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El proyecto de la docente argentina que entró en el selecto grupo de los diez mejores del mundo

Ana María Stelman, entre las candidatas para el Global Teacher Prize, que se entregará el mes próximo
Matías Adhemar

La noticia llegó por WhatsApp a las 4 de la madrugada. “Felicitaciones a la mejor seño”, decía el mensaje de la directora de la escuela, y no hizo falta nada más para que Ana María Stelman entendiera a qué se refería. No pudo volver a pegar un ojo de la felicidad que tenía. Desde Londres, la Fundación Varkey había revelado quiénes eran los diez finalistas del Global Teacher Prize, que entrega un millón de dólares como premio al mejor maestro del mundo, y ella era una de las candidatas.

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“Nunca imaginé que podía llegar hasta acá. Es un reconocimiento muy grande”, dice Stelman a LA NACIÓN, y cuenta que lo primero que hizo anteayer por la mañana fue compartirlo con sus alumnos de 4° grado, a los que tiene nuevamente en el aula desde el regreso a la presencialidad.

La maestra de la Escuela Primaria Nº7 Fragata La Argentina, en el barrio Hipódromo de La Plata, llegó al colegio en 2019, y el año pasado, sin los chicos en el aula, se las ingenió para no perder el contacto con ellos y sostener la enseñanza de los contenidos en los había comenzado a trabajar antes de que se declarara el aislamiento por la pandemia.

Trabajar por proyectos. Así le gusta a Stelman encarar los contenidos de Ciencias Naturales y Prácticas del Lenguaje, porque de esta manera, explica, las preguntas y respuestas en los chicos surgen naturalmente. “Los proyectos ayudan a ordenar las diferentes secuencias didácticas, atraviesan todas las áreas y se vinculan con la realidad de los chicos”, dice la docente, que entró por primera vez a la escuela “esquivando caballos”, sin saber mucho de ese mundo de monturas y carreras.

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“Mi amigo el caballo”

Como en el barrio hay tantos animales, incluso algunos de sus estudiantes viven en studs, Stelman confiesa que los caballos no podían quedar afuera de los aprendizajes. “Por qué hay tantos caballos en el barrio” o “Mi amigo el caballo” son algunos de los nombres con los que Stelman bautizó a los distintos proyectos, en los que nunca trabaja sola, porque una de sus costumbres es contactar a expertos y profesionales en las distintas temáticas para enriquecer las experiencias. En este caso, se “asoció” con la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Plata y el Hipódromo de la ciudad. En este tipo de intercambios, señala Stelman, no solo se potencia el aprendizaje, sino que también impulsa a los chicos a descubrir los “valores ocultos” de su propia comunidad. En Ciencias Naturales, por ejemplo, se trabajó con el compost a base de excremento de caballos, lombrices y en la producción de plantines.

“El año pasado, arrancamos un nuevo proyecto de intervenciones asistidas con animales. Estaba pensado como un trabajo de investigación, pero nos agarró la pandemia, y lo acomodamos para poder seguir adelante a la distancia –cuenta–. Finalmente, se transformó en un proyecto de revinculación con la escuela, porque el año pasado nosotros pudimos tener algunos encuentros presenciales en el hipódromo, que, para muchas familias, es como el patio trasero de sus casas. En el último encuentro que se hizo llevaron un cordero, y un nene que no se animaba a leer, que siempre decía que él no podía, terminó leyéndole un cuento al cordero. Las intervenciones asistidas por animales son increíbles, porque los animales no juzgan, y frente a ellos los chicos se animan. El objetivo principal acá no era aprender de caballos, sino con los caballos”, resume la maestra.

