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Se abre una grieta en las familias de Hong Kong por las protestas

HONG KONG (AFP).- Durante semanas, Jane ocultó a su madre su participación en las protestas de Hong Kong y fingió que en su mochila llevaba libros, hasta que las desavenencias ideológicas entre ambas se hicieron tan grandes que tuvo que irse de casa.

A medida que las manifestaciones de los últimos 100 días se intensificaban, con millones de personas reclamando a China mayor libertad, Jane discutía cada vez más con su madre, quien se opone al movimiento prodemocracia.

"Después de cada pelea, pasaba una semana sin hablarme", cuenta Jane (un pseudónimo), de 24 años, quien se considera una manifestante moderada.

Ella asegura que intentó explicar a su madre los objetivos del movimiento a favor de una mayor democracia en Hong Kong, pero sus intentos de persuadirla son inútiles.

"Ella cree lo que dice China, cree que a los manifestantes les pagan extranjeros, que son matones. Nunca me cree a mí", lamenta.

Las protestas prodemocracia se desencadenaron hace tres meses con la oposición a un proyecto de ley -posteriormente retirado- que habría permitido las extradiciones al territorio continental chino, pero después fueron convirtiéndose en un movimiento más amplio que reclama mayor libertad y una rendición de cuentas de la acción policial.

Las investigaciones académicas mostraron que la mitad de los manifestantes tienen entre 20 y 30 años, y el 77% tienen estudios.

Según un sondeo de la Universidad de Hong Kong, el porcentaje de ciudadanos que se declaran orgullosos de ser ciudadanos chinos está en su mínimo histórico, un 27%. Y cuando se observa el grupo de entre 18 y 29 años, la proporción cae al 10%.

Los manifestantes más jóvenes del movimiento prodemocracia dicen que suelen chocar ideológicamente con sus padres o con familiares mayores, que creen que la ciudad prosperó desde que Gran Bretaña la devolvió a China, en 1997, o temen la reacción de los líderes chinos si las protestas se radicalizan.

Para muchos de los jóvenes implicados en las protestas, la batalla que se libra en las calles continúa al volver a casa.

"Al principio comíamos en silencio. Era tan deprimente que ahora no regreso a casa hasta que sé que mis padres se fueron a la cama", cuenta Chris (también un pseudónimo), quien se graduó recientemente y empezó a trabajar en un banco importante.

"Creo que es una cuestión de educación. Mis padres fueron educados en China y no les hablaron sobre la democracia y la libertad", señala el joven.

Julia, una estudiante de 19 años, reconoce que las disputas familiares la tomaron por sorpresa. "No me había dado cuenta de lo diferentes que somos hasta este verano", dice. Sus padres no sabían que estaba en la primera línea de las manifestaciones y se enfrentaba con los policías antidisturbios.