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América Latina: los líderes bolivarianos se apropian del triunfo del sí en Chile

CARACAS.- "Mi felicitación, reconocimiento y admiración al pueblo chileno que hoy (por ayer) se volcó a las calles y centros electorales para decidir el futuro de su Constitución y acabar con el pinochetismo. Se abren las grandes alamedas para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva Allende!". Nicolás Maduro celebró de forma poética el triunfo del sí en el plebiscito chileno, segunda etapa de la resurrección del "ideal bolivariano", tal y como lo bautizara el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, tras el triunfo del MAS en Bolivia.

Un alborozo compartido con su huésped durante el fin de semana en Caracas, Evo Morales, quien apostó porque el "nuevo pacto social" en Chile sirva para la "integración de nuestros pueblos".

Tras la histórica votación, ¿cómo sigue el proceso constituyente en Chile?

Tan convencidos están ambos del resurgir revolucionario en América Latina que el líder indígena llevó hasta Venezuela un regalo muy especial para su gran aliado: su último libro, en el que relata su exilio en México y Argentina y apuesta por el crecimiento del movimiento socialista.

"Lo presentan como un éxito, como un hijo propio, olvidando al mismo tiempo el fracaso de la gestión de Maduro", desvela para LA NACIÓN Carlos Malamud, investigador de América Latina del Real Instituto Elcano.

"Es una jugada mediática para tratar de avivar una imagen que sus aliados están obteniendo una victoria, cuando la realidad es más complicada. Entre quienes han promovido la convención constitucional en Chile también hay sectores muy críticos con Maduro", precisa el internacionalista Mariano de Alba.}

Para Malamud, "la situación hoy es muy distinta a la primera década del siglo en la región. Todos ellos van a tener que gestionar la crisis provocada por la pandemia con pocos recursos, como se verá en Bolivia muy pronto".

El investigador principal del Real Instituto Elcano traza un paralelismo entre Chile y Bolivia: "La derecha boliviana se hizo el harakiri. Arce obtuvo siete puntos más que Evo porque le victimizaron y todos los que habían tomado distancia temieron que las conquistas de los últimos años. Persecuciones, exilios, acusaciones. El gobierno interino polarizó cuando el principal beneficiado de la polarización es el MAS. Y todo ello con una oposición dividida".

"En Chile ha pasado algo parecido a Bolivia. Cuando el presidente Piñera convocó el año pasado el plebiscito para acallar las protestas, la derecha comenzó con el no, oponiéndose a cambiar nada. Otro suicidio político que ha posibilitado a Maduro, Morales y compañía presentarse como los grandes ganadores cuando el gran ganador es el pueblo chileno", concluye Malamud.

"Estos procesos no benefician a la izquierda populista aunque sí debilitan el frente anti izquierda populista en la región, en la medida de que pueden ir llegando al poder gobiernos que rebajen la tensión con ellos. Toda postura moderada implica el dejar hacer, al margen de las simpatías personales con las revoluciones", aporta el historiador Armando Chaguaceda, especialista en revoluciones, quien vaticina en el horizonte una "cierta finlandización en un sector de la izquierda moderada". Durante la Guerra Fría, Finlandia consolidó sus ideales democráticos mientras apostaba por ser neutral en política exterior, "una neutralidad que dejó hacer (a los soviéticos)".

El siguiente paso en la hoja de ruta revolucionaria son las elecciones en Ecuador, previstas para febrero de 2021. "Una de las claves fundamentales es cómo va a acabar su presidencia Lenín Moreno. Será decisivo. La crisis económica puede beneficiar al candidato de Correa mucho más que la 'olita' bolivariana", pronostica Malamud.

La gran paradoja es que el bloque radical es "incapaz de hacer lo que hicieron los chilenos ahora", resume Chaguaceda. Prueba de ello es el proceso constituyente montado en Venezuela en 2017, sin referéndum previo, con las votaciones no representativas y con la urnas rellenadas con al menos un millón de votos para que no lucieran tan vacías.

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Tres años después, la Asamblea Nacional Constituyente creada entonces no ha redactado ni un solo artículo de la nueva Carta Magna. Maduro reconoció por fin que no fue creada para escribir una nueva Constitución. Su objetivo era tomar por la fuerza los poderes legislativos del Parlamento y perseguir a la oposición.