viven en Miami, reservaron una noche en el hotel Le Méridien, de Dania Beach, donde se hospeda la selección. Sin embargo, el protocolo de seguridad fue una muralla para ellos. “Fue casi imposible ver a los jugadores. Vimos a De Paul de lejos, y a Papu Gómez. La seguridad estaba muy pesada, tuvimos una persona siguiéndonos las 24 horas. Nosotros fuimos muy respetuosos, no intentamos hablarles ni acercarnos. Había unos nueve argentinos hospedados para ver a la selección, pero la seguridad del hotel echó a alguno que era medio pesado”, describió Horcada, de 20 años.

Afuera del hotel, la concurrencia de hinchas curiosos fue rotando. Todos se quedaron con las manos vacías. No pudieron acercarse a sus ídolos ni verlos de cerca. Los autos de policía y las cintas amarillas cortando el acceso al edificio hacían del lugar una zona franqueada.

Estuvieron los dos días previos en el centro de entrenamiento de Inter, donde practicó el equipo argentino. “El miércoles, en un momento, encontramos un pequeño espacio que se podía ver un poquito para adentro y nos sacaron”. El jueves cambió la suerte: volvieron atraídos por el rumor de que podían abrirse las puertas. Y sucedió. Tuvieron el privilegio de ver la práctica y escuchar las voces de los jugadores, que se divertían en la entrada en calor y luego disputaban un partido en espacios reducidos. Desde uno de los laterales lograron sacarse algunas fotos con los futbolistas atrás, en el campo.

Al partido, Horcada fue con sus padres, muchos más amigos y disfrazado del hombre araña. “Me motiva acercarme a Julián Alvarez (al que apodan “la araña”). Soy de River y es mi mayor motivación para que me vea” se ilusionaba camino al estadio.

Julieta Porporatto, casada y con dos hijos de 13 y 16 años, es la más fanática de su familia. El día que llegó la selección, terminó de trabajar a las 14, se subió al auto y se fue al centro de entrenamiento. Cuando llegó, el mismo había terminado. Se desvió de su ruta y se fue al hotel, donde logró meterse con el auto como si estuviera hospedada. “Me frenó un guardia de seguridad uruguayo que no me dejó avanzar. Me dijo que ni él podía hablarle a los jugadores”, confesó. Al salir, se unió a un grupo de jóvenes con la camiseta albiceleste que esperaban. “Vinieron policías y nos echaron muy amablemente. Nos contaron que el hotel fue elegido por la estructura y seguridad que tiene para que no se acerque mucha gente. El policía, como americano, nos dijo que no podía creer nuestro fanatismo”, sostuvo Porporatto, que para el juego de este viernes incluyó a su marido y a sus hijos en la experiencia de ir a la cancha.

En los chats de argentinos circuló la publicidad del merchandising: el Pack Hincha de una bandera, pañuelo, gorro y maquillaje; o el Pack Decoración, de bandera, banderín, globos y guirnaldas por el mismo precio. Uno u otro, por 20 dólares. “La idea inicial era venderlos para Qatar. Somos grandes fabricantes de cotillón en Argentina”, contó Noemí, radicada en Miami. “En Argentina se vendió todo. Acá trajimos unos packs para probar. Los publiqué en julio y volaron casi todos. Por el partido, los volví a publicar en los chats y vendí el remanente”. Una peluca de rulos celeste y blanca, el arlequín triple, los banderines o el maquillaje también se vendieron por separado, en US$ 6 cada uno.

Lionel Messi saluda a los hinchas argentinos, en un estadio que fue una fiesta en Miami
Lionel Messi saluda a los hinchas argentinos, en un estadio que fue una fiesta en Miami - Créditos: @Fotobaires

Los Muchachos del Pantano, que cosieron una enorme bandera que uno de los integrantes del grupo llevará a Qatar, se autoproclaman quienes juegan al fútbol cada semana en Weston, una ciudad que limita al norte y al oeste con los pantanos de los Everglades. “La gran mayoría somos argentinos, unos pocos chilenos y mexicanos. Vinimos en caravana”, señaló Gonzalo Torres Ragot, que vive en Miami hace dos años. El plan era que tras el encuentro cenen todos juntos.

En Argentino Las Olas, un restaurante de Fort Lauderdale donde cuelgan en sus paredes más de 50 banderines de clubes argentinos, tenían previsto que el hincha que llegue para la cena con la camiseta de la selección tendrá un 10% de descuento. “Creo que va a explotar de argentinos, con todos los que hablamos compraron su entrada”, aseguró María Iraola, la dueña del local, que queda a unos 15 minutos del hotel donde se hospeda la selección.

María Iraola, en el restaurante argentino Las Olas, donde los que llegaban para cenar con la camiseta argentina tenían descuento.
María Iraola, en el restaurante argentino Las Olas, donde los que llegaban para cenar con la camiseta argentina tenían descuento.

Desde La Canchita, canchas de alquiler en la ciudad de Doral donde también funciona un club de fútbol para chicos desde hace 16 años, se organizó una ida grupal. Detrás están dos argentinos, Andrea Gamarra y su socio Jorge Molli. “Para este partido sorteamos dos entradas en Instagram y organizamos el traslado en caravanas, una desde La Canchita y otra de un barrio cerrado”, dijo Andrea. Una noche inolvidable.