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Soyuz 11, historia de los únicos astronautas que murieron en el espacio

Sello de la URSS de 1971 en el que se homenajeó a la tripulación de la misión Soyuz 11. De izquierda a derecha Dobrovolski, Volkov y Patsayev. (Imagen creative commons vista en wikipedia).
Sello de la URSS de 1971 en el que se homenajeó a la tripulación de la misión Soyuz 11. De izquierda a derecha Dobrovolski, Volkov y Patsayev. (Imagen creative commons vista en wikipedia).

El pasado martes 29 de junio se cumplieron 50 años desde la tragedia que costó la vida a los cosmonautas Georgi Dobrovolski, Vladislav Volkov, y Viktor Patsayev en 1971. A día de hoy, los tripulantes de la misión soviética Soyuz 9 siguen siendo considerados los únicos humanos que perdieron la vida en el espacio.

Si estás pensando en las muertes de la tripulación de las lanzaderas Columbia o Challenger de la NASA, hay que aclarar que ambos accidentes sucedieron dentro de los límites atmosféricos, durante el despegue o la reentrada, y por tanto técnicamente no en el espacio.

Es puramente casual que hoy recordemos con pesar estos tres nombres, y no los de Alexei Leonov, Valeri Kubasov, y Pyotr Kolodin. La historia cuenta que tras la derrota lunar de los soviéticos en su competencia con los estadounidenses, los dirigentes rusos decidieron apostar por un nuevo objetivo: poner en órbita la primera estación espacial de la historia, a la que llamaron Salyut 1.

Los Soviéticos la colocaron en órbita el 19 de abril de 1971 y días después lanzaron la primera tripulación que habría de poblarla, la misión Soyuz 10, que zarpó de Baikonur el 23 de abril de 1971 con tres cosmonautas a bordo. La misión tenía por objetivo probar el sistema de acoplamiento de las cápsulas Soyuz con la estación espacial Salyut, pero las cosas no salieron bien. El sistema automático falló por lo que los cosmonautas terminaron por intentarlo manualmente, cosa que no lograron del todo. Por ello, el trío de cosmonautas desistió y no pudo acceder al interior de la Salyut. Menos de seis horas después, la tripulación regresó a Tierra. El fracaso había sido total.

En la imagen los cosmonautas de la Soyuz 11 posando, Georgi Dobrovolski, Vladislav Volkov, y Viktor Patsayev. (Crédito imagen NASA).
En la imagen los cosmonautas de la Soyuz 11 posando, Georgi Dobrovolski, Vladislav Volkov, y Viktor Patsayev. (Crédito imagen NASA).

Obviamente esto no sentó nada bien a Brezhnev y al resto de mandamases del PCUS, por lo que en seguida se preparó una segunda misión que debería enseñarle al mundo el poderío soviético en el área espacial. Para que esta vez nada fallara, la tripulación estaría comandada por una leyenda nacional a la sazón, el famoso Alexei Leonov, quien había sido el primer humano en dar un paseo espacial.

Sin embargo, tres días antes del lanzamiento, durante un examen rutinario, los doctores encontraron una inflamación en el pulmón derecho de Kubasov. Temiendo que pudiera tratarse de tuberculosis, la tripulación completa fue remplazada por la de respaldo, compuesta por los citados Dobrovolski, Volkov y Patsayev.

En el libro de memorias de Leonov, “Dos caras de la luna”, el famoso cosmonauta relata la frustración que sufrió el equipo “A” al ser apartado (no podían ni imaginar el favor que la vida les estaba haciendo), y los rostros de miedo que detectó en el equipo de respaldo. Patsayev, el ingeniero mecánico, era un hombre del renacimiento que amaba la literatura y la música, forjado por el carácter que da haber perdido a tu padre en la defensa de Moscú contra los Nazis.

El comandante que sustituyó a Leonov era Dobrovolski, un piloto de caza y experimentado paracaidista. De niño, los nazis le habían aplastado los dedos de una mano al descubrirle pasando munición y mensajes a la resistencia soviética. Padre de familia devoto, en la cámara de aislamiento mató el tiempo tallando una figurita de madera para su hija.

El tercer miembro de aquella fatídica misión fue Volkov, el único que tenía experiencia previa en el espacio. Atleta y boxeador de talento, este enjuto ingeniero haría las veces de periodista desde el espacio. Su buena apariencia y robustez, le había convertido en una especie de icono entre las mujeres rusas.

