Abrevaderos de caballos, tinas y etiquetas: los bautizos se están convirtiendo en una locura

El bautizo de Russell Moore en 1983 fue una ocasión decorosa... o al menos lo más decorosa posible cuando el acontecimiento principal consiste en ser sumergido bajo el agua frente a la congregación entera de la iglesia a la que uno pertenece. La ceremonia se efectuó en un baptisterio formal en el interior de la iglesia de su familia en Misisipi, con una pintura del río Jordán (en el cual Jesús fue bautizado por Juan el Bautista) detrás del tanque. Un órgano se escuchaba suavemente de fondo. Moore vistió una larga bata blanca.

No obstante, hace algunas semanas, cuando fue el turno de bautizar al hijo de 14 años de Moore, Jonah, el ambiente fue muy diferente. Jonah vestía una camiseta. Moore calzaba tenis. Una banda de rock completa, incluyendo la batería y una guitarra eléctrica, sirvió de acompañamiento. Además, Moore, quien es el teólogo público de la revista Christianity Today, sumergió a su hijo en un abrevadero para ganado hecho de acero galvanizado que habían llevado al altar de la iglesia exclusivamente para la ocasión.

Los bautizos se están convirtiendo en una especie de locura.

En el sur de Florida, miembros de Family Church se reúnen en la playa para bautizos vespertinos en el océano, se sostienen entre sí para soportar el embate de las olas y están al pendiente de los tiburones. En Walk Church en Las Vegas, los líderes colocan una tina plegable en el patio de la secundaria que usan para los servicios religiosos de los domingos. En Mansfield, Texas, Creekwood Church renta el Parque Acuático Hawaiian Falls, donde los toboganes se yerguen sobre el lugar de la ceremonia.

“Es probable que hace una década habría pensado que no tener un baptisterio tradicional se sentiría desconectado de mi tradición”, reflexionó Moore algunos días después de la ceremonia de su hijo, que se llevó a cabo en Immanuel Nashville, donde funge como ministro en residencia. “Pero he descubierto que es lo contrario”.

Russell Moore bautiza a su hijo de 14 años, Jonah, en un abrevadero para caballos hace unos meses. (Vía The New York Times)
Russell Moore bautiza a su hijo de 14 años, Jonah, en un abrevadero para caballos hace unos meses. (Vía The New York Times)

Realizar el antiguo ritual cristiano de una manera más informal “refleja que esta no es la iglesia de tu abuela”, dijo Drake Osborn, pastor de Enseñanzas y Liturgia en la Iglesia Grace en Waco, Texas. Su congregación se mudó a un antiguo salón de bolos en 2016, pero nunca consideró instalar un baptisterio integrado. En cambio, la Iglesia Grace usa un modelo en espuma comprado en línea por alrededor de 2,500 dólares.

Una ceremonia ajustada a los nuevos tiempos

El cambio ha tenido lugar a medida que muchos símbolos eclesiásticos previos al siglo XXI han caído en desuso en la cultura evangélica, en especial entre iglesias que se están expandiendo o que están construyendo nuevas instalaciones. Los santuarios ahora son “centros de adoración” y los bancos y los vitrales ya no se utilizan. La luz natural a menudo se elimina para favorecer una estética de teatro negro optimizada para experiencias audiovisuales llamativas y transmisión en continuo en línea.

La arquitectura no es lo único que está cambiando. Los bautizos evangélicos contemporáneos son con frecuencia asuntos estridentes. En lugar de himnos y murmullos apagados, piensa en música de adoración moderna y estruendosa, puños al aire para animar al público, lágrimas y vítores bulliciosos. Hay fotógrafos, estaciones para “selfies” y etiquetas para redes sociales. Una iglesia en Texas llama a su evento frecuente de misa de bautizo una “fiesta de chapuzón”.

También son poco comunes las tradicionales batas blancas. En cambio, muchas iglesias reparten camisetas personalizadas para la ocasión, con eslóganes como “#Lavado”, “#ElMejorDía”, “#NoHayVueltaAtrás” y “#ConozcanAlNuevoYo”. La tela es habitualmente de un color oscuro para evitar que se transparente cuando se moja.