 Stelman enseña a chicos de cuatro grado en una escuela en La Plata
Matías Adhemar


Stelman enseña a chicos de cuatro grado en una escuela en La Plata (Matías Adhemar/)

Por su innovadora forma de acercar el conocimiento a los chicos, Stelman primero fue seleccionada como uno de los 50 mejores maestros del mundo entre más de 8000 postulaciones llegadas de 121 países, donde también había quedado elegida la cordobesa Gisela Gómez, del Instituto Provincial de Educación Técnica (IPET) Nº 85 República de Italia. En esta séptima edición, además, se inaugura un nuevo premio a los estudiantes, el Chegg.org Global Student Prize, donde también estuvieron presentes en esa primera ronda dos alumnos argentinos de 17 años, que no lograron avanzar a la siguiente etapa.

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Alternativas

Con el millón de dólares que otorga al ganador, lo que asemeja al Global Teacher Prize al premio Nobel, este reconocimiento busca subrayar el valor de los docentes a la hora de alcanzar una educación de calidad para todos los chicos y adolescentes, sin importar su origen social. El último maestro en recibir el galardón fue Ranjitsinh Disale, que trabaja en una escuela primaria de la India, y que decidió compartir el dinero con el resto de sus competidores.

Ahora, Stelman compite con otros nueve finalistas internacionales, igual que lo hizo en 2019 el maestro bonaerense Martín Salvetti, de la Escuela Técnica N° 5 de Temperley, que llegó hasta Dubai, donde se realizó la ceremonia de premiación ese año, por un innovador proyecto de radio que creó junto con sus alumnos, y que evitó la deserción de muchos estudiantes.

“No conozco los proyectos de los demás finalistas, pero lo que percibo es que todos tenemos algo en común, y el mismo entusiasmo en el trabajo que hacemos todos los días para mejorar la educación, para ofrecer alternativas diferentes a los chicos. Y todos tratamos de hacerlo de una manera más creativa, innovadora”, reconoce Stelman, y confiesa que se presentó al premio por la insistencia de la directora de la escuela y de una de las empleadas que trabaja en el comedor escolar, que siempre le decía: “Dale Ana María, te tenés que inscribir, si vos siempre hacés esos proyectos raros”, recuerda y se ríe.

Rol

El Global Teacher Prize, realizado en colaboración con la Unesco, fue creado entre otros objetivos para subrayar la importancia del rol de los docentes en la sociedad. “La historia de Ana María nos inspira y nos recuerda que es posible. Pero no solo eso. También nos interpela. Nos pregunta si estamos reconociendo a aquellos grandes docentes que cada día, silenciosamente, hacen un enorme trabajo. Ellos están transformando vidas. Celebremos la tarea de todos esos grandes maestros”, dice Agustín Porres, director regional para América Latina de la Fundación Varkey.

Con sede en París, la Unesco será la anfitriona este año de la ceremonia del Global Teacher Prize, aunque por la pandemia y al igual que en la última edición, la entrega de premios se realizará de forma virtual, el mes próximo. “Tanto los docentes inspiradores como los estudiantes extraordinarios merecen un reconocimiento por su compromiso con la educación en medio de la crisis de aprendizaje que vemos hoy. Ahora, más que nunca, debemos apoyarlos si queremos reconstruir un mundo mejor tras el Covid-19″, argumentó Stefania Giannini, subdirectora general de Educación de la Unesco.

Los otros 9 finalistas que disputarán el premio con Stelman son: Breanna Heels, de Canadá; Bryant Acar, de Filipinas; David Swanston, de Reino Unido; Diana Lorena Rubio, de México; Evans Odei, de Ghana; Juline Rault, de Francia; Keishia Thorpe, de Estados Unidos; Rebecca West, de Australia y Soraya Motaharnia, de Irán.

Los docentes que compiten por el premio son evaluados en función de sus prácticas, de la innovación para afrontar los desafíos locales y sobre todo en cómo influyen en su propia comunidad más allá del aula. Para los estudiantes que aplicaron al Global Student Prize, además de sus logros académicos, se tiene en cuenta el impacto que tuvieron en sus compañeros, cómo lograron superar los obstáculos y la capacidad creativa que desarrollaron en su aprendizaje.