Angélica Aragón y la decepción que la llevó a romper con las telenovelas

Suyos son los ojos más memorables de la televisión en México de los últimos 40 años. Su voz todavía hace eco en millones que recuerdan la súplica de Andrea Santos para que su esposo Gregorio (Rogelio Guerra), no la abandonara en la cárcel por un crimen que ella no cometió en los créditos iniciales de 'Vivir un poco'. Todo el país se puso alborotado cuando Maria Inés, la sensible mujer de familia cuyo esposo la deja por otra más joven, se entrega al amor de un hombre veinte años menor en 'Mirada de Mujer'; su rostro iluminó pantallas por años, ya fuera como madre abnegada, mujer insumisa o pérfida villana. Así es Angélica Aragón, quien hace 10 años se retiró de las telenovelas sin dar más explicaciones, dejando un legado fascinante.

Nacida Angélica Espinosa Stransky el 11 de julio de 1953 —por lo que era mucho más joven que la mayoría de los personajes que le tocó interpretar cuando se hizo famosa—, esta actriz con preparación en la London Academy of Music and Dramatic Art, es hija del célebre compositor sinaloense José Ángel Espinoza Aragón, más conocido como "Ferrusquilla", que también era actor y que aportó al cancionero mexicano grandes temas como 'La ley del monte' (que hizo inmortal Vicente Fernández) y la monumental 'Échame a mí la culpa', que hizo mundialmente famosa Flor Silvestre, la abuela de Ángela Aguilar. La madre de Angélica, Sonia Stransky, tenía ascendencia checa y también estaba vinculada al mundo de la música, colaborando por años como la asistente del célebre maestro Carlos Chávez.

Así fue que para Angélica el arte se dio de manera muy natural, y a su retorno a México en 1980, después de varios años de residir en Inglaterra e India, donde adoptó la religión budista, se incorporó a las filas de Televisa para iniciar una carrera actoral, que combinaba con trabajo teatral — en el que ya había incursionado muy jovencita en una puesta de 'La casa de Bernarda Alba', de Federico García Lorca.

Ya en 1971, a los 18 años, había tenido una participación breve en la maratónica telenovela 'El amor tiene cara de mujer', pero su debut formal fue en algunos episodios de 'Sandra y Paulina', una telenovela que protagonizaban Jacqueline Andere y Julio Alemán. En la primavera de 1981, el director de origen griego Dimitrios Sarrás y el productor Miguel Sabido, la invitan a su primera interpretación protagónica en la miniserie de cinco episodios 'Otra vuelta de tuerca', adaptada por Carlos Olmos (el autor de 'Cuna de Lobos') del célebre relato de horror gótico 'The Turn of The Screw' de Henry James.

En este teleteatro realizado para lo que en su tiempo fue la programación cultural de Televisa, Angélica interpretaba a una joven institutriz en una mansión aislada en la campiña — en realidad la locación exterior era la mansión reconstruida a partir de la fachada del antiguo hospital psiquiátrico de La Castañeda, que a fines de los 60 se demolió y que posteriormente fue trasladada piedra por piedra a un terreno boscoso en Amecameca, Estado de México, por el empresario Arturo Quintana —que tiene a su cuidado a dos pequeños quienes son objeto de la posesión de dos fantasmas siniestros; sus compañeros en esta versión fueron Rogelio Guerra (que solo aparece al principio, como el tío de los niños) y la enorme Rita Macedo, que encarana a la humilde ama de llaves del lugar, que está tan aterrorizada como la joven — esta es una de las historias de terror más famosas del mundo y ha sido llevada a la escena muchas veces.

Su desesperada interpretación, llamó la atención de Valentín Pimstein, a quien Sarrás invitó al foro cuando grabaron la escena final del programa y este de inmediato la invitó a ser una villana en 'El hogar que yo robé' (versión original de 'La usurpadora') que iba a estelarizar Angélica María. A partir de ese momento se supo que había nacido una estrella.

El paso de Angélica por las telenovelas fue diverso y aclamado: lo mismo fue una villana mosquita muerta en 'Vanessa' con Héctor Bonilla y Lucía Méndez, que una prostituta con corazón de oro en 'La Fiera', o la madre amnésica de Lucero en 'Chispita', que fue el primer estelar de ambas, aunque su gran protagónico le llegó de manos de Pimstein en 'Vivir un poco', una telenovela que tuvo tal impacto, que paralizó a la ciudad.

Algunos años después de hacer este melodrama (aún hoy considerado uno de los mejores de la empresa), Angélica realizó otros protagónicos, de la mano de Juan Osorio en 'La Casa al Final de la Calle' y 'Días sin luna', y Carla Estrada: 'De frente al sol' y 'Más allá del puente', además de que se convirtió en madre de su única hija, María.

No obstante el respeto que ostentaba en la empresa (empezando por el de Emilio Azcárraga Milmo), hacia 1997 Angélica encontró que las ofertas de trabajo en televisión comenzaban a escasear, en parte por el prejuicio de la edad y por no conformarse a los estándares de belleza —nunca se hizo un lifting, ni buscó retener una silueta juvenil después de dar a luz—vigentes en ese momento. De este modo, aceptó la propuesta de Argos y TV Azteca de encabezar el reparto de 'Mirada de mujer', una adaptación de 'Señora Isabel' del colombiano Bernardo Romero, que se convirtió en un éxito insospechado y fue la primera telenovela de Azteca en matar el rating nocturno a Televisa, que tenía en competencia una telenovela con Adela Noriega y Fernando Carrillo, producida por Estrada, que no pudo alcanzar los ratings de la protagonizada por Angélica, Ari Telch, Fernando Luján y la formidable Margarita Gralia, quienes también habían desertado de la televisora de San Ángel después de la muerte de 'El Tigre'.

Así fue como Angélica se convirtió en la reina del melodrama en dos ocasiones en dos televisoras distintas — algo que no todo mundo podía decir en ese momento —, pero hacia 2004, cuando se hizo la malhadada secuela de 'Mirada de mujer', que tuvo serios problemas de producción y de libretos, llegando a un punto en que, por protestar al respecto, Angélica se vio reducida a solo aparecer en una escena de cada capítulo durante los últimos meses de la transmisión.

A partir de ahí, Angélica decidió que ya no le interesaba hacer más telenovelas, un género que le había dado satisfacciones enormes, pero que ahora la confinaba a hacer proyectos que consideraba muy por debajo de la calidad a la que estaba acostumbrada. De este modo, su última aparición fue como invitada en 'A Corazón abierto', una versión tropicalizada de 'Grey's Anatomy' que co-produjeron RCN y TV Azteca, en dos versiones, para México y Colombia, esto fue hace 10 años y desde entonces no ha vuelto a un melodrama —aunque a series para plataformas de streaming sí—, pero no lo descarta, con el proviso de que los libretos o personajes que le ofrezcan, estén a la altura de lo que ella desea.

Es muy diferente su paso por el cine— después de su debut en 'De muerte natural', de Benjamín Cann, realizada en 1981 pero estrenada muchos años más tarde, participó en muchas producciones estadounidenses (su fluidez en inglés fue clave) y llegó a convertirse en uno de los pilares del 'Nuevo cine mexicano' junto con María Rojo, Claudia Ramírez, Arcelia Ramírez y Demián Bichir, entre otros.

Ahora dedicada principalmente al teatro donde también dirige, Angélica (que tiene el anhelo de poder concretar su debut como directora de cine algún día, adaptando 'Contrabando', una pieza del difunto dramaturgo Victor Hugo Rascón Banda) no extraña las telenovelas, sobre todo porque, según señala, hoy es muy distinta la manera de hacerlas y lo que de ellas se espera. Sin embargo, conserva el amor del público que recuerda sus mayores interpretaciones y eso es algo que la llena de orgullo, aunque lleve una década lejos del género que la hizo grande.

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