ANÁLISIS | Cómo un discurso de DeSantis captó la dinámica que podría decidir las elecciones de 2024

(CNN) -- Cuando el gobernador de Florida, Ron DeSantis, pronunció en Iowa su primer discurso como aspirante a la candidatura presidencial, lo que dijo en los primeros 15 minutos anticipó sucintamente la manera en que los republicanos podrían derrotar al presidente Joe Biden el próximo año.

Los siguientes 30 minutos del discurso de DeSantis, sin embargo, demostraron cómo Biden podría sobrevivir a pesar de todas las dudas sobre su desempeño y capacidades.

DeSantis pasó la primera parte de su discurso —pronunciado en una iglesia evangélica en las afueras de Des Moines— destacando todas las vulnerabilidades en temas como la inflación y la frontera que han suprimido los índices de aprobación del trabajo de Biden desde fines del verano de 2021.

Pero luego DeSantis pasó la siguiente media hora detallando una agenda ambiciosa, exhaustiva y agresivamente conservadora en temas sociales (como la prohibición del aborto después de las seis primeras semanas y la eliminación de libros de las aulas y bibliotecas escolares). Esos mensajes emocionaron a su audiencia de tendencia derechista, pero lo hacen correr el riesgo de alienar a muchos de los votantes indecisos que se han alejado del expresidente Donald Trump, particularmente en los suburbios de las grandes áreas metropolitanas de estados disputados.

Después de la primera sección del discurso de DeSantis, muchos votantes indecisos podrían haber asentido con la cabeza acordando con su visión contra el Estados Unidos de Biden; después de la segunda sección, muchos de esos mismos votantes podrían haberse cuestionado si quieren vivir en el Estados Unidos que promete DeSantis.

De esa manera, el primer paso de DeSantis por Iowa mostró por qué los republicanos todavía no tienen asegurada la elección de 2024, tras una dinámica que desvaneció sus esperanzas de una "ola roja" radical en 2022.

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Un motivo central por el que los republicanos no obtuvieron los resultados que ellos —o muchos expertos— esperaban en 2022 es que una cantidad inusualmente grande de votantes desencantados con Biden y/o insatisfechos con la economía votaron por los demócratas de todos modos, en gran medida porque consideraron las alternativas republicanas demasiado extremas.

Muchos estrategas de ambos partidos creen que es más probable que esa dinámica se repita en 2024 si el Partido Republicano nomina a Trump. Pero la primera aparición de DeSantis como aspirante a candidato presidencial mostró cómo él también podría enfrentar la misma amenaza si gana la candidatura.

Las críticas a Biden sobre temas como la inflación, la frontera y el crimen “son realmente buenas para los votantes indecisos; son cosas que el votante independiente promedio de tendencia derechista buscará”, dijo Sarah Longwell, fundadora del Republican Accountability Project, un grupo republicano crítico de Trump. “Pero al tratar de superar el Make America Great Again de Trump, DeSantis corre el peligro de encontrarse en la misma categoría que Trump en relación a esos votantes indecisos a los que no les gustará una prohibición del aborto desde las seis semanas de embarazo y a quienes no les gustará su enfoque implacable en materia de la batalla cultural, dijo.

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Los republicanos que simpatizan con DeSantis argumentan que si llega a las elecciones generales, su crítica a Biden (la primera sección de su discurso) resultará mucho más relevante para los votantes indecisos que la segunda parte (la agenda social que enfatiza para los votantes de las primarias republicanas).

“DeSantis en este momento se dirige a una audiencia primaria, por lo que enfatiza las partes de su historial que atraen a los votantes republicanos y contrastan con Trump”, dice Chris Wilson, un encuestador republicano que apoya a DeSantis. “Pero su historial y su resultados en materia económica, educativa y simplemente en la conducción de un gobierno de manera competente y eficiente sin gasto descontrolado y la inflación de los años de Biden atraen a los votantes indecisos”.

Pero, al igual que Longwell, muchos demócratas creen que si DeSantis logra la candidatura republicana, le estará proporcionando a Biden lo que necesita para repetir la inusual hazaña que lograron los demócratas en 2022: convencer a un gran número de votantes para que tomen su decisión basándose no solo en su punto de vista sobre lo que ha hecho Biden con el poder, sino también en lo que harían los republicanos con él.

