Tras un año de pandemia, funcionarios federales diseñan nuevas pautas sobre mascarillas para proteger mejor a más trabajadores

Las autoridades federales anunciaron nuevas medidas para ayudar a distribuir nuevas mascarillas N95 a los trabajadores del sector salud y ampliar su uso en otros sectores, después de que los científicos argumentaran que estas mascarillas de alta protección son esenciales para mantener a los trabajadores a salvo del COVID-19.

Los cambios se producen en un momento en que los fabricantes de mascarillas estadounidenses afirman que la demanda de los hospitales es tan escasa que han despedido a dos mil trabajadores y temen que algunas empresas de equipos de protección nuevos pudieran quebrar. Sin embargo, en una carta dirigida a legisladores, los hospitales citan su preocupación por la escasez de suministros, y afirman que deben mantenerse los límites sobre cuáles trabajadores deben recibir las N95.

Entre las nuevas medidas: La Food and Drug Administration (FDA) planea revocar finalmente su aprobación de la práctica generalizada de la época de la crisis de descontaminar las mascarillas N95 y devolverlas a los trabajadores de primera línea para que las vuelvan a utilizar.

Un funcionario de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) también anunció una modificación de sus directrices, las cuales decían que las mascarillas de protección N95 estaban reservadas a los trabajadores de salud. Ahora son "prioritarias" para esos trabajadores, pero se podrán vender a granel a otros empleadores, una medida que debería impulsar la demanda general.

Un grupo de destacados científicos escribió a la Casa Blanca en febrero, diciendo que una franja más amplia de trabajadores estadounidenses necesita más protección contra el virus transmitido por el aire. Y el 1º de marzo, los fabricantes de mascarillas estadounidenses le escribieron al presidente Joe Biden denunciando un exceso de casi 300 millones de mascarillas N95 o equivalentes fabricadas en este país y que están sin usar en los almacenes.

KHN también informó que, en enero, funcionarios federales aprobaron la exportación de N95 estadounidenses en medio del creciente inventario sin vender, una medida que un líder del sindicato de enfermeros calificó de "inadmisible".

Lloyd Armbrust, presidente de la American Mask Manufacturers Association, dio un giro de 180 grados en su carrera para lanzar Armbrust American y empezar a fabricar mascarillas cerca de Austin (Texas) el año pasado, preocupado por los equipos de protección personal "baratos y endebles" que llegaban del extranjero: "Decidimos tomar cartas en el asunto". Dijo que se sintió satisfecho al ver que los funcionarios federales respondían a las preocupaciones de los fabricantes de mascarillas de Estados Unidos y que espera que las ventas aumenten en los próximos meses.

Pero agregó que ha sido un shock para la industria naciente intentar y fracasar a lo largo de muchos meses para entrar en el mercado de salud estadounidense (dominado por las grandes organizaciones de compra grupal), donde la preferencia por comprar a China está arraigada.

"Quién sabe cuántos trabajadores de la salud se están infectando, tal vez muriendo, por un problema de logística que no existe", señaló. "Eso fue muy frustrante. Como ser humano, me resultaba difícil de entender".

Armbrust dijo que unos 50 fabricantes de mascarillas en Estados Unidos a los que representa la asociación, informaron en una encuesta que han despedido colectivamente a unos dos mil trabajadores en los últimos meses en medio de la escasa demanda. Esperan que algunas empresas quiebren.

Mike Bowen, vicepresidente de Prestige Ameritech, otro fabricante de N95 con sede en Texas, declaró que redujo la producción porque tiene 11 millones de mascarillas disponibles. "Estoy esperando a ver si [el] anuncio de la FDA hace que los hospitales compren más N95", escribió en un correo electrónico. "Si lo hacen, fabricaremos lo que necesiten. Tenemos mucha capacidad de fabricación de N95".

Sin embargo, hasta el mes pasado, la American Hospital Association citó las preocupaciones de la cadena de suministro en una carta dirigida a los legisladores y respaldó las directrices existentes de los CDC que permiten a los trabajadores de salud utilizar una mascarilla quirúrgica a menos que realicen un procedimiento que genere aerosoles. (Aunque algunos expertos alegan ahora que la tos produce más aerosoles que esos procedimientos.)

Otro cambio de los CDC permitiría a los grandes minoristas, como Amazon, vender N95 al por mayor a empresas ajenas al sector salud, dijo Maryann D'Alessandro, directora del laboratorio de tecnología de protección personal del National Institute for Occupational Safety and Health de los CDC.

