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ANÁLISIS-Con histórico acuerdo sobre Irán, Obama se juega legado de política exterior

Por Matt Spetalnick WASHINGTON (Reuters) - El cierre de un acuerdo nuclear con Irán marca la mayor apuesta en política exterior de la presidencia de Barack Obama, un logro y legado que podría todavía fracasar si Teherán explota cualquier laguna legal o aumenta la tensión en Oriente Medio. Ningún otro reto en política exterior muestra el sello personal de Obama como el acuerdo final alcanzado el martes con Irán, y ninguno representa una prueba más crítica de su doctrina de dialogar con los enemigos de Estados Unidos para evitar una confrontación. Esa política ya ha resultado en la reanudación de los vínculos diplomáticos este mes con Cuba, poniendo fin a más de cinco décadas de hostilidad. Pero las potenciales recompensas y peligros son mayores en el acuerdo de Irán, que ofrece a Obama su mejor esperanza de rescatar un tambaleante historial en Oriente Medio. El compromiso de Obama, a veces a nivel de un mínimo detalle técnico, según asesores, ha contrastado con un enfoque más distante hacia otros problemas geopolíticos como la guerra civil en Siria y el conflicto separatista en Ucrania. Obama, quien asumió el cargo en el 2009 ofreciendo un diálogo a los líderes de Irán si ellos "aflojaban el puño", se aseguró una histórica apertura con una llamada telefónica al presidente de la República Islámica y luego intercambió cartas secretas con su líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei. A medida que las negociaciones se acercaban a la línea de meta en Viena, Obama hablaba con frecuencia por teléfono con el secretario de Estado John Kerry desde Washington, al menos una vez por una conexión segura de video, "orientando" al equipo negociador, como dijo la Casa Blanca. Hablando en la Casa Blanca, Obama buscó de antemano desacreditar cualquier esfuerzo para hacer fracasar el acuerdo insistiendo que "ningún acuerdo significa una posibilidad mayor de más guerra en Oriente Medio". Dijo que su enfoque diplomático era la mejor manera de alejar a Irán del "camino de la violencia y la ideología rígida", aunque reconoció que no sería fácil. Pero si los críticos aciertan, Obama podría pasar a la historia como el presidente que solo compró tiempo para que Teherán tuviera capacidad nuclear. Ello podría generar una carrera armamentista en la región. En las negociaciones, las demandas iniciales que Estados Unidos cedió incluían un mayor desmantelamiento de la infraestructura nuclear iraní y una reducción de su programa de misiles balísticos. A medida que surgían los detalles el martes, opositores se quejaron que Obama también hizo concesiones sobre inspección de sitios militares, aunque al parecer Irán también cedió su postura en el tema. Obama "obtuvo lo que quería", dijo Aaron David Miller, un ex negociador de Oriente Medio para los gobiernos demócratas y republicanos. "Pero Irán obtuvo más", agregó. Le queda mucho trabajo a Obama para consolidar el acuerdo, que levanta sanciones contra Irán a cambio de límites en su trabajo nuclear que Occidente sospecha tenía por objetivo crear una bomba atómica, acusación que Teherán siempre ha negado. El presidente debe ahora convencer a un Congreso escéptico de no sabotear el acuerdo y a la vez asegurar la tranquilidad de aliados como Israel y Arabia Saudita que temen que Irán, una vez libre de sanciones económicas, pueda extender su influencia regional. COMPROMISO PRESIDENCIAL El reto más inmediato para Obama será superar los obstáculos en el Congreso, controlado por los republicanos, que tendrá 60 días para revisar el acuerdo con Irán. Si el Congreso rechaza el acuerdo, Obama podría vetar la "no aprobación" y posiblemente tendría los votos suficientes de sus colegas demócratas para lograrlo. Pero recurrir a esa medida podría socavar el inestable equilibro del acuerdo en Washington. Las recientes negociaciones entre las seis potencias e Irán para frenar el programa nuclear de Teherán comenzaron luego de una llamada telefónica entre Obama y el electo presidente iraní Hassan Rouhani el 28 de septiembre del 2013. El acuerdo es el mayor paso hacia un acercamiento entre Irán y Occidente desde la revolución islámica de 1979 y podría abrir nuevos caminos para abordar una de las raíces de la tensión en la región. El chií Irán tiene una gran influencia en conflictos sectarios desde Siria a Irak y Yemen. Muchos temen que incluso si Irán no busca en secreto una bomba atómica, seguirá siendo un estado al borde de la capacidad nuclear que podría acelerar el trabajo una vez que las restricciones sobre sus actividades de enriquecimiento de uranio expiren en una década. Eso dejaría a un futuro gobierno estadounidense con la decisión de si ir a la guerra para detenerlo. (Reporte adicional de Warren Strobel y Patricia Zengerle en Washington y Arshad Mohammed en Viena, editado en español por Patricia Avila)