Alumna de la preparatoria Booker T. recibe una buena beca. Es la primera de su familia en ir a la universidad

Cuando su hermano murió en un tiroteo en Overtown en 2011, Azorea McGill pensó que su vida había terminado.

“Me morí. Sentí que había muerto con él”, dijo McGill, de 18 años. “Fue devastador. Pensé que no llegaría lejos después de eso”.

Aun así, la estudiante de último año de la preparatoria Booker T. Washington siguió adelante. Se centró en sus calificaciones y participó en actividades extracurriculares, como Sports Konnect, una organización sin fines de lucro de Miami que usa el deporte para enseñar a los niños a resolver problemas. Allí, inspirada por la memoria de su hermano, completó un proyecto para estudiar por qué los niños y los jóvenes entran en las pandillas y enseñó a estudiantes de primaria sobre Ciencias, como incluyendo Ingeniería y Robótica.

Además, trabajó en un turno de 6 p.m. a 2 a.m. de viernes por la noche a sábado por la mañana en House of Mac, un restaurante de comida soul de Miami, y luego en turnos de fin de semana en Red Rooster, el popular restaurante de Overtown, por $14 la hora. Quería ahorrar dinero para comprar una MacBook y ayudar a su madre, que es guardia de seguridad y conductora de reparto de UberEats, a llegar a fin de mes, debido a su padre ausente.

El martes, los esfuerzos de McGill, que incluyen 465 horas de servicio comunitario y un GPA de 3.6, fueron reconocidos. El Biscayne Bay Kiwanis Club, una organización de voluntarios con 72 años de antigüedad en el sur de la Florida que ayuda a niños de Overtown, Allapattah y Midtown Miami, le otorgó una beca valorada en $30,000. La beca Kiwanis, junto con otras becas y asistencias que recibió, debería cubrir la mayor parte de sus gastos durante los cuatro años.

Desde 2012, el club ha otorgado una beca a un estudiante que se gradúa de Booker T. Washington, la escuela preparatoria afroamericana más antigua de Miami, inaugurada en 1926.

McGill se rompió en llanto cuando se enteró de la noticia durante un evento especial de becas en el auditorio de la escuela de Overtown. Asistieron unas 300 personas, vestidas de gala y traje.

“Estoy nerviosa, emocionada”, dijo McGill, momentos después de recibir el enorme cheque.

Con el dinero, McGill planea asistir a la Universidad Estatal de Alabama en Montgomery y estudiar Química. Será una estudiante universitaria de primera generación. Su objetivo es convertirse en científica forense, porque es “entrometida”, dijo, y le gusta resolver rompecabezas; en última instancia, quiere influir en el sistema de justicia penal y usar mejor el ADN para evitar que personas inocentes acaben entre rejas.

‘¡Lo conseguimos, mamá!’

El abogado miamense Rick Freedman, presidente de las becas y ex presidente del Club Kiwanis, dijo que la historia de la ganadora de este año era conmovedora.

“Una vez que tomamos la decisión la otra noche, me senté a escribir el discurso, como hago siempre. Y se me llenaron los ojos de lágrimas y me puse nervioso cuando lo escribí y luego cuando lo leo aquí arriba... Me emociona mucho saber que en las siguientes dos palabras con su nombre, estoy cambiando su vida para siempre”, dijo. “Es realmente genial”.

Freedman dirige una comisión de cuatro socios del club que leyó unas 300 páginas de solicitudes. A continuación, entrevistaron a cada uno de los candidatos hasta elegir 15, antes de reducirlos a cuatro finalistas. Los cuatro se sentaron el martes entre el público a la espera de escuchar el nombre del ganador.

McGill, que fue presidenta de su clase, presidenta del club de teatro y miembro de otras organizaciones estudiantiles, dijo que no pudo dormir el lunes por la noche, pero que sabía que sería feliz independientemente de quién ganara.

Freedman, que trabaja con escuelas del centro de la ciudad desde la década de 1990, se unió a Kiwanis porque un juez la invitó una vez a comer en el club. Amante de la filantropía, Freedman encajó perfectamente.

“Nací con las fichas adecuadas en el lado correcto de la ciudad, con el color de piel adecuado, con los padres y la familia adecuados, y tuve todas las oportunidades del mundo para triunfar. Entiendo que no es así para todo el mundo”, dijo Freedman, que se graduó de la secundaria Miami Beach y de la Universidad de la Florida.

El club solo trabaja con Booker T. Washington por ahora, pero pronto podría conectarse con otras escuelas como la escuela preparatoria Miami Central en West Little River y la preparatoria Miami Jackson en Allapattah.

El club recauda fondos principalmente a través de una gala anual que atrae a cientos de donantes, así como otros eventos y contribuciones individuales.

Después de entregarle el honor el martes, Freedman y McGill salieron del auditorio para llamar a Monique Kyles e informarle del logro de su hija.

“¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío!”, dijo Kyles, animada por el altavoz del teléfono. “Es increíble. No tengo palabras”.

“¡Lo logramos, mamá!” gritó McGill.

“Sí, lo logramos”, respondió su madre en un susurro.