El 6 de junio de 1971, la Soyuz 11 zarpó de Baikonur sin incidencias reseñables, y el éxito de la misión pareció asegurarse tras el acoplamiento a la Salyut 1. Durante tres semanas, el trío de cosmonautas realizó todo tipo de experimentos, entre los que se incluía el cultivo de algunos vegetales en el espacio, la realización de espectrografías a algunas estrellas y la toma de fotos de la rivera del Volga. El trío llegó a conectarse en directo con un afamado programa nocturno de variedades en la televisión soviética.

El diario de Dobrovolski habla de maratones de trabajo y de monotonía, solo rota por cierto incidente con el instrumental sobrecalentado, que comenzó a emitir humo, y que probó la cohesión del grupo. Durante aquellas tres semanas, Patsayev celebró su 38 cumpleaños a bordo de la estación, tras recibir un menú especial de sus compañeros consistente en ternera, galletas y zumo de moras. No podía imaginar que no cumpliría ninguno más.

Aparentemente la cápsula Soyuz 11 parecía estar indemne tras el aterrizaje, pero en su interior solo había silencio. (Crédito imagen: NASA).
Aparentemente la cápsula Soyuz 11 parecía estar indemne tras el aterrizaje, pero en su interior solo había silencio. (Crédito imagen: NASA).

A última hora del 29 de junio, la Soyuz 11 se desacopló de la estación espacial soviética. Tres horas más tarde, tras completar su misión, el comandante accionó los cohetes de la nave para regresar a la madre rusa. Volkov llegó a bromear con el control de tierra pidiéndoles que se aseguraran de tener coñac disponible a su regreso.

Veintinueve minutos antes de que la cápsula aterrizara suavemente sobre suelo soviético, aparentemente indemne, mientras se encontraban a una altitud aproximada de 160 kilómetros, las cargas explosivas separaron los módulos orbitales de la cápsula con forma de campana que emprendería la reentrada, tal y como estaba previsto.

En cuanto el resto de módulos se separó de la cápsula la presión interna comenzó a caer en picado. Todo el aire estaba escapando de la Soyuz 11. Basándose en las posiciones de los cuerpos del trío de cosmonautas, los investigadores asumieron que Dobrovolski y Volkov habían retirado sus cinturones de seguridad con intención de detener la fuga.

El instrumental médico que medía las pulsaciones de los cosmonautas recogió el ascenso desbocado en ritmo cardíaco de los tres en cuanto detectaron el problema. En solo 50 segundos el pulso de Patsayev cayó a niveles propios de la falta total de oxígeno. Apenas 110 segundos después los tres estaban muertos. El control de la agencia espacial soviética mientras tanto permanecía ajeno a la tragedia.

La falta de comunicaciones durante toda la operación de reentrada comenzó a preocupar a los ingenieros soviéticos. Solo cuando los equipos de rescate en tierra llegaron a la cápsula y golpearon el casco desde el exterior, sin recibir respuesta alguna del interior, comenzaron a pensar en lo peor. En efecto, así fue, cuando abrieron la cápsula descubrieron con horror los cadáveres azulados de Dobrovolski, Volkov y Patsayev. Los restos de sangre en oídos y nariz hablaban bien a las claras de un problema grave de descompresión.

A raíz de aquella tragedia todas las naves Soyuz vienen equipadas con válvulas más resistentes con estranguladores de acción rápida que permiten tapar cualquier fuga de aire. No solo eso, desde entonces todas las tripulaciones a bordo de las Soyuz portan trajes presurizados tanto durante el despegue como durante el aterrizaje.

Funerales de estado de los tres cosmonautas de la Soyuz 11 en 1971. (Crédito imagen Joachim Becker / Space Facts).
Funerales de estado de los tres cosmonautas de la Soyuz 11 en 1971. (Crédito imagen Joachim Becker / Space Facts).

La conmoción nacional en la Unión Soviética fue, como podéis imaginar, tremenda. Se dice que mismísimo Brezhnev, cuyo rostro normalmente hierático no transmitía emoción alguna, vertió algunas lágrimas frente a los cadáveres de los cosmonautas de la Soyuz 11 durante el funeral de estado.

Hubo que pagar un precio muy alto para aprender algunas de las cosas que hoy damos por hechas en los viajes tripulados al espacio, pero afortunadamente, desde aquel día trágico del que acaba de conmemorarse el 50 aniversario, ninguna otra tripulación a bordo de un vehículo Soyuz ha sufrido accidentes durante el despegue o el aterrizaje.

Me enteré leyendo Discover Magazine.

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