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Agricultores japoneses cultivan bananas con piel comestible

El último y revolucionario invento en el mundo de la alimentación son las bananas cuya piel se puede comer, las ‘Mongee bananas‘. Más fina y de un sabor algo distinto a la carne del interior según quienes la han probado, la autoría de dicho hito frutícola es obra de un agricultor japonés que inició la investigación como hobby.

Todo empezó así, como una curiosidad o una afición de Setsuzo Tanka, según han explicado por mail al periódico británico The Guardian responsables de la granja D&T, donde se cultivan estas bananas. En la misma línea que los aguagates sin hueso, la idea de que la piel sea comestible tiene que ver con que comerse esta fruta similar, que no igual, al plátano, sea más “deliciosa y segura”.

En el caso de los aguacates, quitarles el hueso era para evitar lesiones. En el de las bananas porque además de lo poco apetitosa que es su piel ordinaria, por dureza y textura, el hecho de que los productos químicos se queden en su exterior es una razón más que disuasoria para descartarla a la hora de hincarle el diente.

El nombre de ‘Mongee’ para designar a esta variedad significacía ‘increíbles’. En cuanto a recomendaciones de consumo, alcanzan su momento ideal cuando aparecen manchas marrones en su exterior.

Una banana con piel comestible inventada en Japón. El problema, el precio. 4,9 euros por pieza. (Foto: REUTERS/Thomas White/Illustration)
Una banana con piel comestible inventada en Japón. El problema, el precio. 4,9 euros por pieza. (Foto: REUTERS/Thomas White/Illustration)

El método usado para conseguir estas bananas con piel comestible ha sido denominado como ‘freeze thaw awakening”. Traducido al castellano sería algo así como ‘despertar el deshielo’. Según han explicado estos agricultores pioneros se trata de enfriar muy despacio la pieza de fruta durante su crecimiento a una temperatura de menos 60º.

Quienes la han probado, desde el portal de noticias SoraNews24 que cita The Guardian, aseguran que, efectivamente, la piel es más fina que la de los originales lo que la hacía “bastante fácil de comer”. En cuanto al sabor, no se aprecia gran cosa comparado con su interior aunque a algunos les recordaba a la piña.

El principal problema para su consumo, además del hecho de que solo esté disponible en Japón por ahora, es que los lotes que se cultivan son tan pequeños que el precio es desorbitado. Pagar casi 4,9 euros por una sola unidad simplemente por no pelarla o aprovechar su piel, igual no está ni al alcance de todos los bolsillos ni es de interés para la mayoría de consumidores.