11 claves para entender el desenlace de la elección presidencial en EEUU

El proceso de la elección presidencial de Estados Unidos en 2016 fue ciertamente inusitado y áspero. Lo fue por la enorme tensión registrada durante las campañas, generada en gran medida por los desplantes y mensajes ofensivos de Donald Trump, y desde luego por la cataclísmica victoria de éste, sorpresiva para la gran mayoría, por encima de Hillary Clinton.

En retrospectiva, resulta igualmente sorprendente que las agresiones y escándalos de Trump a la postre no tuvieron un peso decisivo en la contienda, aunque fueron sin duda, junto a algunas situaciones de Clinton, gasolina echada al fuego de la confrontación electoral. Sea como sea, estos son algunos de los momentos y factores que en su momento marcaron el proceso electoral y, en algunos casos, precipitaron su desenlace.

Donald Trump realizó una campaña ruda y abrasiva, con un discurso que ofensió a muchos grupos pero que convenció a otros con su noción de cambio y rechazo al sistema. (AP)
Donald Trump realizó una campaña ruda y abrasiva, con un discurso que ofensió a muchos grupos pero que convenció a otros con su noción de cambio y rechazo al sistema. (AP)
  1. Trump, antiinmigrante

El hoy presidente electo debutó como aspirante a la candidatura presidencial republicana en junio de 2015 con un ominoso mensaje, calificado de xenófobo y racista: acusó a los inmigrantes mexicanos de ser violadores, criminales y traficantes de drogas. De allí saltó al tema de levantar un muro fronterizo y de hacerlo pagar a México, y de proceder a la deportación en masa de todos los indocumentados. Fue una retórica ominosa (y con riesgos de violación de derechos humanos básicos) que agravió a millones, y en especial a la comunidad latina, pero que catalizó a sus seguidores más entusiastas. Con todo, durante buena parte del proceso muchos, tanto en el Partido Republicano como en el Demócrata, no se tomaron en serio la candidatura de Trump, suponiendo que su propia estridencia la abatiría con el tiempo.

  1. Trump, sexista

Durante el primer debate de los precandidatos republicanos, en agosto de 2015, Trump tuvo una confrontación con la conductora de Fox News, Megyn Kelly, que era una de las moderadoras. Ella le preguntó sobre su historial de ataques misóginos contra mujeres, cuestión que Trump evadió entre bromas y disgresiones. Tras el debate, un Trump al parecer molesto acusó a Kelly de no ser buena profesional y dijo que a ella “le salía sangre de donde sea”, en aparente alusión a la menstruación. Sería el primero de muchos desplantes calificados de sexistas durante el proceso (Trump, por ejemplo, también atacó el aspecto de la precandidata republicana Carly Fiorina y la esposa del precandidato Ted Cruz).

  1. Entusiasmo y agresividad en los mítines

Durante la campaña, con creciente intensidad, Trump denostó y echó de sus actos de campaña a las personas que protestaban contra él. A veces, incluso, alabó ante sus seguidores la expulsión por la fuerza de esos opositores y llegó a justificar el hacerlo con violencia física. Para sus numerosos y muy entusiastas simpatizantes, esos desplantes fueron motivo de celebración, pero esa tensión fue motivo de crítica e inquietud en la opinión pública.

En contrapartida, en marzo de 2016, la campaña de Trump canceló un mitin en Chicago citando riesgos de seguridad. Dentro y fuera de la arena de la Universidad de Illinois donde iba a darse ese evento, centenares de opositores a Trump se presentaron para protestar y fueron encarados por los seguidores del magnate. Con todo, Trump dio enorme prioridad a sus muy concurridos mitines y fundó en ello la promoción de su candidatura.