“Vivimos en una era en la que a las personas les agradan las experiencias”, dijo Mark Clifton, pastor de Linwood Baptist en Kansas, que cerró su baptisterio integrado el año pasado y ahora usa una tina inflable. “No es que luzca mejor, pero se siente mejor. Se siente más auténtico, se siente más real”.

La tina, dijo Clifton, también es más fácil de llenar, prácticamente no requiere almacenamiento y permite que la gente se reúna a su alrededor para ver el bautizo de cerca. “No es el contenedor el que importa, es lo que está ocurriendo en el corazón de la persona”, agregó.

La gran desventaja de los baptisterios integrados

El bautismo es una tradición central cristiana que data de los primeros días de la religión. Dependiendo de la teología de uno, el ritual es un componente de la salvación o un símbolo de ella.

En general las instalaciones están basadas en la teología. En tradiciones como la católica, que bautiza a los niños pequeños rociando o vertiendo agua sobre su cabeza, el equipo requerido es mínimo, aunque puede ser muy decorado: un tazón en un pedestal y tal vez una pequeña jarra. Sin embargo, muchos de aquellos que practican el “credobautismo”, o el bautizo voluntario de creyentes como una expresión externa de fe, exigen que la persona (en general, un adolescente o adulto) sea sumergida por completo en el agua. Para las congregaciones en esa categoría, incluyendo a bautistas y carismáticos, eso significa plomería, equipo de calefacción, costos de mantenimiento y potencialmente cientos de litros de agua para cada ceremonia.

El cambio no solo es cuestión de estilo. Los baptisterios integrados son problemáticos. El moho y las fugas causan complicaciones constantes y, debido a que los tanques son más grandes que muchas de las opciones portátiles, tardan más tiempo en llenarse y calentarse. “Mantener baptisterios es muy caro”, dijo Evan Welcher, hasta hace poco el pastor de Vine Street Bible Church, en Glenwood, Iowa, que opera dos grandes edificios eclesiásticos del siglo XIX en la misma cuadra. (Es una larga historia).

En la actualidad, Welcher admira con un poco de envidia las instalaciones más nuevas y notoriamente más modernas.

“Tenemos dos baptisterios y en diferentes momentos ambos tenían fugas”, dijo. “El abrevadero para ganado luce muy simple; luce mucho mejor. Las personas podrían decir: ‘Oh, las iglesias en onda son las que lo hacen, pero en realidad se ve que es mejor”. Vine Street, que ha bautizado a cuatro personas este año, gastó alrededor de 3,000 dólares para arreglar una bomba de calor descompuesta en una de sus instalaciones hace algunos años.

Sin importar el nivel de solemnidad espiritual, el bautizo ofrece un momento de espectáculo, una ventaja especial para tradiciones religiosas como los evangélicos, cuya arquitectura es a menudo utilitaria y quienes más bien enfatizan los cambios invisibles en las creencias personales como el sitio donde ocurre el drama más grande.

La estrella del pop Justin Bieber publicó fotografías en Instagram el año pasado de su bautizo en exterior con su esposa. Fue “uno de los momentos más especiales de mi vida”, escribió. (Anteriormente, había sido bautizado en la enorme tina de una estrella de la NBA; los bautizos repetidos son controversiales en algunos círculos, pero sí los hacen). Otras celebridades, incluyendo a Demi Lovato, Mario Lopez y el artista de hiphop cristiano Lecrae, han sido bautizadas en los últimos años en el río Jordán en Cisjordania.

Adriana Robles, de 21 años, fue bautizada hace algunas semanas en un abrevadero en Momentum Las Cruces, una iglesia de cristianismo no confesional en Nuevo México. Ella fue bautizada cuando era muy pequeña en una iglesia católica, dijo, pero era importante para ella participar como adulta como una demostración de su compromiso con su fe. Estaba nerviosa antes de la ceremonia, dijo, y el agua estaba fría. Sin embargo, al salir del agua en medio del sonido de la música y los vítores, comentó: “Me sentí como que Dios estaba conmigo en ese momento”.

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