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Alemania está creando un poderoso ejército que revive viejos fantasmas en Europa

A la sombra de las incesantes crisis que agobian a la Unión Europea, un país ha comenzado a forjar un ejército multinacional, una fuerza como no se ha visto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Y pocos parecen notarlo fuera de las altas esferas políticas, demasiado elevadas como para que el ciudadano común se alarme.

La Bundeswehr aspira a fortalecer sus tropas con el aporte de ejércitos de países vecinos (7th Army Training Command – Flickr CC)
La Bundeswehr aspira a fortalecer sus tropas con el aporte de ejércitos de países vecinos (7th Army Training Command – Flickr CC)

Las cicatrices de la última gran contienda no se han borrado del todo en el Viejo Continente. Pero la voluntad de destruir para siempre el militarismo alemán, expresada por los aliados en 1945, ha cedido ante las urgencias de hoy. Berlín está decidida a consolidar su liderazgo político y económico en el seno del bloque europeo. La Bundeswehr, el ejército nacido de las cenizas de la Wehrmacht nazi, sería el núcleo del renovado poderío militar germano, apoyado por unidades de naciones más pequeñas. El sueño de un Ejército Europeo hecho realidad.

El nuevo despertar alemán

Tranquilamente, la Bundeswehr (Fuerza de Defensa Federal) ha iniciado la integración de unidades de países vecinos. Una brigada de blindados de Rumanía se ha unido a la División de Fuerzas de Respuesta Rápida, mientras la 4ª brigada de Despliegue Rápido de la República Checa operará en conjunto con la 10ª División Blindada alemana. Con anterioridad, dos brigadas del ejército de los Países Bajos se habían integrado a las tropas germanas. Y todo bajo la sombrilla del Framework Nations Concept, una doctrina avalada sin mucho entusiasmo por la OTAN.

A primera vista esta cooperación militar carece de novedad, pues sucede entre estados aliados en el seno de la OTAN. Sin embargo, el objetivo de Alemania trasciende los marcos de la alianza atlántica.

La ministra Úrsula von der Leyen ha manifestado su firme voluntad de aumentar el presupuesto militar alemán (1GNC Münster – Flickr CC)
La ministra Úrsula von der Leyen ha manifestado su firme voluntad de aumentar el presupuesto militar alemán (1GNC Münster – Flickr CC)

Desde mediados de 2016 el gobierno alemán y, con particular insistencia, la ministra de Defensa Úrsula von der Leyen, ha expresado su interés en constituir un ejército europeo. Más allá de los discursos, Berlín ha esbozado con acciones concretas, como la mencionada integración de unidades extranjeras en la Bundeswehr, la futura estructura de esas fuerzas armadas multinacionales.

Ante las carencias en hombres y armamento del ejército germano, la potencia europea aspira a apoyarse en sus aliados menores. Luego, la Bundeswehr aportaría fundamentalmente sus capacidades de mando, los servicios de inteligencia y reconocimiento, y la infraestructura de comunicaciones… Dicho de otra manera, el grueso de las tropas en el terreno provendría de los vecinos europeos.

Por otra parte, la fusión de unidades de diversos países y sus pertrechos ofrecería la oportunidad a la industria militar germana de convertirse en la principal proveedora de un eventual Ejército Europeo.

Hasta ahora Berlín ha rechazado la idea de que ese cuerpo militar suplantaría a la OTAN en la defensa europea. Sin embargo, no solo a Alemania le preocupa el paulatino retiro de la presencia militar estadounidense en la región. Frente a un presidente norteamericano que flirtea con Moscú, ¿por qué los europeos dudarían en prepararse para enfrentar por sí solos un conflicto con Rusia?

Uno de los obstáculos a las ambiciones alemanas, el Reino Unido, se ha desvanecido de la ecuación tras el voto favorable al Brexit. Por otra parte, Francia, la otra potencia militar europea, necesita ayuda para lidiar con la amenaza terrorista sobre su territorio. En el este los pequeños países del Báltico y los que tienen fronteras con la antigua Unión Soviética (Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Hungría), además de la República Checa, cuentan con el respaldo de Alemania para enfrentar la hostilidad rusa.

La política exterior alemana, que ha privilegiado la diplomacia después de la Segunda Guerra Mundial, no ha borrado por completo los recelos ante el militarismo germano (Wikimedia Commons)
La política exterior alemana, que ha privilegiado la diplomacia después de la Segunda Guerra Mundial, no ha borrado por completo los recelos ante el militarismo germano (Wikimedia Commons)

El largo camino hacia la cumbre militar

En el clímax de la Guerra Fría, el ejército alemán disponía de medio millón de efectivos. Después de la caída del Muro de Berlín y la fusión con las fuerzas armadas de la RDA, la Bundeswehr fue sometida a un dramático proceso de desarme. En junio de 2016 el número de militares apenas sobrepasaba los 176.000.

Además, los recortes en el presupuesto de defensa provocaron una reducción significativa de las unidades de la Luftwaffe (fuerza aérea), la Bundesmarine (la marina) y de las fuerzas de tierra. Un reporte del inspector general del ejército, entregado al parlamento en 2014, reveló, por ejemplo, que solo 18 de los 64 helicópteros de combate de la Bundeswehr estaban operativos. La falta de piezas de repuesto y en general de equipamiento ha obligado a las tropas a maniobrar con el 70 o el 80 por ciento de sus necesidades cubiertas.

A pesar del renovado interés de Berlín por recuperar espacio en la arena internacional mediante su poderío militar, el camino será largo. Alemania apenas dedica el 1,2 por ciento de su PIB a gastos militares, alrededor de 37.000 millones de euros (más de 41.000 millones de dólares). Esa cifra aún dista del presupuesto de defensa británico y francés, por no hablar del estadounidense, que ronda los 600.000 millones de dólares.

Pero los desafíos internacionales no darán tregua mientras se concreta el posible rearme alemán. Por eso la integración de un ejército multinacional parece la mejor alternativa para fortalecer la seguridad en el seno de la Unión Europea.

Sin embargo, dentro y fuera de las fronteras germanas algunos se preguntan cuál será el fin de este nuevo capítulo del militarismo alemán. La interdependencia militar tejerá necesariamente lazos políticos y económicos que acrecentarán la ascendencia de Berlín en la región. ¿Cómo garantizar que esa hegemonía no termine en un nuevo conflicto europeo? ¿Acaso se puede confiar sin recelos en los designios de un país que protagonizó dos guerras mundiales? ¿Hay otra opción ante la prepotencia rusa y las vacilaciones de Estados Unidos?