A los 75 años, murió el director teatral Hugo Urquijo

A los 75 años y tras sufrir una descompensación, murió hoy de un paro cardiorrespiratorio el prestigioso director Hugo Urquijo. Al momento de su muerte se encontraba junto a su esposa, la actriz Graciela Dufau, quien debió ser internada luego en el Sanatorio de los Arcos. La actriz permanecerá en observación hasta mañana. El velatorio se realizará este lunes a partir de las 18, en el Teatro Nacional Cervantes. El anuncio fue realizado por el mismo ministro de Cultura, Tristán Bauer.

"La dirección tiene dos aspectos: la dirección en sí y la puesta en escena. Pues bien, yo pongo mucho énfasis en la primera, porque me apasiona el trabajo con el actor. Me interesa ver su proceso interior y el periplo del personaje a través de la obra". Esta afirmación de Hugo Urquijo enuncia con simplicidad y enorme significación ese costado que más le interesaba a la hora de llevar a escena un proyecto teatral.

Urquijo ha sido un creador muy prolífico que, año a año, ha ido dejando una marca muy importante de su trabajo en la ciudad. Profundo amante de la actividad teatral, sus proyectos han circulado por diferentes circuitos -comercial, oficial, alternativo- y siempre poniendo énfasis en las grandes dramaturgias.

Hugo Urquijo, además, era médico psiquiatra y psicoanalista y ocupó cargos de importancia en el Colegio de Psicoanalistas de Argentina. Su vocación por el teatro lo llevó en su juventud a formarse como actor con Augusto Fernandes y en expresión corporal con Susana Milderman. En dirección teatral su maestro fue Agustín Alezzo.

En los años 60 integró el grupo que dio origen al Teatro De la Fábula y también el Equipo de Teatro Experimental de Buenos Aires (ETEBA). Allí, junto a Lito Cruz, Franklin Caicedo, Héctor Bidonde, entre otros, dio forma a La leyenda de Pedro, una versión de Peer Gynt de Henrik Ibsen que formó parte de la programación del Festival de Nancy (Francia) y de la Rascegna Internazionale del Teatri Stabili, en Florencia, Italia.

Debutó como director en 1973 en el entonces denominado Grupo de Repertorio, que conformó junto a Agustín Alezzo, Aída Bortnik, Julio Ordano, Luis Agustoni y Luis Gutman. Con él recreó tres textos de Antón Chéjov (El canto del cisne, Cazador y Tristeza).

Al año siguiente se consagró como director de Escarabajos, pieza de Pacho O'Donnell que tenía previsto reponer en esta temporada en el Centro Cultural de la Cooperación. Por aquella creación fue mencionado como mejor director del año.

Urquijo fue un profundo amante del teatro de texto. Y sobre todo de los grandes autores europeos y, mayoritariamente, de los norteamericanos. Por estos últimos sentía una debilidad particular, en especial por Tennessee Williams. Una de sus últimas puestas fue, también en el Centro de la Cooperación, La culpa, de David Mamet.

En su vasta producción se destacan textos emblemáticos de la dramaturgia universal creada por Samuel Beckett (Esperando a Godot), Federico García Lorca (Doña Rosita la soltera), Antón Chéjov (Platonov) como reconocidos autores contemporáneos nacionales y extranjeros. Entre los primeros: Enrique Santos Discépolo, Roberto Cossa, Carlos Gorostiza, Diana Raznovich, Enrique Papatino, Daniel Dalmaroni. Sus últimas puestas se detuvieron en autores como David Mamet (Oleanna, La culpa) y Brian Friel (Ver y no ver).

Entre algunos de sus proyectos más importantes se destaca la puesta en escena de la primera obra teatral de Gabriel García Márquez, Diatriba de amor contra un hombre sentado que, protagonizada por su esposa Graciela Dufau, montó en el Teatro Nacional Cervantes a mediados de la década del 80. Ese trabajo lo recuperó 20 años después para llevarlo al escenario del teatro Payró.

Quienes tuvieron oportunidad de conocer a Hugo Urquijo pueden reconocer a un hombre de una gran sensibilidad, extremadamente culto, para quien el teatro era una herramienta no solo de trabajo sino un importante campo de divulgación de pensamiento. El arte argentino seguramente extrañará a este creador muy inquieto, siempre dispuesto a provocar al espectador a través de materiales muy movilizadores y siempre en complicidad con una realidad social y política que parecía reclamarlos.

Analizando la situación del teatro comercial actual que se reparte entre comedias algo frívolas y textos más importantes, dijo el creador a este diario: "Soy bastante optimista y tiendo a pensar que hay un porcentaje de gente que dice: 'ya bastante drama tengo en lo cotidiano, si voy a un teatro es para reírme', pero esta es una parte del público y no creo que sea mayoritaria. Hay una porción muy grande que todavía aprecia el buen teatro y no necesariamente quiere ir a una sala a reírse, quiere ir a entretenerse, que es distinto".