A la obstetra que comentó que no importaba si mi hijo ‘no era perfecto’

Recuerdo claramente la visita de la obstetra en el hospital, el día después volvimos a casa con nuestro hijo Alexis. Era nuestro primer hijo y tenía 4 días de nacido. Durante el embarazo supimos que existía un 50% de probabilidades de que desarrollara una distrofia muscular de Duchenne (DMD), pero decidimos seguir adelante con la gestación sin someternos a pruebas genéticas invasivas pues a pesar de todo queríamos mucho a nuestro bebé. Él nació prematuramente, a la semana 35, era un pequeño de 4,56 libras, pero era perfecto.

Alexis, el hijo de Katrina (Foto: Katrina Ruthven)

Mi marido había salido al banco cuando la obstetra llegó a visitarme como parte de su ronda médica postnatal. Revisó al bebé y hablamos mientras él dormía en mis brazos interrumpiéndonos a veces con esos sonidos de satisfacción, adorables y suaves que suelen hacer los bebés. Estoy convencida de que ella solo intentaba ser amable, pero hubo un momento en el que mencionó las pruebas genéticas y la posibilidad de que desarrollara DMD y dijo: “No importa si no es perfecto”.

Miré a mi precioso hijo y le respondí lo que realmente pensaba: “Es perfecto”.

Creo que la perfección es muy relativa y depende de cada espectador. La perfección para mí no significa que su codificación genética sea correcta o tenga el orden adecuado. Tampoco se trata de la apariencia o cualquiera de esas cosas superficiales que en realidad no marcan una gran diferencia. Para mí, la perfección se refiere a cuánta felicidad inspira algo. Lo que nos hace muy felices son las cosas más perfectas. Cuando Alexis nació conocí lo que era la verdadera felicidad, un sentimiento mucho más intenso de lo que nunca pude imaginar.

A pesar de que las pruebas genéticas posteriores demostraron que tiene DMD, para mí, sigue siendo mi niño perfecto. Nuestra felicidad puede ser diferente a la que otros experimentan, pero definitivamente nos sentimos muy felices. Es una sensación agridulce ya que durante este viaje hemos sonreído mucho pero también hemos llorado. Creo que nuestra felicidad se debe a que somos conscientes de cuán importante es propiciar y disfrutar los recuerdos felices en familia, esos que durarán para toda la vida.

Por eso, Alexis sigue haciéndonos felices cada día y continúa siendo nuestro hijo perfecto.

The Mighty
Por Katrina Ruthven, The Alexis Ruthven Trust