Los seguidores de Donald Trump. leales y entusiastas, lo siguieron incluso en sus momentos más bajos y hoy celebran su victoria. (Getty Images)
Los seguidores de Donald Trump. leales y entusiastas, lo siguieron incluso en sus momentos más bajos y hoy celebran su victoria. (Getty Images)
  1. Trump, antimusulmán

En el contexto de atentados terroristas, dentro y fuera de Estados Unidos, perpetrados por fundamentalistas islámicos, Trump llamó en diciembre de 2015 a prohibir la entrada de musulmanes al país hasta que, se dijo, el país tuviera la capacidad de revisar lo que sucede con todos ellos. Posteriormente fue modificando su postura, añadiendo por momentos la noción de establecer un registro de musulmanes en el país, y luego ajustando su idea de no permitir ningún ingreso para enfocarlo a personas procedentes de regiones con historial de terrorismo.

Esa retórica, como la antiinmigrante, suscitó hondo recelo y desasosiego entre la población musulmana del país. Ese tono de rechazo a toda una religión sentó mal internamente por ser contrario a los valores estadounidenses y fuera molestó a muchos países clave en la guerra global contra el terrorismo, lo que desató cuestionamientos sobre la capacidad y habilidad de Trump para enfrentar retos de esa magnitud.

  1. La globalización y el ‘Cinturón de herrumbre’

Desde temprano en la campaña Trump dijo que modificaría el mapa político en Estados Unidos y que ganaría los votos de estados tradicionalmente demócratas como Michigan y Pennsylvania, sede de una otrora poderosa y hoy menguada planta industrial manufacturera. Muchos descreyeron entonces de tales afirmaciones, pues la noción de que trabajadores de clase media que han votado históricamente por los demócratas se volcarían del lado de Trump pareció absurda, o al menos improbable.

Pero en esa región del ‘Cinturón de herrumbre’ el mensaje de Trump contra los efectos de la globalización económica y los tratados de libre comercio (que desplazó fábricas y empleos a otros países) caló fuerte, aunque muy pocos fueron los que esperaban que el impacto resultara decisivo. Clinton y los demócratas no prestaron, se mira desde ahora, la suficiente atención a ese electorado, que creyeron tener asegurado, pese a que en el proceso primario Bernie Sanders logró atraer su atención y entusiasmo. El voto de esos estados del ‘Cinturón de herrumbre’, sobre todo de personas de raza blanca sin formación universitaria, afectados por el impacto y la noción de la globalización, se volcó al final a favor de Trump e inclinó la balanza.

  1. Clinton, y la torre de emails

Desde la contienda primaria demócrata, el tema del uso de un servidor de email personal realizado por Hillary Clinton durante su etapa como Secretaria de Estado comenzó a afectar su credibilidad, pues se cuestionó que podría haber puesto en riesgo información clasificada. Pero aunque fue un tema de severo golpeteo político y mediático contra ella, hubo momentos en los que pareció que Clinton iba a poder dejar atrás el lastre de sus emails.

Un momento singular fue cuando Sanders, durante uno de los debates demócratas de 2015, clamó para que se dejara de lado de una buena vez el asunto. Otro fue cuando, en julio de 2016, el director del FBI, James Comey, señaló que no había elementos para imponer cargos criminales a Clinton por el manejo de ese servidor de email, aunque sí mencionó que ella habría manejado información de modo descuidado.

El telón parecía caer en el asunto pero, a pocas semanas de las elecciones, la revelación de Comey de que se habían hallado nuevos emails en la computadora del esposo de una asistente clave de Clinton que podrían tener que ver con el caso del servidor privado desató la tormenta. Eso, junto a las filtraciones de emails de personajes clave del Partido Demócrata obtenidos por piratas informáticos, agudizó el panorama. Se acusó de que el FBI actuaba electoralistamente y aunque días antes de la elección se dijo que la determinación de no acusar a Clinton se mantenía, la marea del escándalo golpeó fuertemente a la candidata demócrata,

Hillary Clinton fue la primera mujer en asumir la candidatura presidencial de uno de los partidos mayores de Estados Unidos. (Getty Images)
Hillary Clinton fue la primera mujer en asumir la candidatura presidencial de uno de los partidos mayores de Estados Unidos. (Getty Images)
  1. Las grandes convenciones

