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Alerta en Europa: Orban aprovecha la pandemia y logra poderes ilimitados en Hungría

PARÍS.- "Golpe de Estado", "dictadura agazapada". Los adjetivos indignados de la oposición no alcanzan para calificar la ley que el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, hizo adoptar ayer y que no solo le permite gobernar por decreto y prolongar el estado de emergencia por tiempo indefinido, sino que le otorga, en verdad, poderes casi absolutos.

El texto, criticado también por las ONG y organizaciones internacionales, está oficialmente destinado a favorecer la lucha contra la pandemia de coronavirus, que, en Hungría, país de 9,7 millones de habitantes, ha provocado por el momento 447 casos y 15 muertos.

"La emergencia de un virus pandémico hasta ahora desconocido obliga al Estado a adoptar un orden jurídico especial y tomar medidas de emergencia", justificó hace tres días el secretario de Estado de Gobierno, Balasz Orban (sin relación familiar con Viktor Orban).

Presentado una primera vez al Parlamento el 23 de marzo, el proyecto fue rechazado porque no alcanzó a reunir los 4/5 de votos necesarios para su adopción de urgencia. Este lunes, cuando solo requería dos tercios de los diputados presentes, obtuvo su aprobación sin problemas por 137 votos a favor y 53 en contra.

En Hungría -miembro de la Unión Europea-, pero también en el extranjero, el texto es interpretado como un instrumento destinado a cimentar el control del gobierno nacional-conservador utilizando la pandemia como pretexto.

"Lo que sucede en este momento es simplemente un golpe de Estado. El gobierno húngaro utiliza el estado de emergencia para atribuirle indefinidamente plenos poderes al primer ministro", declaró Peter Jabak, presidente del Jobik, partido de oposición proveniente de la extrema derecha, que recientemente parece haber operado un sensible giro al centro.

El mismo discurso tienen el conjunto de partidos de oposición de izquierda. "Estamos dispuestos a darle al gobierno poderes especiales para administrar la crisis, pero con un límite de 90 días", había explicado Agnès Kuhalmi, diputada del Partido Socialista húngaro.

Y en efecto, si bien la mayoría de los países europeos adoptaron medidas propias del estado de emergencia para hacer frente a la pandemia, todas tienen un tiempo limitado de duración: dos meses en el caso de Francia, por ejemplo. Lo mismo sucede en cuanto a su alcance.

La ley adoptada ayer por los diputados húngaros, por el contrario, estipula que el gobierno "puede suspender la aplicación de ciertas leyes" y hacer adoptar "otras medidas extraordinarias por decreto", con el objetivo muy general "de prevenir, administrar y eliminar la epidemia", y garantizar la seguridad "personal y material de los ciudadanos, así como la economía". El texto no menciona fecha límite.

"En claro, poco importa lo que establezcan las leyes actuales. Cualquiera de ellas podrá ser anulada cuando lo decida Orban", estima Kim Lane Scheppele, profesor de derecho y especialista de Hungría.

Desde su regreso al poder, en 2010, Viktor Orban multiplicó las violaciones del Estado de Derecho, al apoderarse por ejemplo del control de la Corte Constitucional o instalar a uno de sus allegados al frente de la fiscalía de la nación. El dirigente, de 56 años, también puso a los medios públicos de comunicación al servicio de su propia propaganda, mientras sus amigos compraron la mayoría de los medios privados.

El texto votado hoy también hace pasible de cinco años de prisión a todo aquel que "propague mentiras o verdades deformadas" sobre la pandemia. Un mensaje claro no solo para los medios de comunicación, sino también para todos aquellos dirigentes de la oposición que la semana pasada se negaron a votar el proyecto de ley y que hoy se ven acusados de "traidores" por el gobierno.

Orban se defiende y afirma a través de su vocero, Zoltan Kovacs, que la ley está limitada en el tiempo por el poder de revocación del Parlamento y por la pandemia misma, que dice: "Esperemos, se terminará algún día".

Nueve organizaciones de defensa de la prensa lanzaron un llamado a la UE para que se pronuncie contra la ley, mientras que el Consejo de Europa, a través de su secretaria general, la croata Pejcinovic Buric, advirtió la semana pasada que "el estado de emergencia indefinido no puede garantizar el respeto de los principios fundamentales de la democracia". Por su parte, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos afirmó "seguir con inquietud las evoluciones" políticas en Hungría.

Una vez más, Orban rechazó las críticas. "He dicho claramente a esos pesados europeos que no es momento de discutir sobre esas cuestiones jurídicas, sin duda apasionantes, pero teóricas. Ahora hay una crisis, una epidemia, vidas para salvar. Si no pueden ayudar, que al menos no impidan a los húngaros que se defiendan", argumentó.

A su juicio, la ausencia de fecha límite para el estado de emergencia es necesaria, pues, a causa del coronavirus, el Parlamento podría verse en la incapacidad de reunirse.

Xenófobo convencido, al comienzo de la pandemia Orban acusó a los inmigrantes de ser los responsables de propagar el virus: "Son principalmente los extranjeros los que introdujeron esta enfermedad", dijo, antes de desplegar el ejército en todo el país y en varias decenas de empresas estratégicas y cerrar todas las fronteras.