“En lugar de articular una visión que expanda su electorado, está articulando una visión DeSantOpian de un país donde las libertades y los derechos están en riesgo”, dijo el veterano estratega de comunicaciones demócrata Jesse Ferguson, mezclando el nombre del gobernador de Florida con el concepto de ciencia ficción de una distopía futura tenue y decadente.

Uno de los motivos por los que los demócratas lograron minimizaron las típicas primeras pérdidas de votos en las elecciones intermedias del partido que ocupó la Casa Blanca en 2022 es que un porcentaje inusualmente grande de votantes que dijeron estar desencantados con Biden o insatisfechos con la economía votaron por candidatos de su partido de todos modos. Por lo general, los votantes descontentos con el presidente buscan en gran medida a candidatos del partido que se encuentra fuera de la Casa Blanca.

Las encuestas de salida realizadas por Edison Research para un consorcio de organizaciones de medios, incluido CNN, encontraron que el índice de aprobación de Biden entre los votantes en 2022 fue casi exactamente tan bajo (44 %) como el de Trump (45 %) en las elecciones de 2018, cuando el Partido Republicano sufrió muchas más pérdidas en la Cámara.

Los candidatos republicanos a la Cámara en 2022, al igual que los demócratas en 2018, arrasaron entre los votantes que dijeron que desaprobaban fuertemente el desempeño del presidente, o que consideraban que la economía estaba en “mal estado”, la peor calificación disponible, según las encuestas a boca de urna. Pero el Partido Republicano tuvo un desempeño muy inferior entre los votantes que estaban más modestamente descontentos.

En 2018, alrededor de dos tercios de los votantes que dijeron que desaprobaban "algo" el desempeño de Trump votaron por los demócratas en las elecciones a la Cámara, según las encuestas a boca de urna. Pero sorprendentemente, en 2022 las encuestas de boca de urna encontraron que los demócratas vencieron a los republicanos entre los votantes que desaprobaban un poco a Biden. Igualmente sorprendente, casi dos quintas partes de los votantes que describieron la economía como “no tan buena” prefirieron a los demócratas por un margen de casi 30 puntos porcentuales. Los votantes con esa visión adusta de la economía, por el contrario, habían votado decisivamente en contra del partido del presidente en 2018.

Ron DeSantis junto a Donald Trump.

El mismo patrón persistió a través de los estados. Los demócratas ganaron elecciones al Senado, la gobernación o ambas en Arizona, Georgia, Nevada, Nueva Hampshire, Pensilvania y Wisconsin, a pesar de que el índice de aprobación de Biden en las encuestas de boca de urna no superó el 46 % en ninguna de ellas, y también ganó fácilmente la gobernación en Michigan, donde se situó en el 48%. Al menos dos tercios de los votantes dijeron que no querían que Biden volviera a postularse en cada uno de esos estados donde hubo una pregunta en ese sentido en las encuestas de salida. Y en todos esos estados también hubo grandes mayorías que dijeron que consideraban que la economía estaba en estado regular o malo.

Tales sentimientos típicamente significan la ruina para el partido que ocupa la Casa Blanca. Sin embargo, para muchos votantes estas preocupaciones se vieron superadas por la resistencia a la alternativa republicana. Lo más revelador es que los votantes independientes eran mucho más propensos en las encuestas a pie de urna a decir que consideraban que el Partido Republicano era demasiado extremista que a describir a los demócratas de esa manera, según el análisis de los resultados proporcionado por la unidad de encuestas de CNN. El apoyo a la legalización del aborto y las preocupaciones sobre los republicanos como una amenaza para la democracia cristalizaron ese veredicto sobre el Partido Republicano, y demostraron ser un contraataque ante el descontento por la economía y el desempeño de Biden mucho más poderoso de lo que esperaban la mayoría de los agentes de cualquiera de los partidos.

El veredicto sobre Biden y la economía no ha mejorado mucho, si es que lo hizo, desde entonces. Su índice de aprobación en la mayoría de las encuestas se mantiene estancado en torno al 40%. Las grandes mayorías dicen en las encuestas consistentemente que dudan de que tenga la capacidad mental y física para manejar otro mandato y que no quieren que vuelva a postularse. En una encuesta nacional reciente de CNN realizada por SRSS, casi las tres cuartas partes de los independientes dijeron que una reelección de Biden sería un “retroceso” o incluso un “desastre” para el país. Y, a pesar del auge del crecimiento del empleo bajo su gobierno, los estadounidenses siguen siendo en su mayoría muy críticos con la situación de la economía, en gran parte debido a las preocupaciones sobre la inflación.