Tanto Trump como Clinton enfrentaron una intensa oposición interna a sus candidaturas. Dentro del Partido Republicano, recuperados de la sorpresa y el descreimiento inicial ante Trump, muchos decidieron que debían frenar a toda costa que ganara la candidatura. Pero ni Jeb Bush ni Marco Rubio ni Ted Cruz ni John Kasich, ni políticos como Mitt Romney o legisladores como Paul Ryan o Mitch McConnell quisieron o pudieron al final ponerle un alto cabal.

Trump obtuvo más votos y delegados en la primaria y se alzó con la candidatura republicana, un triunfo notable para un candidato sin trayectoria política y que compitió denostando a las élites de Washington y al establishment republicano.

Por su parte, Clinton también sufrió para superar a Sanders, quien se definió como “demócrata socialista” y con ello logró un también inusitado arrastre popular, con gran presencia de jóvenes progresistas. Al final, Clinton ganó el proceso primario y obtuvo el respaldo de Sanders, aunque se afirma que muchos dentro del sector más progresista se mostraron renuentes hasta el final a apoyar a Clinton. Y fue durante la Convención Demócrata que Khizr Khan, padre de un soldado estadounidense musulmán caído en acción en Irak, encaró las posiciones antimusulmanas de Trump y le asestó un de las críticas más severas.

  1. De la ‘canasta de deplorables’ a la neumonía

Dentro de simpatizantes y seguidores de Trump brotaron, al margen de su campaña pero acicateadas por ella, expresiones de tipo racista, antisemita y xenófobo e incluso voces vinculadas a grupos de odio como supremacistas blancos, neonazis y el Ku Klux Klan declararon su apoyo a Trump. El candidato, se criticó, aunque rechazó ese apoyo no lo hizo con la contundencia y vehemencia que muchos esperaban ante la grave situación.

En ese contexto, Clinton, al criticar a esos grupos de ultraderecha que respaldaban a Trump, afirmó que la mitad de los seguidores del candidato republicano caían en la “canasta de deplorables”. Eso sentó mal tanto por la generalización aplicada como porque traslucía un desdén, una estigmatización. Y aunque se puede afirmar que Trump hizo calificaciones de ese tipo en cantidad de ocasiones y contra multitud de grupos, la “deplorable” frase de Clinton le pesó severamente.

Luego, la neumonía que padeció la candidata, y que durante la ceremonia en homenaje a las víctimas del 9/11 le provocó un desvanecimiento que fue captado por las cámaras, le hizo presa de ataques que alegaban que su salud estaba minada y no tendría la fuerza para gobernar. Clinton sanó de la neumonía, pero las llagas electorales le cobraron factura.

La derrota de Hillary Clinton resultó sorpresiva, y causó dolor y consternación entre su seguidores. (Getty Images)
La derrota de Hillary Clinton resultó sorpresiva, y causó dolor y consternación entre su seguidores. (Getty Images)
  1. El Trump ‘hipersexista’ y que no paga impuestos

Pese a los problemas de Clinton, hubo momentos en los que pareció que la candidatura de Trump se derrumbaba sin remedio. Uno fue el arrebato misógino que Trump desató contra la ex Miss Universo Alicia Machado, luego de que en uno de los debates de septiembre de 2016 Clinton recordó el mal trato que el magnate, que en su momento fue el propietario de ese concurso de belleza, dio a Machado porque esta había subido de peso.

Trump, como en otros casos, no pudo refrenarse y atacó a Machado y a Clinton. Pero eso agudizó su imagen de sexista y misógino. Luego, en octubre de 2016, en un escándalo aún mayor, se reveló un video de 2005 del programa ‘Access Hollywood’ en el que Trump hace comentarios lascivos contra las mujeres e incluso hace afirmaciones que condonan la agresión sexual. La campaña de Trump pareció entonces caer en la zozobra, con la nave haciendo agua por todos lados.