Los investigadores y los periodistas han observado un elevado riesgo en el lugar de trabajo para los conductores de autobús, los empleados de empacadoras de carne y aquellos en la manufactura y el procesamiento de alimentos que trabajan en condiciones de hacinamiento.

D'Alessandro dijo que la agencia también aprobó varios modelos de respiradores "elastoméricos" duraderos destinados a ser reutilizados, incluido uno de 3M, y firmó un contrato para añadir 375 mil a la Strategic National Stockpile.

Esta medida podría servir para proteger a un mayor número de trabajadores de la salud en caso de que se produzca un aumento de la cantidad de variantes o una nueva pandemia. Los estudios han demostrado que los trabajadores de la salud tienen entre dos y cinco veces más probabilidades de contraer COVID-19 que el promedio de las personas.

KHN y The Guardian contabilizaron más de 3,600 trabajadores de la salud que murieron en los últimos 12 meses, muchos de ellos personas de color y la mayoría que trabajaban fuera de hospitales. En las entrevistas con las familias y colegas, decenas de ellos plantearon su preocupación por la falta de equipos de protección.

A lo largo de la pandemia, a los trabajadores que utilizaban las mascarillas N95 se les pedía de forma rutinaria que las pusieran en una bolsa de papel marrón para poder desinfectarlas con gas, luz ultravioleta u otros medios, y luego se las devolvían para que las volvieran a usar. Las enfermeras se han quejado de que los respiradores, que están diseñados para ser utilizados una vez, vuelven deformados o con un olor químico.

El 9 de abril, la FDA envió una carta a los proveedores de atención a la salud en la que les instaba a "abandonar las estrategias de conservación de la capacidad en caso de crisis", incluida la desinfección y reutilización de las N95 desechables.

La carta es un paso hacia la revocación de las "autorizaciones de uso de emergencia" que permitían a las empresas desinfectar y reutilizar las N95, dijo Suzanne Schwartz, directora de la Office of Strategic Partnerships and Technology Innovation de la FDA.

"Eso nunca pretendió ser otra cosa más que una medida de crisis", dijo Schwartz en una entrevista. "Queremos asegurarnos de que los centros de salud se pongan en situación de tener existencias de respiradores o reutilizables".

Las encuestas realizadas por National Nurses United en noviembre y febrero muestran que alrededor del 80 por ciento de las enfermeras reportaron que utilizaban respiradores reprocesados.

Los cambios son "pequeños pasos" en la dirección correcta, pero se quedan cortos para proteger plenamente a las enfermeras, comentó Jane Thomason, principal higienista industrial de National Nurses United.

Según Thomason, aproximadamente la mitad de los más de nueve mil enfermeros encuestados afirma trabajar en hospitales en los que los pacientes no son sometidos universalmente a pruebas de detección de COVID-19, lo que supone la posibilidad de que los pacientes pre-sintomáticos o asintomáticos infecten al personal.

Las directrices de los CDC actualizadas en febrero, que aconsejan a los trabajadores de la salud el uso de N95 o de mascarillas bien ajustadas para atender a los pacientes con COVID-19, siguen sin ser vinculantes, y permiten a los empleadores equipar a los enfermeros y a otros trabajadores de la salud con mascarillas quirúrgicas en lugar de las N95, más protectoras.

La práctica ha sido polémica incluso después del colapso inicial de la cadena de suministro. Los médicos reaccionaron con fuerza en Twitter a un debate reciente celebrado por la University of Calgary en el que dos académicos señalaron la evidencia de que el COVID-19 se transmite por el aire, lo que justifica la protección N95 para los trabajadores de salud de primera línea.

Otro médico argumentó que el coronavirus se propaga principalmente por gotitas, una posición que mantienen muchos dirigentes de hospitales estadounidenses.

El personal de enfermería pidió al principio de la pandemia un alto nivel de protección contra el virus transmitido por el aire, pero en muchos lugares ha tenido que organizar protestas para conseguirlo o quedarse sin él.

Desde el verano pasado, cada vez hay más evidencia de que los trabajadores de la salud con mascarillas quirúrgicas tenían más probabilidades de contraer coronavirus que los que llevaban respiradores. Investigadores de Harvard y de Israel señalaron casos concretos en los que un paciente o visitante con mascarilla quirúrgica infectó a los trabajadores de salud que también la llevaban.