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‘Mi ángel guardián’, los horrores del presidio político cubano

Sobre los horrores del presidio político cubano se han escritos numerosos libros. Algunos, los menos, en forma de novelas que se basaban en hechos reales. Otros, muchos, en forma de memorias en las que sus autores narraban, con prosa limpia y dura, las terribles condiciones en las que debieron vivir durante largos años en las prisiones castristas.

La mayoría de esos libros, a pesar de que eran contundentes historias que ponían al descubierto el verdadero rostro de una de las dictaduras más crueles de todo el siglo XX, pasaron sin pena ni gloria y sin que traspasaran las fronteras del exilio. Eran los tiempos en que, parodiando el título del famoso documental de Jorge Ulla y Néstor Almendros, nadie leía.

Sin embargo, los expresos políticos cubanos siguieron, imperturbables, escribiéndolos para que un día alguien los leyera. Como ha hecho Francisco Javier Denis, que acaba de publicar, Mi ángel guardián (Rhodes Printing, 2023), un libro en el que cuenta, sin filigranas estilísticas, la historia de su vida: desde su nacimiento hasta su llegada a Miami junto su familia después de haber sido excarcelado.

En realidad, entre esos dos capítulos, hay más de una historia: la de Javier Denis y la de Cuba. Y aunque ambas se entrelazan es la del autor, por su dramática inmediatez, la que prevalece porque en ella está reflejada toda su trayectoria vital. Primero, su enfrentamiento a la dictadura de Fulgencio Batista que terminó con su asilo en la embajada de Ecuador. Después, a la de Fidel Castro, donde como miembro del Movimiento 30 de Noviembre se alzó en la Sierra Maestra, cayó herido en combate y fue condenado a 20 años de prisión.

Y es justamente en los capítulos correspondientes a esta etapa (huelgas de hambre, confinamiento en calzoncillos en celdas de castigo por negarse a usar el uniforme de los presos comunes, brutales golpizas durante las requisas), donde el libro despega con gran fuerza narrativa: “Trece días. Ya cumplíamos trece días en huelga, sin ingerir alimento alguno; nada más que sorbos de agua. Ya casi nadie caminaba por los pasillos de la galera. La gente hablaba en voz baja; casi en susurros. La dirección del penal no estaba dispuesta a acceder a nuestras demandas. La huelga se extendió. Fueron treinta y seis días en total”.

En otro se relatan, minuciosamente, los asesinatos de Julio Tang Texier, a quien el sargento Porfirio González le clavó una bayoneta y lo dejó morir desangrado. O el de Diosdado Aquit Manrique, muerto de un disparo en la cabeza. Y también el de Ernesto Díaz Madruga, asesinado a bayonetazos por un sargento de apellido Ochoa.

Y están también, alternándose, los que sirven de transición entre la Cuba republicana (imperfecta, sí; pero avanzando prósperamente) y la castrista, sórdida y miserable. En ellos, Javier Denis lo cuenta todo. Sus memorias son un grito herido, una feroz denuncia contra los horrores del comunismo y un homenaje a los hombres que lucharon contra ese sistema.

Mi ángel guardián es un hermoso y terrible libro que nos deja saber que en medio de aquella barbarie existió una generación abnegada y noble que lo sacrificó todo por evitar que su país se convirtiera en lo que es hoy: una gigantesca favela en la que han aparecido marismas donde hubo ríos, desbordados marabulazales donde hubo fértiles sembradíos y sórdidos basureros donde hubo hermosas avenidas.

Sí, ha hecho bien Francisco Javier Denis en publicar su libro de memorias. No importa que se hayan escrito otros parecidos. No importa que pocos los hayan leído. Los que no leyeron aquellos podrán leer este de ahora. Y es que no importa el tiempo transcurrido. Ni cuántos libros haya que escribir. Los expresos políticos cubanos seguirán escribiéndolos mientras les alcance la vida.