Andrés Oppenheimer: Las nuevas prioridades de EEUU en el mundo | Opinión
El viaje inaugural del secretario de Estado, Marco Rubio a cinco países latinoamericanos, es una buena noticia, considerando que la región ha sido ignorada durante mucho tiempo por Estados Unidos.
El último secretario de Estado que hizo una gira comparable al iniciar su mandato fue Philander C. Knox en 1912.
Rubio, un exsenador cubano americano de Florida que conoce bien la región, tiene previsto visitar Panamá, Guatemala, El Salvador, Costa Rica y la República Dominicana a fines de mes.
El viaje tiene como objetivo implementar la primera prioridad de política exterior del Presidente Donald Trump, que es frenar la migración y asegurar la frontera estadounidense, dicen los funcionarios estadounidenses. En Panamá, Rubio también podría hablar sobre la promesa de Trump de intentar “retomar” el Canal de Panamá.
Pero, leyendo el documento oficial de Rubio titulado “Prioridades y misión del Departamento de Estado de la segunda administración Trump”, publicado el 22 de enero en el sitio web del Departamento de Estado, me pregunto si no debería estar propagando un mensaje más amplio del contenido allí.
Ojalá, además de centrarse en los problemas fronterizos y de seguridad, el documento de Rubio hubiera mencionado cosas como la necesidad de restablecer la democracia y los derechos humanos en países como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Y ojalá hubiera incluido también el objetivo de explorar nuevas oportunidades de comercio con las democracias latinoamericanas.
Pero no hay ninguna mención explícita de estas cosas en el documento de Rubio sobre las prioridades de la nueva administración. Nada.
El documento dice que las primeras prioridades serán frenar la migración masiva, llevar adelante una política exterior “pragmática” y otras cosas como “eliminar las políticas climáticas que debilitan a Estados Unidos”.
En referencia a su primera prioridad, dice: “Nuestras relaciones diplomáticas con otros países, particularmente en el hemisferio occidental, priorizarán la seguridad de las fronteras de Estados Unidos, detener la migración ilegal y desestabilizadora, y la repatriación de inmigrantes ilegales”.
Pero en toda la declaración de prioridades de Rubio, de 451 palabras, están ausentes las palabras “democracia”, “derechos humanos”, “libertades fundamentales” y “prosperidad económica”.
El documento contiene una agenda casi exclusivamente negativa, que podría terminar siendo contraproducente para Estados Unidos. Será difícil frenar el flujo de venezolanos, cubanos y nicaragüenses si sus países siguen siendo gobernados por dictaduras brutales.
Rubio es conocido por su línea dura hacia las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua, y probablemente hablará de ellas en su viaje a Centroamérica. Pero me pregunto si Trump y su recién nombrado enviado especial a Venezuela, Richard Grenell, se preocupan tanto por la democracia.
Trump, por ejemplo, no se reunió ni posó para una foto con Edmundo González Urrutia, el líder opositor a quien Estados Unidos y varias otras democracias reconocen como el ganador de las elecciones venezolanas de 2024. González Urrutia viajó dos veces a Washington desde la elección de Trump.
Muchos opositores venezolanos temen que, ahora que la máxima prioridad de la política exterior de Estados Unidos será la inmigración, el gobierno de Trump haga un acuerdo con Maduro por el cual Venezuela recibiría a miles de deportados a cambio de que Washington no aplique sanciones petroleras a Venezuela.
Lo más probable es que Rubio se opondría a un acuerdo que le dé oxígeno a Maduro, pero no está claro cuánto poder tendrá el Secretario de Estado en el nuevo gobierno. Trump ha nombrado a varios amigos suyos como enviados especiales y embajadores, y es posible que tengan tanta influencia como Rubio en su administración.
La otra gran omisión en el documento de Rubio sobre las prioridades de la política exterior del nuevo gobierno — explorar nuevas oportunidades económicas— es igualmente significativa.
Trump tiene una excelente oportunidad de aumentar el desarrollo económico y frenar la migración, promoviendo una agenda positiva como el “nearshoring”, o sea la relocalización de fábricas estadounidenses en China hacia países democráticos en América Latina.
Rubio debería haber incluido las palabras “democracia” y “prosperidad económica” en el documento que enumera sus prioridades. Ojalá lo haga en su viaje a Centroamérica, y que además de hablar sobre la migración y las drogas, proponga también nuevas oportunidades de negocios.
Una marea en alza levanta a todos los botes.
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