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Por qué este niño de seis años pasó por una cirugía plástica

Un niño de seis años que sufría acoso escolar por el tamaño de sus orejas pasó por el quirófano para cambiar su aspecto.

Gage Berger le contó a Inside Edition que los chicos de su escuela lo molestaban. Según él, le decían que “parecía un elfo y que sus orejas eran raras”. “Lo único que quiero es que dejen de burlarse de mí”, aseguró.

Sus padres se sentían igual que él, ya que habían notado varias veces que los chicos le miraban fijamente las orejas y se reían de él. “Eso le afectaba mucho la autoestima y le hacía pensar que ‘no era lo suficientemente bueno’”, reconoció su madre, Kallie Berger, en la entrevista que le concedió a Inside Edition.

Decididos a solucionar el problema, los padres de Gage lo llevaron a un cirujano plástico. Resolvieron practicarle una operación llamada otoplastia mediante la cual –según la Sociedad Norteamericana de Cirujanos Plásticos (ASPS)– se puede “mejorar la forma, la posición o la proporción de las orejas”.

Si bien los médicos suelen desaconsejar las cirugías plásticas en personas menores de 18 años, es habitual que se realicen intervenciones en niños cuando se trata de las orejas. Según la Sociedad Norteamericana de Cirugía Estética (ASAPS), en el año 2014 se practicaron 9.123 otoplastias en menores de 18 años.

Aún así, el doctor Anthony Youn, cirujano plástico, asegura que una cirugía estética en un niño de seis años resulta controversial y, aunque dice no querer juzgar a los cirujanos que las realizan, él no lo habría hecho. “Se suele decir que este tipo de operaciones en niños de más de seis años son razonables porque sus orejas ya se han desarrollado y son como las de una persona adulta”, le explicó a Yahoo Parenting. “Pero yo no lo recomendaría, porque con esa edad el niño no tiene la madurez necesaria para entender estas cirugías”.

Yahoo Parenting contactó a los padres de Gage para que pudieran dar su opinión, pero no hubo respuesta.

A pesar de que la otoplastia no es una operación tan rara y de que dura unas dos horas, Youn hace énfasis en que no deja de ser una intervención invasiva que conlleva riesgos. “No es como sacarse un lunar”, dice. “Requiere anestesia general, es una operación de verdad, con riesgo de mayores complicaciones. Por ejemplo, el cartílago se puede infectar y provocar una deformación en la oreja. Yo esperaría hasta que el niño cumpla 11 o 12 años, para que pueda entender mejor los riesgos potenciales. ¿Crees que un niño de seis años puede entender el dolor posterior a la operación y qué implica la recuperación? Es una decisión que le afectará el resto de su vida”.

Youn también dice que la respuesta al acoso no debe ser una cirugía plástica. “El comportamiento que hay que modificar es el de los chicos y chicas que acosan”, asegura. “Moralmente, no parece ser lo más apropiado para cambiar el comportamiento de un acosador. Una cirugía estética en un niño no es otra cosa que una intervención invasiva. Yo tengo dos hijos y no me gustaría tener que hacerles pasar por un quirófano cuando lo que realmente debería cambiar es la actitud de los demás. Deberíamos concentrarnos en eso”.

Reaccionar frente al acoso escolar con una cirugía plástica transmite un mensaje incorrecto tanto a la víctima como al verdugo, según Youn. “Desde un punto de vista ético, detener el acoso escolar con cirugías es contraproducente, porque se da por hecho que este tipo de comportamientos son aceptables. El mensaje que se entiende es: ‘Si alguien es diferente, está bien acosarlo hasta que cambie’. Cuando un niño se siente mal con su aspecto no es por algo que nace de su interior, es un problema que crean los demás”, explica. “Optar por una cirugía plástica es una decisión que debe tomar uno mismo. Podemos planteárnoslo a los 21 años si nuestra voz interior nos dice: ‘Quiero hacerlo porque deseo sentirme mejor conmigo mismo’. Me pregunto si un niño de seis años es capaz de darse cuenta de eso”.

Rachel Bertsche