DeSantis evocó enérgicamente todas esas dudas en la primera sección de su discurso de lanzamiento la semana pasada. Alegó que “nuestra frontera sur se ha derrumbado” y que “el Gobierno de Biden está haciendo todo lo posible para que a la familia promedio le resulte más difícil llegar a fin de mes”. Dijo que “Biden está tratando deliberadamente de poner patas arriba nuestra producción de energía” y que “las ciudades estadounidenses han sido vaciadas por el aumento del crimen debido a políticas débiles e ideológicas que intencionalmente permiten que los delincuentes deambulen por las calles”. Al igual que generaciones de gobernadores antes que él que buscaron la presidencia (desde Ronald Reagan hasta Bill Clinton y George W. Bush), DeSantis se enmarcó a sí mismo como un 'outsider' y criticó a las “élites de la clase política que ignoran las preocupaciones del pueblo estadounidense”.

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En ese momento, con solo unos breves desvíos hacia el discurso de Fox News (denuncias rápidas contra el "autoritarismo médico" y el "marxismo cultural"), DeSantis había hecho la crítica de la presidencia de Biden que cualquier candidato presidencial republicano ofrecería.

Pero DeSantis no se detuvo ahí. Promocionó la prohibición del aborto después de las seis semanas de embarazo que él mismo firmó en Florida y dijo que había “fortalecido los derechos de la Segunda Enmienda” al aprobar una legislación que permite a cualquier persona portar un arma oculta sin un permiso. Relató su cruzada para prohibir una sopa de letras de objetivos familiares en los medios conservadores: DEI, ESG y CRT. Un poco a la defensiva, elogió la legislación de Florida que ha permitido que los padres que se oponen obliguen más fácilmente a retirar los libros de las aulas y bibliotecas escolares, insistiendo en que tales políticas no equivalían a la prohibición de libros. Describió extensamente sus esfuerzos para restringir la discusión en el aula sobre la orientación sexual y la identidad de género y se comprometió a evitar que las niñas transgénero compitan en deportes femeninos. Y se mostró victorioso en su lucha continua contra Walt Disney Company.

Muchos estrategas demócratas creen que, al igual que en las elecciones de 2022, la resistencia a la amplitud e intensidad de esta agenda social superará las preocupaciones sobre Biden para una parte crítica de los votantes indecisos.

“La campaña de DeSantis y todas las primarias republicanas ahora consisten en apelar a esta base estrecha, muy extrema y muy alineada de un partido para ganar la candidatura sin importar lo que le haga a su marca a la hora de ganar las elecciones generales”, argumentó Ferguson.

Del mismo modo, Longwell cree que si bien DeSantis tendría la oportunidad de moderar su mensaje en una elección general y beneficiarse del contraste de edad con Biden, el gobernador de Florida se está identificando con una agenda tan polarizadora en las primarias que puede alejar permanentemente a los votantes que necesitaría para ganar en noviembre. “El problema para los republicanos en general se puede resumir en el hecho de que la brecha entre lo que exigen los votantes de base y lo que tolerarán los votantes indecisos se ha vuelto muy amplia”, dijo. “Es un abismo casi infranqueable. Es demasiado ancho", añadió.

Muchos republicanos no ven tanta vulnerabilidad en la amplia agenda social que DeSantis —y la mayoría de los otros contendientes republicanos— han adoptado de cara a las elecciones generales.

Una razón, argumentan los republicanos, es que el eventual candidato probablemente hablará menos sobre estos temas en una elección general. David Kochel, un estratega del Partido Republicano con sede en Iowa desde hace mucho tiempo, dijo que en parte debido a que “tienes un ecosistema de medios conservador que se enfoca” en estas luchas de la batalla cultural, los candidatos no tienen más remedio que apoyarse en ellas en este momento.

Kochel está de acuerdo en que el eventual candidato no puede "borrar un boceto" de sus comentarios principales, una referencia a la famosa afirmación de un asesor de Mitt Romney en 2012 de que el candidato, después de ganar la candidatura republicana de 2012, podría simplemente limpiar la pizarra y rehacer su imagen para las elecciones generales. Pero, agregó Kochel, “tampoco significa que tienes el mismo mensaje básico” en las elecciones primarias y en las generales “para lo que son funcionalmente dos elecciones diferentes enfocadas en dos audiencias diferentes”. El eventual candidato, predijo, cambiará con éxito el enfoque de las elecciones generales de nuevo al historial de Biden, en parte porque es probable que los medios vuelvan a destacar ese tipo de preguntas.

Los demócratas dudan que DeSantis —y mucho menos Trump— pueda deshacerse de su identidad como guerrero de la batalla cultural en una elección general y mantener a los votantes enfocados principalmente en si puede administrar la economía o la frontera mejor que Biden. DeSantis en “su mandato como gobernador y en su campaña para presidente ha duplicado, triplicado y cuadruplicado tanto estas nociones extremas que no puede presionar para deshacerlas ante el público”, argumentó Ferguson, quien se desempeñó como director de comunicaciones para la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2016.

La otra razón por la que muchos republicanos dicen que no les preocupa tanto que DeSantis se identifique tan sin reservas con una agenda social conservadora para las primarias es que creen que puede ayudar —no perjudicar— en una elección general. Las encuestas muestran un apoyo público mayoritario a algunas de las iniciativas específicas que ha defendido en Florida, incluida la prohibición a hablar sobre orientación sexual e identidad de género en los primeros grados y la prohibición de que las niñas transgénero compitan en deportes en la escuela secundaria.

Pero la mayoría de los demócratas creen que, en conjunto, la agenda social de DeSantis resultará menos popular que la suma de sus partes individuales. Creen que muchos votantes indecisos, en particular los habitantes de los suburbios con educación universitaria que abandonaron el Partido Republicano en los años de Trump, verán lo que él llama “derechos de los padres” como intolerancia. “En general, estar del lado de prohibir cosas es malo”, dijo el encuestador demócrata Nick Gourevitch.

El primer discurso de DeSantis en Iowa ofreció un momento de prueba de Rorschach para este debate: podría decirse que su mayor aplauso en la aparición de una hora se produjo cuando declaró que Florida ahora no solo quitará las licencias a los médicos que brindan atención para la afirmación de género a menores, sino que los enviará a prisión. Esa declaración iluminó la sala, pero es probable que horrorice a la gran mayoría de los votantes más allá de la base republicana “que no quieren encarcelar a los médicos, y punto”, dijo Celinda Lake, una encuestadora demócrata que trabajó para Biden en 2020. “Están yendo demasiado lejos”.

El presidente Joe Biden se dirige a la nación desde la Casa Blanca el 2 de junio de 2023. Jim Watson/Pool/Getty Images

Lake predice que los votantes indecisos retrocederán no solo ante la esencia de la ofensiva cultural de DeSantis, sino también ante el estilo retórico agresivo en el que la presenta. “Es divisivo, es intimidatorio”, dijo. “No es lo que quieren las mujeres, en particular”.

Muchos giros son seguros antes de que el Partido Republicano se decida por su candidato. A algunos demócratas les preocupa que incluso si DeSantis gana la candidatura con una agenda social firmemente conservadora, el acto mismo de destronar a Trump lo defenderá del argumento demócrata de que representa otra forma de trumpismo; muy similar a cómo la victoria de Biden sobre el senador Bernie Sanders en 2020 protegió al presidente de las acusaciones republicanas de que era un “socialista”.

Pero la dinámica básica enmarcada por el discurso inicial de DeSantis en Iowa tendrá una gran importancia en la carrera en cualquier escenario. Acosado por todas las difíciles condiciones internas que destacó DeSantis, es probable que Biden luche hasta noviembre de 2024 para convencer afirmativamente a la mayoría de que su desempeño merece otro mandato. Y, sin embargo, el presidente podría ganar ese mandato de todos modos si la mayoría no está dispuesta a confiar la nación a la alternativa republicana.

Lake dice que si bien es difícil en nuestra era altamente polarizada para Biden, o cualquier presidente, lograr y mantener la aprobación de al menos el 50% del país, ese criterio tradicional ya no es un requisito previo para la reelección. Estableciendo un marcador importante, argumenta que Biden "no necesita" la aprobación de la mayoría para ganar en 2024: "Simplemente tiene que tener una mayor favorabilidad que su oponente".

Lo que significa que sea quien sea el candidato del Partido Republicano, Biden deberá hacer que el Estados Unidos de las prohibiciones del aborto y las prohibiciones de libros que DeSantis esbozó en la segunda sección de su discurso de Iowa asuste a más votantes que el retrato de fronteras abiertas e inflación furiosa que pintó el gobernador de Florida en la primera sección.