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Alerta roja: el rugby profesional argentino tambalea, Jaguares en riesgo de desaparecer y el temido efecto cascada

El rugby no le escapa a esta nueva realidad o "nueva normalidad", como anticipan filósofos y pensadores que se vendrá cuando se termine la parálisis global por la pandemia. Jaguares, por su carácter sui generis, es uno de los equipos que más sufrirá el cambio en el corto plazo. Es un hecho que en 2021 su naturaleza se verá afectada profundamente. La posibilidad de quedar al margen del Super Rugby, y por lo tanto desaparecer, no puede ser descartada.

Con las fronteras cerradas, Australia y Nueva Zelanda decidieron armar sus propios Super Rugby locales con sus propias franquicias. También en 2021. De esta manera, deja a Jaguares en un limbo que excede a las cuestiones geográficas. Un grupo de los jugadores más renombrados de Jaguares ya fue advertido por la UAR que se revisarán los contratos y recibieron vía libre de negociar, si así lo quisieran, con clubes del exterior.

Hoy, cuando todo es incertidumbre, la mejor alternativa que aparece es aliarse una vez más con Sudáfrica. De concretarse, sería un equipo distinto al que conocimos hasta ahora, incluso con una finalidad distinta. Y aun así, hay chances de que sea inviable.

Después, en 2022, si el coronavirus deja de ser una amenaza, se verá si conviene retomar el rumbo anterior o si el realineamiento impulsa un formato superador.

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Según pudo saber La Nación, los jugadores de Jaguares tuvieron un recorte del 30% de sus salarios desde que se paralizó el rugby. En Nueva Zelanda y Sudáfrica llegó al 40% y en Australia escaló hasta entre el 60 y el 80%. En la Argentina se suma un agravante: ESPN, que tiene los derechos del Super Rugby en el país, ya no tiene competencia desde el momento en que Disney, la empresa madre, compró Fox Sports. La parálisis y el carácter imprevisto de la pandemia le abren la puerta para reformular el contrato.

La pandemia provocó una crisis inmediata, pero también conlleva efectos colaterales. La suspensión del Super Rugby 2020 y de la ventana internacional de julio fueron las primeras víctimas. Si no hay competencia, no hay televisación, los contratos con los patrocinadores quedan en una especie de nebulosa legal y los ingresos disminuyen abruptamente.

Esto se suma a la crisis preexistente, sobre todo en Australia y en menor medida en Nueva Zelanda, donde aun antes de que la pandemia cambiara todo ya había voces que pedían por distanciarse de Sudáfrica y la Argentina. Principalmente por todo lo que conlleva los viajes a otros hemisferios y husos horarios: de gastos, principalmente, y de desgaste de los jugadores, por el otro. El fracaso de Nueva Zelanda en el Mundial de Japón no contribuyó. Entonces sacaron provecho de la situación contractual para realinear sus filas. Esto no implica necesariamente la disolución del Super Rugby ni de la Sanzaar.

El acuerdo entre Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y la Argentina finaliza el 31 de diciembre del corriente año. Durante 2019 la Sanzaar anunció que entre 2021 y 2025 el Super Rugby pasaría a jugarse con 14 equipos (no se le renovaba la confianza a Sunwolves de Japón) y otro formato, de 13 fechas todos contra todos más playoffs. Sin embargo, Australia, de los cuatro países involucrados el de peor rendimiento en los últimos cinco años, a marzo de 2020 estaba en plena negociación por los derechos televisivos, que en todos los casos es la fuente de ingreso principal y decisiva. Sobrevino el Covid-19 y el vínculo por los próximos cinco años no se llegó a rubricar. Y ahora Australia y Nueva Zelanda optaron por resguardar primero sus propios intereses. Lógico.

Ante esta situación, Jaguares queda en una posición de vulnerabilidad extrema. Nueva Zelanda tiene cinco franquicias y puede sostener por sí sola un certamen ultraprofesional. El Super Rugby local comienza el 13 de junio. Australia tiene cuatro y va a sumar a Western Force, desafiliado en 2018, y quizás a Sunwovles, aunque no le resultará sencillo autosostenerse, ya que el rugby está en retroceso. El certamen 2020 tiene fecha de inicio el 3 de julio y lo replicará el año próximo.

