Al echar a una asesora de la Casa Blanca, Melania Trump sugiere la suerte de sus opositores

Que una primera dama tenga animadversión o conflicto con un funcionario de la Casa Blanca, e incluso que pida su reconvención o hasta su despido, sería una situación en cierto modo común. Pero lo insólito en lo sucedido recientemente luego de que Melania Trump, esposa del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, exigió en un comunicado la destitución de una alta asesora de seguridad nacional es justamente que ello se haya planteado de manera pública y en tono fulminante y que haya sido avalado de modo inmediato por el mandatario.

No ha habido una explicación oficial de por qué Melania exigió la remoción de Mira Ricardel, la asesora de seguridad número dos de la Casa Blanca, designada apenas en abril pasado y colaboradora cercana del titular de esa oficina, John Bolton. Pero la afirmación en el citado comunicado de que “es la posición de la Oficina de la primera dama que [Ricardel] no merece más el honor de servir en la Casa Blanca” sugiere que un severo diferendo debió darse entre ambas mujeres.

Mira Ricardel (izq), fue despedida de su cargo de asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca tras un diferendo con la primera dama, Melania Trump, que exigió públicamente su destitución. (Reuters)
Mira Ricardel (izq), fue despedida de su cargo de asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca tras un diferendo con la primera dama, Melania Trump, que exigió públicamente su destitución. (Reuters)

Tan severo que habría suscitado esa reacción pública y categórica, posiblemente pensada para dejar muy en claro la jerarquía dentro del círculo de Donald Trump y, quizá, para prevenir que alegaciones o maniobras de otras figuras en ese entorno pudieran evitar o demorar la salida de Ricardel.

Todo ello, por añadidura, se da en momentos en que se han registrado otros despidos fulminantes, como el del secretario de Justicia, Jeff Sessions, hace unos días y cuando hay crecientes rumores de que el presidente Trump estaría sopesando otras sustituciones en posiciones tan importantes como su jefe de gabinete (actualmente el general John Kelly), el secretario de Defensa (el general Jim Mattis) y la secretaria de Seguridad Interior (Kirstjen Nielsen, una figura cercana a Kelly).

Al margen del conflicto que haya tenido con Melania, Ricardel era en sí una figura enérgica pero conflictiva en la Casa Blanca, según lo que han comentado analistas. De acuerdo con CNN, aunque era muy cercana a Bolton, Ricardel se enemistó con Kelly y su segundo, Zach Fuentes, y no tenía una relación buena con Mattis. Se afirma, además, que Ricardel se comportaba de modo irascible ante personal subordinado y que habría frenado o mermado el uso de recursos del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca por parte de la oficina de la primera dama.

Y aunque todo es rumor y especulación, se comenta que la gota (o la marejada) que habría derramado el vaso fue que Ricardel se habría confrontado con Melania por asuntos de cupo de asientos en el avión que llevó a la Primera Dama a su gira por África y por el uso en ese viaje de recursos del citado consejo.

Según Fox News, Ricardel habría querido viajar con Melania a África, pero le fue negado un lugar en el avión por falta de cupo, ante lo cual la asesora amenazó con no enviar personal de su consejo a esa gira.

¿Justifica tal confrontación la exigencia de un cese fulminante en un comunicado público que trasluce una pugna de poder en la Casa Blanca? Quizá hay más gato encerrado.

El general John Kelly, jefe de Gabinete de Donald Trump, también habría tenido conflictos con Melania Trump. Se rumora sobre su salida de la Casa Blanca. (Reuters)
El general John Kelly, jefe de Gabinete de Donald Trump, también habría tenido conflictos con Melania Trump. Se rumora sobre su salida de la Casa Blanca. (Reuters)

Además de ello, se comenta que Ricardel chocó con Mattis en el periodo de transición luego del triunfo electoral de Trump porque el general deseaba designar en puestos del Pentágono a personas que trabajaron en la administración de Obama y que ella no consideraba suficientemente republicanas o trumpistas.

Mattis habría a su vez bloqueado la designación de Ricardel en puestos del Departamento de Defensa y cuando ella arribó, con Bolton, al Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca habría difundido rumores a la prensa sobre la posible salida de Mattis del gobierno y sobre su “no alineación ideológica” con el presidente.

Para colmo, cuenta CNN, Ricardel tampoco tenía buena relación con Kelly y se afirma que ella, incluso, llegó a filtrar historias negativas sobre él a la prensa.

¿Todo eso se acumuló hasta que el diferendo de Melania con Ricardel derrumbó el castillo de naipes? ¿O quizá el diferendo entre la Primera Dama y la asesora fue en sí mayúsculo? ¿El rechazo a Ricardel fue hecho de modo público y tajante para que otros también lo escuchen claramente? No hay modo de confirmarlo pero lo cierto es que el presidente Trump ya ordenó el cese de Ricardel ante el pedido de su esposa y ha quedado claro que la primera dama, por más discreto o retraído que haya sido hasta ahora su papel, goza de un enorme poder cuando decide pronunciarse.

Las triangulaciones de conflictos no terminarían allí. Melania, por su parte, tendría también fuertes desencuentros con el jefe de Gabinete de su marido y, de acuerdo a The Independent, el general Kelly podría salir de la Casa Blanca. Al parecer, Kelly se habría estado negando a autorizar promociones en el equipo de Melania y el propio presidente le habría pedido que se aceptaran las peticiones de su esposa al respecto.

Todo ello ciertamente añade gasolina al fuego que arde en la Casa Blanca, reiteradamente sumida en conflictos, remociones, filtraciones y exabruptos. Eso es en buena medida resultado del temperamento del propio Trump, pero también de la pugna por llenar vacíos, amplificar influencias y avanzar agendas que se da en toda administración, pero que ha tenido un fragor huracanado e inusitado en la presente Casa Blanca.

El hecho de que Melania haya decidido exigir de modo público y tajante el cese de Ricardel es un síntoma de todo ello y, en realidad, añade tensiones y establece precedentes que no necesariamente se alinean con un clima de entendimiento y comunicación en la Casa Blanca. El estilo personal de Trump, y su proclividad a que las cosas en el gobierno se plieguen a su voluntad y a su beneficio propio, ha sido especialmente punzante y causado numerosos escándalos y desencuentros, a veces con ominosas consecuencias a escala nacional.

El comunicado de Melania sugiere que ese drama sería ardiente y quizá inevitable al ser parte de la marca y el estilo de Donald Trump.

El comunicado de Melania Trump exigiendo y logrando el despido de Mira Ricardel mostró que el presidente respalda a su esposa incluso contra altos cargos de su administración. (AP)
El comunicado de Melania Trump exigiendo y logrando el despido de Mira Ricardel mostró que el presidente respalda a su esposa incluso contra altos cargos de su administración. (AP)

Finalmente, queda la pregunta si la reacción de fuerza de Melania es un caso especial, que podría no repetirse, si es parte de una batalla de poder más amplia pero muy específica o si anuncia el arribo de la Primera Dama a un papel de mucha mayor acción y visibilidad.

Por la forma como ella misma se ha desempeñado hasta ahora parecería poco probable que esté dispuesta a escalar al vórtice de las decisiones y los conflictos, pero el precedente está allí, ella tiene la facultad de impulsar sus proyectos y, como ha podido verse una y otra vez, no habría fondo aún para las sorpresas y los vericuetos en la Casa Blanca de Donald Trump.

Así, quien en la administración se oponga o le niegue algo a Melania Trump podría, al menos en la lógica de la especulación desatada por este caso, bien advertido de las posibles consecuencias.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro