84 muertos en 5 meses: minoría árabe de Israel se desangra y acusa racismo institucional

Acre (Israel), 30 may (EFE).- La minoría árabe de Israel enfrenta un pico de violencia interna sin precedentes, con 84 asesinatos en cinco meses producto de un cóctel explosivo que mezcla crimen organizado, armas ilegales, inacción policial y escasez de oportunidades, producto de lo que sus miembros describen como racismo institucional.

Cuando Hamada Salem salió del gimnasio a las nueve de la noche del sábado 6 de mayo, no sabía que en el aparcamiento de su edificio lo esperaban tres hombres y quince balas.

Faltaban tres meses para que cumpliera 26 años y se mudara a Alemania, donde su padre le había conseguido un trabajo como profesor de educación física.

"Yo sabía que corría peligro. Quería que se fuera por unos años, que empiece una vida nueva allí", explica a EFE su padre, Yusuf Salem, con los ojos humedecidos y la mirada perdida.

El asesinato de Hamada, jugador de fútbol profesional y que esta semana estaría recibiendo su título de profesor de educación física, se enmarca en una disputa entre dos familias criminales árabes de la ciudad de Acre, en el norte de Israel.

La suya no estaba involucrada, pero sí la de un gran amigo suyo, asesinado cuatro años atrás y cuyos parientes más cercanos debieron huir del país.

Este tipo de incidentes se han tornado cada vez más sangrientos en los últimos años, pero el 2023 registra cifras sin precedentes en los 75 años desde la creación de Israel: 84 asesinatos en cinco meses, frente a los 32 registrados en el mismo período el año pasado.

Sobre el total de asesinatos contabilizados este año en el país, más de un 70% fueron entre la minoría árabe, que representa un 21% de población y está compuesta por palestinos y descendientes de quienes se quedaron dentro de Israel tras su fundación en 1948. Este colectivo registra además índices de pobreza en torno al 50%, muy por encima de la media, que ronda el 20%.

"La muerte de mi hijo no tiene un trasfondo únicamente criminal, sino que responde también a las políticas de Israel hacia la sociedad árabe, una política racista que diferencia entre árabes y judíos", denuncia Yusuf, que enseña educación cívica y ciencias políticas.

Las diferencias que menciona radican en la falta de inversión estatal en las ciudades árabes del país, tanto en aspectos como educación e infraestructura como en cuestiones básicas como la construcción de comisarías y bancos.

Esto, alertan varios analistas consultados por EFE, se traduce en la proliferación de grupos criminales que ocupan el rol de un Estado ausente y ofrecen servicios como protección o préstamos de dinero. Estos grupos se disputan además el control sobre distintos territorios en la localidades árabes, desencadenando constantes enfrentamientos entre sus miembros.

Ante esto, una de las principales quejas de esta comunidad es la inacción policial, algo que respaldan con cifras: de los 84 asesinatos de este año, tan solo 13 han sido resueltos, una tendencia que se repite desde hace varios años.

Entre la población judía, durante la última década, un 75% de los asesinatos resultaron en condenas, según información de la organización Iniciativas Abraham, que lleva un recuento detallado.

"La Policía en Israel siempre fue, hacia los árabes, una herramienta opresiva del Gobierno. Nunca entendieron ni entenderán que su trabajo principal debe ser brindar servicios y seguridad a todos los ciudadanos, incluidos los árabes", opina Aida Touma-Sliman, parlamentaria por el partido Hadash, mayormente árabe.

Suha Salman Mousa, directora de la ONG Mossawa, que lucha por los derechos de esta minoría, pone el foco sobre el actual Ejecutivo, el más derechista de la historia de Israel. "No creo que a Ben Gvir le interese lidiar con este asunto", menciona, en alusión al ultraderechista ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, cuya campaña electoral a fines de 2022 prometió "devolver la seguridad a todos los residentes de Israel".

Las fuentes consultadas por EFE enfatizan además el impacto del aumento en la posesión de armas entre la población judía, incentivado este año por el nuevo Gobierno tras una serie de ataques palestinos, y que vinculan con la proliferación de armas ilegales en manos de grupos criminales árabes que las roban o las compran.

"La presencia de armas en la sociedad árabe y en la sociedad judía no es motivo de delitos. El motivo son las personas que las utilizan. Las armas no disparan solas, pero en la sociedad árabe tienen muy normalizado el uso de armas para resolver cualquier conflicto por más tonto que sea", opina Alon Levavi, que sirvió durante 34 años en la Policía de Israel hasta su retiro como vicecomisionado en 2019.

En su opinión, el problema no radica en la ausencia de voluntad policial sino en la falta de personal en las fuerzas de seguridad y en las dificultades que enfrentan los agentes para resolver crímenes en localidades árabes. "No solo que los testigos no cooperan sino que a veces hasta limpian la escena del crimen y borran los vídeos", agrega.

Yusuf, el padre de Hamada Salem, rechaza esta visión y destaca que, desde la muerte de su hijo el pasado 6 de mayo, ningún policía se ha presentado a su puerta.

"Nos matan dos veces: primero cuando implementan las políticas racistas hacia nosotros y luego cuando nos miran con desdén y nos tratan a todos de criminales", concluye.

Pablo Duer

(c) Agencia EFE