Sudáfrica está más complicado por la propagación del virus. Pensando en 2021, tiene jugadores, equipos y público de sobra, pero también ya tiene un certamen profesional propio (la centenaria Currie Cup) que le resta sentido a otra competencia local.

¿Cuál es el objetivo de máxima al que puede aspirar Jaguares hoy? Que el Super Rugby 2021 se juegue de manera local e integrarse a Sudáfrica. Si a partir de los playoffs se pudieran producir cruces internacionales, lo que de alguna manera preservaría la cohesión de la Sanzaar, mejor. Se descuenta el visto bueno de los sudafricanos, históricos aliados del rugby argentino.

Lo que resultaría más difícil de conjugar es la cuestión logística. Instalarse cuatro meses en Sudáfrica, en primer lugar, implica una erogación considerable, aun si el anfitrión cede el alojamiento como ocurrió con Pampas XV durante los cuatro años que jugó la Vodacom Cup (2010/2013). Pero esto es lo de menos. En primer término, despedirse de Vélez y jugar todos los partidos en Sudáfrica representa una merma en el atractivo en sí del equipo, lo que lógicamente representará una disminución en el aporte de la televisión (decisivo) y los patrocinadores. Ergo, el presupuesto para el plantel se reduce.

Los principales jugadores, en su mayoría, buscarán nuevos destinos, profundizando la sangría que se produjo luego del Mundial de Japón con las salidas de Pablo Matera, Ramiro Moyano, Tomás Lavanini y Martín Landajo, entre otros de menor renombre. No sólo por una cuestión salarial, pero también por lo que implica, sobre todo para los más experimentados que ya formaron una familia, estar cuatro meses distanciado de sus seres queridos y en un ámbito desacostumbrado para jugadores de elite (ya suenan la Universidad de Pretoria y Potchefstroom, donde estuvo Pampas XV cuando fue campeón en 2011, como posibles albergues).

La pretensión con la que se gestó Jaguares pierde así razón de ser. Desde su aparición en 2016, Jaguares se pensó como un equipo que les permitiera a los jugadores argentinos desarrollarse en el máximo nivel competitivo y con un estilo y un calendario uniformes que les permitiera alcanzar un rendimiento óptimo individual y colectivo a la hora de ponerse la camiseta de los Pumas. Más allá de que esto nunca se haya llegado a plasmar en los cuatro años de existencia, de subsistir debería reinventarse con un sentido nuevo. Lo lógico: el de desarrollar jugadores para tener una base amplia para el seleccionado, que pasaría a estar como hasta 2015 basado principalmente en los que actúan en Europa. En ese sentido, adquiriría un cariz similar al de Pampas XV, aunque en un estrato muy superior de competencia.

Un punto a favor: World Rugby está trabajando en unificar los calendarios del norte y del sur, lo que favorecería esta coyuntura. Además, la crisis también está afectando a los clubes de Inglaterra y Francia, que iniciaron un proceso de recorte de salarios, según un informe del New Zealand Herald. La contratación de jugadores extranjeros se verá limitada.

De cualquier forma, la UAR tendrá un arduo trabajo por delante para conformar un plantel competitivo.

La alianza del sur se mantiene inalterable a nivel de seleccionados. La posibilidad de jugar el Rugby Championship 2020 es concreta. Se disputaría entre octubre y noviembre íntegramente en Australia. Claro que para que esto ocurra, primero la Argentina tendría que mantener un nivel razonable de esparcimiento del virus y luego acordar entre ambos países permisos para atravesar las fronteras y extremar las medidas sanitarias.

Hay un antecedente auspicioso: la NRL (National Rugby League) australiana ya se reanudó con la participación de Auckland Warriors de Nueva Zelanda, que se instaló en Tamworth. Antes de salir a la cancha, debió guardar cuarentena por dos semanas. Claro que Nueva Zelanda está a años luz de la Argentina en materia sanitaria: apenas registra 1154 casos y 22 muertos hasta el último registro del sábado.

Para 2021, se descarta que el Rugby Championship se pueda jugar con este formato si no se normaliza el mundo. El dato no es menor en relación a los Jaguares: entre el 60 y el 70% de los ingresos de la UAR vienen por el lado los Pumas.

El desafío es seguir teniendo a Jaguares y que siga siendo autosustentable. Aunque lo consiga, ya no será lo mismo. Al menos por 2021.