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ArgenLeaks: la megafiltración con tono rioplatense

Investigación | 360 páginas | Sudamericana | $79|
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Santiago O'Donnell, editor jefe de la sección internacional de Página/12, tenía en sus manos algo muy jugoso: un pen drive que el mismo portavoz de Wikileaks, Julian Assange, le había entregado. El dispositivo contenía 2510 cables que partían de la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires con información de lo más variada: AMIA, Boudou, CFK, Macri, y mucho más.

Después del encuentro con Assange en un castillo, Santiago durmió toda la noche en un hotel londinense con el pen drive encima. Luego, se fue para Buenos Aires, destrabó la encriptación de los archivos, y allí estaba: todo lo que Estados Unidos tuvo para decir sobre la Argentina. En su monitor, y listo para ser publicado.

O'Donnell se tomó el trabajo de seleccionar lo más relevante, sacarse de encima los chismes y quedarse con lo más fuerte. El resultado, su último libro, ArgenLeaks.

Aquí, algunas referencias a los cables más llamativos, la personalidad de Assange e incluso el misterioso encuentro en el castillo inglés. Todo contado por el único periodista que tuvo contacto con el personaje que le dio más de un dolor de cabeza a los Estados Unidos.

Julian Assange (Getty Images)
Julian Assange (Getty Images)

—¿Cómo es Assange? ¿Cómo lo describirías?

—Es un genio de la comunicación: se animó a enfrentar al Pentágono, el Departamento de Estados, y la Cámara de comercio de Estados Unidos armado de una laptop y una buena idea. Parece un poco ermitaño y de humor cambiante, pero tiene cara de buen chico y no necesita levantar la voz para impactar con sus definiciones. Cuando lo conocí fue calido y amable, aunque era difícil mantener una conversación con él, se lo veía muy ocupado.

—¿Cómo fue el encuentro en el castillo? ¿Cómo te trató?

—Assange me preguntó cómo había sido el viaje y si quería tomar algo. Le dije que tomaría lo que estaba tomando él, entonces me ofreció un café. Al rato vino con unas galletitas de limón (estaban bárbaras), y comió algunas conmigo mientras se hacía el café. Después hablamos un poco del impacto de Wikileaks a nivel mundial y del predicamento del soldado Bradley Manning (quien sustrajo los documentos del gobierno de EE.UU. y ahora está preso y acusado de traicionar a su país).

—¿Cómo era el castillo? ¿Cómo te pasó la información?

—Parecía una vieja casona de San Isidro pero con todo más grande: paredes más altas, mesas más largas, ventanales enormes, y los típicos óleos de los antepasados. Me entregaron un pen drive con los documentos y me dieron la clave para abrirlos por un chat encriptado cuando llegara a Buenos Aires.

—¿Cómo trabaja? ¿Cuánta gente trabaja con él?

—Assange trabaja sin horarios, encerrado en su dormitorio con su laptop. Solamente sale para presentarse en la comisaría como parte del régimen de libertad domiciliaria a la que fue sometido por un pedido de captura de la justicia sueca que lo investiga en relación a un presunto delito sexual.

—Los Wikileaks sobre argentina son sólo un 1 por ciento del total. ¿Esto denota la importancia que le da EE.UU. al país?

—Sí, la Argentina no es un país importante parta los Estados Unidos, pero eso no quiere decir que el los cables no produzcan información más que importante e interesante para el público argentino.

—Quizás seas la persona que más cables de Wikileaks leyó en Argentina. ¿Cuál es la importancia de lo que dicen los cables para el país?

—Los cables tienen varias lecturas. Por un lado, cuentan lo que el gobierno de EE.UU. piensa de la Argentina. A mí, como analista internacional, cuando vuelvo de un viaje a EE.UU. mucha gente me pregunta: ¿cómo nos ven los yanquis? Este libro contesta esa pregunta. También muestra a los poderosos en la intimidad de la sede local del país más poderoso del mundo, diciendo cosas que nunca pensaron que el ciudadano normal alguna vez conocería. El libro desnuda a los poderosos, los exponen en situaciones incómodas que nunca pensaron que se conocerían.

—¿Hay cosas trascendentes o son simples apreciaciones de la mirada de EE.UU. sobre el país?

—Hay cosas muy trascendentes como lo que dicen los cables de los medios, y las razones detrás del ocultamiento de determinada información. El libro también ayuda a entender las relaciones de poder en la argentina kirchnerista y la verdadera naturaleza de la relación entre Argentina y EE.UU., que a todas luces es bastante mejor de lo que aparenta.

—¿Algo que te hayas enterado por los cables que te haya sorprendido mucho?

—Que Lanata fue a pedir avisos a la embajada de EE.UU., que Aranda haya dicho que la ley de medios no podía salir, que la embajada diga que Clarín tiene el poder para voltear gobiernos y que necesita que los diarios editen, legitimen y vendan para alcanzar el máximo impacto… y esas son sólo algunas de las cosas que me sorprendieron.

—¿Qué rol cumple Wikileaks en las sociedades democráticas?

—Tiene un rol importante en el derecho a la información porque interpela la selección, edición y recorte que hacen los grandes medios de la realidad, y los negocios que ocultan los políticos y los empresarios. Es una forma totalmente nueva de acceder a la información para el público en general.

—¿Podés explicar cómo se filtran los cables?

—Wikileaks crea un sitio seguro para que los "topos" (reveladores de secretos) puedan hacer conocido su material sin que pueda ser rastreada la persona que se lo robó. Así de simple.

—¿Y qué vacío legal hay ahí? Entre publicación y robo de información.

—Lo que pasa es que Wikileaks es un receptor pasivo de información robada, algo que es habitual en los medios tradicionales. Pensá lo que fue el caso del Washington Post y The New York Times, que publicaron los papeles del pentágono durante la guerra de Vietnam. Esa fue la mega-filtración periodística más importante, hasta la llegada de los Wikileaks.