Por añadidura, en ese periodo se filtraron datos parciales de declaraciones de impuestos de Trump (que él nunca reveló durante la campaña) que sugieren que a mediados de la década de 1990 aprovechó recovecos fiscales para declarar enormes pérdidas, cercanas a los 1,000 millones de dólares, y con ello evitar pagar impuestos por más de 10 años. Todo habría sido legal, pero lució poco equitativo. Confrontado al respecto, Trump incluso se ufanó que realizar manejos fiscales de esa manera para no pagar impuestos mostraba que era inteligente. La candidatura de Trump parecía estar en su punto más bajo, y la confianza de Clinton en el triunfo lucía formidable.

  1. El peso de la imagen y los debates pírricos

A lo largo de toda su campaña, Trump evitó al máximo realizar grandes gastos en publicidad en medios y en operaciones de campo, y priorizó una campaña de apariciones en televisión (aprovechando la fascinación y el escándalo que su figura generaba y que le daba ingentes tiempos de cobertura mediática gratuita) y de mítines constantes para acercarse a los votantes en sus comunidades. Un enfoque muy diferente al de Clinton, que recaudó y gastó cientos de millones de dólares en publicidad en medios y en la creación de equipos de campo para la movilización de votantes.

Se afirmaba que la estrategia de Clinton era la adecuada, aunque a la postre no le funcionó en los estados clave del ‘Cinturón de herrumbre’ que dieron la victoria a Trump. Y lo mismo puede decirse de los debates entre Clinton y Trump, muy vistos y discutidos y desde luego singulares. Aunque Trump tuvo su brillo, los tres debates de 2016 fueron ganados por Clinton y de ellos surgieron momentos que agudizaron la mala imagen de Trump: comentarios como el de ‘bad hombres’ (estigmatizando a los hispanos) o el insulto de ‘nasty woman’ que Trump le espetó a la demócrata (en añadidura a epítetos como ‘Crooked Hillary’ y la amenaza de procesarla judicialmente por el caso de los emails).

A la postre, las tres victorias en los debates que logró Clinton resultaron pírricas y su enorme aparato financiero y de campo que le permitió ganar el voto popular por un muy amplio margen (más de dos millones de votos) falló en varios estados de demografía y peso electoral clave. Si a eso se suma una complacencia hacia ciertos segmentos del electorado que los demócratas creían firmemente de su lado, el conjunto le costó a Clinton la elección.

Donald Trump ganó la Presidencia de Estados Unidos de modo cataclísmico. (Getty Images)
Donald Trump ganó la Presidencia de Estados Unidos de modo cataclísmico. (Getty Images)
  1. Trump, el victorioso

Al final, el mensaje populista de Trump –con todo y su acidez ofensiva y autoritaria– caló hondo en Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, estados que los demócratas creían asegurados, y se impuso en otros estados competidos como Florida y Carolina del Norte, para sellar con ello el 8 de noviembre de 2016 su victoria. Ganó el Colegio Electoral con 306 votos (de 270 necesarios) contra 232 de Clinton.

Fue una victoria sorpresiva, pues las encuestas habían mostrado, con algunos vaivenes, a Clinton al frente prácticamente durante toda la campaña y con amplias probabilidades de triunfo. Pero al arrebatar a los demócratas el ‘Cinturón de herrumbre’ y mantener Florida y Carolina del Norte, Trump sacudió por completo el esquema y logró una victoria notable, pese a perder el voto popular por un margen importante.

A la postre, aunque Trump no se ha tomado bien el detalle de que Clinton obtuvo más votos a escala nacional, el dato que cuenta es el del Colegio Electoral y por ello, para pasmo mundial, Donald Trump es el presidente electo de Estados Unidos. Muchos consideran que esa victoria marca, en muchos sentidos, el fin y el comienzo toda una era política, aunque aún hay mucha incertidumbre y temor ante ello.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro