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El índice de coronavirus en niños está aumentando rápidamente en Estados Unidos

Conforme algunas escuelas comienzan a impartir clases presenciales, los datos recopilados por la Academia Estadounidense de Pediatría en el verano muestran que los casos de hospitalizaciones y muertes por coronavirus han aumentado a un ritmo más rápido en niños y adolescentes que en el público en general.
Conforme algunas escuelas comienzan a impartir clases presenciales, los datos recopilados por la Academia Estadounidense de Pediatría en el verano muestran que los casos de hospitalizaciones y muertes por coronavirus han aumentado a un ritmo más rápido en niños y adolescentes que en el público en general.

Ahora que algunas escuelas han empezado a impartir clases presenciales, los datos recopilados por la Academia Estadounidense de Pediatría en el verano muestran que los casos de hospitalizaciones y muertes por coronavirus en niños y adolescentes, si bien son comparativamente bajos, han aumentado a un ritmo más rápido que entre el público en general.

El conjunto de datos, que abarca del 21 de mayo al 20 de agosto, varía de un estado a otro, lo cual posiblemente oculta las diferencias en la forma en que el virus afecta a los lactantes, los niños pequeños y los adolescentes.

Muchos estados agrupan a los bebés y a los adolescentes en la misma categoría, por ejemplo. Uno de los estados incluso cuenta a personas de hasta 24 años. Sin embargo, el aumento sigue siendo similar en todos los estados.

Los niños pequeños parecen contraer y transmitir el virus en menor medida que los adultos, y los niños de todas las edades tienden a no experimentar complicaciones graves a causa de él. No obstante, Sean O’Leary, vicepresidente del Comité de Enfermedades Infecciosas de la Academia Estadounidense de Pediatría, señaló que la propagación comunitaria significativa en muchas partes de Estados Unidos coincidía con más infecciones en niños.

El aumento de casos reportados proviene, en parte, de pruebas más generalizadas, pero O’Leary dijo que había evidencia de que los menores se estaban contagiando a un mayor ritmo ahora que a principios de año porque las hospitalizaciones y muertes entre los niños también habían aumentado.

Aunque todavía se desconoce mucho sobre la forma en que el virus afecta a los jóvenes, al igual que a los adultos, los niños negros y latinos que contraen el virus tienen más probabilidades de ser hospitalizados.

“Cualquiera que haya estado al frente de batalla de esta pandemia en un hospital infantil puede decir que hemos atendido a muchos niños que están muy enfermos”, dijo O’Leary. “Sí, es menos grave en los niños que en los adultos, pero no es completamente benigno”.

Desde el comienzo del verano, en todos los estados del país ha aumentado el número de jóvenes que han dado positivo en las pruebas de coronavirus, como un porcentaje de todos los casos. A finales de mayo, cerca del cinco por ciento de los casos del país se documentaron en menores. Para el 20 de agosto, esa cifra había aumentado a más del nueve por ciento.

Algunos legisladores han citado la menor probabilidad de transmisión entre los niños en edad escolar como una razón para que las escuelas vuelvan a abrir sus puertas para impartir clases presenciales.

El presidente estadounidense, Donald Trump, declaró que le gustaría ver las escuelas reabiertas en su totalidad y afirmó falsamente en un video publicado por su campaña que los niños eran “prácticamente inmunes” al virus. Facebook y Twitter eliminaron posteriormente el video, al mencionar que violaba las políticas sobre la desinformación en torno al virus. En julio, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, republicano, afirmó que “los niños en edad escolar en realidad no son portadores del virus”.

William Raszka júnior, experto en enfermedades infecciosas pediátricas de la Facultad de Medicina Robert Larner, M. D. de la Universidad de Vermont en Burlington, dijo que las investigaciones demostraban de manera sistemática que los adultos —no los niños— son quienes impulsan la propagación del virus. Sin embargo, los brotes en los campamentos de verano y en las escuelas han demostrado que la transmisión de hecho sí puede ocurrir entre niños.

En un campamento de verano en Georgia, donde cientos de personas se infectaron, el 76 por ciento de los campistas y miembros del personal cuyos resultados se pusieron a disposición de los investigadores habían dado positivo. Los campistas más jóvenes, cuyas edades oscilaban entre los 6 y los 10 años, tenían más probabilidades de estar infectados que los de mayor edad.

Es evidente que el virus puede propagarse entre niños en determinadas circunstancias, dijo Raszka. Le preocupa la reapertura de escuelas en lugares donde las tasas de infección son altas, especialmente en áreas donde no se solicita a las personas usar cubrebocas ni se aplican otras medidas de mitigación comprobadas para detener la propagación del virus.

A diferencia del campamento de verano, en el que los niños interactuaban casi exclusivamente con otros niños y adolescentes, las escuelas que imparten clases presenciales implican interacciones entre los estudiantes y sus profesores y cuidadores adultos, que pueden ser más vulnerables a complicaciones graves.

“Uno de los desafíos es que no se puede separar a las escuelas de la comunidad”, dijo Raszka. “Cuando hay una tasa de prevalencia realmente alta en la comunidad, y se abren escuelas, habrá un alto índice de transmisión en las escuelas”.

En junio, un estudio publicado en Nature halló que las personas menores de 20 años eran aproximadamente un 50 por ciento menos susceptibles de contraer el virus que las personas mayores de 20 años. Esa menor probabilidad de infección se refleja en muchos estados. En Arizona, por ejemplo, alrededor de 2800 de cada 100.000 residentes han dado positivo, mientras que poco más de 1300 de cada 100.000 niños en el estado han dado positivo.

Esa probabilidad cambia con la edad. Las investigaciones demuestran sistemáticamente que los adolescentes tienen más probabilidades de contraer y transmitir el virus que los niños más pequeños, aunque las razones son inciertas. Los niños cuyas edades oscilan entre los 10 y los 19 años constituyen un mayor porcentaje de casos que los niños pequeños en todos los estados que hacen un seguimiento por separado de los grupos etarios.

El número total de niños infectados se ha duplicado desde que la Academia Estadounidense de Pediatría y los grupos de educación recomendaron a principios de julio que las escuelas volvieran a abrir sus puertas donde fuera posible. A pesar de los aumentos generales, los expertos señalaron que esas directrices siguen siendo aplicables.

“Hay muchos lugares en Estados Unidos donde es posible que sea seguro reabrir las escuelas, incluso sabiendo que, en efecto, los niños pueden infectarse y, desde luego, a veces los niños pueden infectarse de manera grave”, comentó O’Leary.

Algunas historias de éxito demuestran que es posible detener la transmisión entre los niños en lugares con bajos niveles de virus en la comunidad.

En cuatro campamentos de verano en Maine, un estado con una de las tasas de infección más bajas del país, la aplicación generalizada de pruebas y el confinamiento impidieron que, quienes dieron positivo tras su llegada, propagaran el virus. Alemania, Dinamarca y Noruega han podido mantener las escuelas abiertas, gracias a una combinación de baja transmisión en la comunidad, pruebas rápidas y gratuitas, así como un rastreo riguroso de contactos.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company