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Amenazados por planta de gas planes de comunidad negra en el Panhandle

No hace mucho, esta localidad costera rural del Panhandle de la Florida albergaba una próspera comunidad negra, con tiendas y restaurantes de propiedad local y abundantes empleos en la cercana fábrica de papel.

Su comunidad cayó en la decadencia tras el cierre de la fábrica de papel en 1999, pero hoy los habitantes tienen grandes planes para restaurarla y unirla, por fin, con la parte blanca de la ciudad.

Pretenden reinventar el Martin Luther King Boulevard, la vía principal de la zona, con una urbanización de uso combinado, aceras ampliadas y un nuevo museo de historia negra. Han elaborado un plan de reurbanización en el que el turismo y las oportunidades inmobiliarias se convierten en el eje central.

Para apoyar su sueño, los habitantes habían conseguido tres subvenciones de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA), por un total de $850,000, para las necesidades sanitarias y de vivienda, las reparaciones tras el huracán Michael en 2018 y el legado de contaminación dejado por la fábrica de papel. Acaban de conseguir otra en abril de la administración del presidente Joe Biden, destinada a encontrar soluciones naturales a las frecuentes inundaciones que afectan a la comunidad.

“Por lo que vemos que ocurre al otro lado de la ciudad, sabemos que es posible”, dijo Dannie Bolden, activista que trabaja incansablemente por la comunidad. Creció aquí y ahora es vicepresidente de la North Port St. Joe Project Area Coalition, un grupo local cuyo objetivo es reurbanizar la comunidad. Tiene una cara redonda, una sonrisa cálida y una perilla gris.

Pero funcionarios electos y una empresa energética con sede en Miami, Nopetro Energy, tienen otros planes: una planta de gas natural licuado (GNL) en las mismas 60 hectáreas, ahora vacías y llenas de maleza, donde una vez estuvo la fábrica de papel.

La planta constaría de tres enormes refrigeradores que enfriarían el gas natural a una temperatura extrema de -260 grados Fahrenheit, convirtiendo el combustible fósil en líquido. A continuación, el gas se cargaría en contenedores y se transportaría en camión un cuarto de milla hasta un muelle, donde una grúa izaría los contenedores en cargueros con destino al Caribe y América Latina.

Los 1,300 pies son un detalle crucial porque han permitido a Nopetro seguir adelante con la planta sin ninguna supervisión de los reguladores federales, evitando a la empresa energética un largo y costoso proceso de revisión medioambiental en el que habría participado el público, dijo Tyson Slocum, director del programa de energía de Public Citizen, un grupo de defensa del consumidor en Washington.

Más bien, la Comisión Federal de Regulación Energía (FERC) consideró que, dado que el gas licuado se transportaría en camión en lugar de por tuberías directamente a los barcos que esperaban en el muelle, la planta quedaba fuera de la jurisdicción de la comisión.

“Si nos fijamos en los detalles del diseño de Nopetro, está claro que trabajaron con abogados para diseñar y orientar intencionadamente su terminal con el fin específico de eludir la supervisión de la FERC”, dijo. “Por eso este caso es tan descabellado. La FERC está tergiversando el sentido común y el lenguaje legal. Es una locura que tengamos que presentar esta demanda”.

Slocum cree que la comisión, al conceder la exención, está sentando un precedente que abre una laguna legal, abriendo paso a plantas de GNL similares en todo el país. Su organización ha presentado una demanda ante el Tribunal de Apelaciones de Circuito del Distrito de Columbia para que se revise la decisión.

Mientras tanto, en Port St. Joe, la planta de GNL propuesta ha generado una oposición generalizada, entre habitantes blancos y negros, pero se ha beneficiado notablemente del apoyo silencioso pero deliberado del representante estatal Jason Shoaf, un republicano local. Shoaf es vicepresidente de la St. Joe Gas Company, Inc., que conecta con el enorme gasoducto interestatal que suministraría gas natural a la planta. El padre de Shoaf, Stuart Shoaf, es el presidente.

En Port St. Joe, todos los planes de reurbanización se han paralizado en la comunidad negra de la ciudad para que los habitantes puedan dedicarlo todo a impedir la construcción de la planta de GNL, dijo Bolden.

“Nuestra carga cultural por la injusticia medioambiental ya era la más alta que pensábamos que podía ser”, dijo, “¿y ahora van a poner esto encima?”.

“Esta comunidad se merece algo mejor”, dijo Lynn Peters-Lewis, que también creció aquí y regresó tras jubilarse de su carrera en IBM en Nueva York. Vive en Peters Street, que lleva el nombre de su abuelo. “Me gustaría que estos funcionarios electos pensaran más a fondo, adoptaran nuevas ideas, fueran transparentes sobre lo que hacen y piensan y escucharan lo que quiere la gente que los eligió”.

La expansión del GNL en la costa del Golfo

En todo el país, las exportaciones de GNL están en auge. Hasta 2014, Estados Unidos no enviaba nada de GNL al extranjero. El año pasado, el país se convirtió en el primer exportador mundial, con ocho terminales en funcionamiento y más en camino. Las exportaciones se han visto impulsadas por la industria petrolera, que ha experimentado un descenso de la demanda interna a pesar de que la producción se ha disparado.

Muchas de las terminales de exportación se agrupan a lo largo de la costa del Golfo de México sobre Louisiana y Texas, en comunidades negras es hispanas que ya albergan una concentración de contaminantes terminales de petróleo y gas y plantas petroquímicas, las mismas comunidades que son las más vulnerables a los efectos del cambio climático, como temperaturas más altas, el aumento del nivel del mar y huracanes más dañinos, dijo Morgan Johnson, abogado principal del Natural Resources Defense Council.

“Esta industria y su expansión se están beneficiando realmente de un marco regulador débil”, dijo. “Se trata de comunidades, muchas de las cuales ya se han visto muy afectadas por los fenómenos meteorológicos extremos y la recuperación de huracanes y tormentas, por lo que es problemático que estos proyectos se lleven a cabo en estas comunidades vulnerables”.

Muchos activistas del medio ambiente afirman que las enormes inversiones en nuevas infraestructuras de GNL, como instalaciones de licuefacción y terminales de exportación, representan una mala estrategia en la transición mundial hacia una energía más limpia, porque fijan la dependencia de los combustibles fósiles. Afirman que, a medida que se expanda la industria del GNL, será casi imposible impedir que las temperaturas superen el umbral de 1.5 grados centígrados que, según los científicos, es necesario para evitar los peores efectos del cambio climático.

North Port St. Joe

En Port St. Joe, varias líneas ferroviarias delimitan la parte negra de la ciudad, llamada North Port St. Joe, segregando a la comunidad de las tiendas y restaurantes playeros que atraen a los turistas en el otro extremo de la ciudad. El solar vacío de la antigua fábrica de papel representa otro límite, que aísla aún más a la comunidad de la Bahía de St. Joseph y el Golfo de México.

“El nombre de North Port St. Joe indica que siempre ha estado segregado”, dijo el pastor Chester Davis, de la Philadelphia Primitive Baptist Church, quien creció aquí y ha vivido aquí la mayor parte de su vida. Veterano de Vietnam, llevaba una camiseta con una bandera estadounidense, un águila y otros símbolos patrióticos que contrastaban fuertemente con su tranquila conducta. Su iglesia, una pequeña estructura pintada de blanco, tiene unos 60 miembros.

La historia de North Port St. Joe se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los habitantes originales de la comunidad se asentaron aquí por las industrias locales de la pesca, la trementina y la madera. La St. Joe Paper Company, como se llamaba entonces, abrió la fábrica de papel en 1938, fabricando productos como cartón de recubrimiento y cajas de cartón corrugado. Joe Company, como se la conoce ahora, es una de las principales terratenientes del estado, con intereses en el sector inmobiliario y maderero. La empresa sigue siendo propietaria de la fábrica de papel donde se ubicaría la planta de GNL propuesta, pero es una entidad separada de la St. Joe Gas Company.

La fábrica de papel era anterior a la norma de la EPA y arrojaba cenizas y otras emisiones a la atmósfera, al tiempo que vertía arsénico, plomo y otras sustancias químicas peligrosas en el suelo y el agua, según un informe presentado por Earthjustice, un grupo activista medioambiental, en apoyo de la demanda de Public Citizen sobre la exención de la FERC.

En la actualidad, las viviendas adyacentes a la fábrica de papel vacía donde se construiría la planta de GNL siguen hundiéndose y hundiéndose, con grandes grietas que surgen de los cimientos dañados, a medida que los residuos enterrados se descomponen y se asientan.

La St. Joe Company no respondió a las solicitudes de comentarios.

No obstante, Davis recuerda con cariño su infancia en North Port St. Joe.

El pastor Chester Davis luchó en Vietnam y ahora lucha contra la planta de GNL propuesta en nombre de su comunidad. Cree que la planta "representa una destrucción de lo que hemos superado desde la fábrica de papel". Amy Green Inside Climate News/Florida Climate Reporting Network
El pastor Chester Davis luchó en Vietnam y ahora lucha contra la planta de GNL propuesta en nombre de su comunidad. Cree que la planta "representa una destrucción de lo que hemos superado desde la fábrica de papel". Amy Green Inside Climate News/Florida Climate Reporting Network

“Cada familia cuidaba de las demás. Así lo veía yo de niño”, dijo Davis. “Era una comunidad bien cuidada, porque éramos autosuficientes. Lo único que no teníamos en los años 50 era un banco. Teníamos todos los moteles, sitios para comer y estaciones de servicio. Teníamos algunos consultorios médicos y dispensarios”.

Tras el cierre de la fábrica, muchos vecinos de North Port St. Joe se quedaron con pocas opciones, y la comunidad languideció. Con el tiempo, para reactivar la comunidad, algunos de los habitantes formaron varias organizaciones, entre ellas la Pioneer Bay Community Development Corporation, cuyo objetivo era hacer frente a problemas locales como la pobreza, la privación de derechos y la pérdida de población. El administrador municipal de Port St. Joe, Jim Anderson, afirmó que los dirigentes han invertido millones de dólares en los últimos años en mejoras locales, también en North Port St. Joe.

Los residentes de North Port St. Joe soñaban con limpiar sus terrenos contaminados, situar sus casas en tierra firme e integrar Port St. Joe de una vez por todas. El futuro parecía brillante.

En lugar de eso, la comunidad se encontró con una sorpresa.

Durante años, los lugareños no supieron nada

Hace dos años, mientras supervisaba los principales expedientes legales presentados ante la FERC en Washington, Slocum, analista de energía de Public Citizen, se fijó en uno de Nopetro en el que solicitaba una exención jurisdiccional que abriera paso a la planta de GNL de Port St. Joe, Florida.

Slocum dijo que reconoció de inmediato la importancia de la solicitud y que su organización protestó por ella. Pero un año después, la FERC desestimó la protesta y concedió la exención a Nopetro.

“Sabíamos que se estaban moviendo los engranajes para acabar recurriendo”, dijo Slocum. “Así que empezamos a contactar con la comunidad local para averiguar si la gente estaba preocupada”.

Slocum localizó el número de teléfono de Dannie Bolden, de la North Port St. Joe Project Area Coalition, y llamó al activista.

“Quiero hablar con usted sobre la propuesta de terminal de exportación de gas natural licuado”, recuerda Slocum que le dijo a Bolden.

“¿De qué está hablando?”, recordó que respondió Bolden.

Puede ser difícil hablar con Bolden porque a menudo le llaman habitantes que necesitan su ayuda. Ese día, al teléfono con Slocum, dijo que no sabía nada de ninguna planta de GNL en Port St. Joe. Le pidió un poco de tiempo y, tras colgar, dijo que se puso en contacto con el representante estatal Jason Shoaf, con quien Bolden mantenía una relación de trabajo.

“Esto no va a suceder”, dijo Bolden que le respondió el representante estatal. “’Eso es solo gente inventando cosas’”.

Pero cuando Bolden volvió a llamar a Slocum al día siguiente, este envió por correo electrónico a Bolden una carta que Shoaf había enviado a la FERC en 2021 en apoyo de la planta y de los empleos locales que, según Shoaf, crearía la planta.

“Básicamente nos mintió”, dijo Bolden refiriéndose al legislador. “Sentí que básicamente no se nos tenía en cuenta como comunidad”.

Shoaf no respondió a las peticiones de comentarios.

El representante federal Neal Dunn, republicano de Panama City, envió igualmente una carta de apoyo a la planta a la FERC.

A pesar de que los vecinos de North Port St. Joe recién se enteraron de la propuesta de la planta de GNL en 2022, la planta había estado en obra desde 2020, cuando Nopetro había negociado un acuerdo de suministro de gas y arrendamiento con la St. Joe Gas Company y la St. Joe Company, que actuaba como agente de la Autoridad Portuaria, dijo Slocum.

Nopetro no respondió a las peticiones de comentarios.

Los vecinos de North Port St. Joe colaboran ahora con el Florida Center for Government Accountability, un grupo sin fines de lucro especializado en el acceso a los registros públicos para comprender mejor lo que sabían los funcionarios locales y cuándo lo supieron.

Oposición creciente

La planta de GNL tendría un gran impacto en Port St.Joe. El Departamento de Energía de Estados Unidos autorizó a Nopetro a exportar hasta 51,750 millones de pies cúbicos de este combustible fósil al año, incluidos los envíos desde este puerto y otros de la Florida, como Panama City y Tampa. Esto significa que la empresa energética pudiera licuar el gas natural en Port St. Joe y exportarlo desde el muelle de aquí o transportarlo en camión a otro puerto, generando envíos de mercancías peligrosas y congestión de tráfico para esta pequeña ciudad.

Las instalaciones de GNL liberan contaminantes atmosféricos peligrosos para la salud humana, como partículas, óxidos de nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles y monóxido de carbono. En Port St. Joe, la planta incluiría la quema in situ de diversos contaminantes, explicó Slocum. Además, se produciría un intenso tráfico de barcos desde y hacia el puerto, lo que afectaría a la frágil bahía de St. Joseph, según Public Citizen.

El sitio también sería vulnerable a los huracanes y a las inundaciones provocadas por las mareas de tempestad. El huracán Michael, una de las tormentas tropicales más poderosas que haya azotado Estados Unidos, tocó tierra en 2018 a unas 12 millas de distancia, cerca de Mexico Beach. North Port St. Joe evitó lo peor de los daños, pero el huracán dejó al descubierto problemas subyacentes como el hundimiento, el deterioro de las casas y la falta de seguros de propiedad, ya que muchas casas aquí han pasado de generación en generación.

A medida que se corría la voz sobre el proyecto de la planta de GNL, crecía la oposición. Una reunión comunitaria celebrada en enero atrajo a 150 vecinos blancos y negros al Centennial Building de la localidad, construido en 1938 para conmemorar el centenario de la redacción de la Constitución de la Florida, lo que obligó a los organizadores a colocar sillas adicionales para acomodar al numeroso público de esta pequeña ciudad.

Slocum voló desde Washington e hizo una presentación que incluía documentos públicos que su organización había obtenido y que mostraban que los funcionarios locales creían que la “primera fase” de la planta generaría solo 12 empleos, aunque un administrador del condado había declarado previamente al periódico local que la cifra pudiera ser mayor si se tenían en cuenta los empleos relacionados con el puerto y el transporte.

Los funcionarios del condado ya habían acordado enviar una carta de apoyo a la St. Joe Company, pero durante la reunión un abogado del condado dijo que la carta solo pretendía ser una solicitud de información. Los funcionarios municipales no han expresado su apoyo ni su oposición al proyecto. Anderson, el administrador municipal, dijo a la ICN que los dirigentes quieren más información de Nopetro.

Lynn Peters-Lewis regresó a North Port St. Joe tras jubilarse. Vive en Peters Street, que lleva el nombre de su abuelo. 'Este es mi hogar', dice.
Lynn Peters-Lewis regresó a North Port St. Joe tras jubilarse. Vive en Peters Street, que lleva el nombre de su abuelo. 'Este es mi hogar', dice.

Public Citizen presenta una demanda

Hay dos formas principales de cargar GNL en los buques de carga. La primera consiste en tuberías y bombas que transportan el combustible fósil a un tanque de almacenamiento aislado y luego directamente a los buques. El segundo se basa en contenedores que pueden transportarse en camiones, barcos y vagones de ferrocarril. El Departamento de Energía afirma que la exportación de GNL mediante contenedores crea un gasoducto virtual para los países que carecen de infraestructura o que no están cerca de un puerto que pueda recibir grandes buques cisterna. Esto hace que el GNL sea más accesible para las islas, por ejemplo.

Desde mediados de la década de 2010, la FERC ha establecido a través de una serie de decisiones que la comisión carece de autoridad sobre las terminales de exportación que no se conectan a un gasoducto, o que no cargan el GNL directamente en buques de carga, como en Port St. Joe.

En 2022, una serie de grupos activistas, entre ellos Suwannee Riverkeeper, Kissimmee Waterkeeper y Our Santa Fe River Inc., todos de la Florida, presentaron una petición de reglamentación ante la FERC solicitando que la comisión revirtiera el precedente. Los grupos afirmaron que, aunque instalaciones exentas como la de Port St. Joe deben cumplir las mismas leyes federales que las instalaciones no exentas, pero no existe ningún organismo federal que garantice su cumplimiento. Tampoco hay participación pública en el proceso de ubicación y construcción. La petición también señalaba que en la Florida el GNL no está regulado, y no hay agencias estatales o locales que se encarguen de ese tipo de supervisión.

“Todo lo que hay que hacer es obtener un permiso local de uso de suelo, que concede el concejo municipal o la junta local de zonificación, y ese proceso a veces ni siquiera requiere notificación pública”, dijo Slocum, cuya organización no participó en la petición de reglamentación. “¿Cómo puede un gobierno local reunir los recursos necesarios para examinar las repercusiones que tendría una terminal de GNL?”.

Los alegatos orales en el caso federal se esperan para este otoño, y la decisión pudiera llegar a principios del año que viene.

Este artículo se realizó en colaboración con la Florida Climate Reporting Network, una iniciativa de varias redacciones fundada por el Miami Herald, el South Florida Sun Sentinel, el Palm Beach Post, el Orlando Sentinel, WLRN Public Media y el Tampa Bay Times.