La novelesca historia del telegrama que definió la suerte de la I Guerra Mundial

La novelesca historia del telegrama que definió la suerte de la I Guerra Mundial

"Nos proponemos empezar una guerra submarina irrestricta a partir del primero de febrero. Trataremos, a pesar de esto, de conservar la neutralidad de los Estados Unidos de América. En el caso de que esto no tuviera éxito, le hacemos a México una propuesta de alianza sobre las bases siguientes: hacer la guerra juntos, hacer la paz juntos, generoso apoyo económico y el entendimiento de nuestra parte de que México ha de recobrar el territorio perdido en Texas, Nuevo México y Arizona. El arreglo de los detalles se lo dejo a usted. Infórmele al Presidente de lo anterior con el mayor secreto tan pronto como el estallido de la guerra con los Estados Unidos de América sea cierto y añada la sugerencia de que debería, de su propia iniciativa, invitar a Japón a adherirse de inmediato a este pacto y que, al mismo tiempo, medie entre el Japón y nosotros. Sírvase llamar la atención del Presidente que el despiadado empleo de nuestros submarinos brinda ahora la posibilidad de obligar a Inglaterra a hacer la paz dentro de pocos meses". Firmado. Zimmermann.

Arthur Zimmermann/Wikimedia Commons
Arthur Zimmermann/Wikimedia Commons

El texto que antecede no es parte de una novela de ficción, sino un auténtico documento histórico que aceleró la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.

Es un telegrama enviado en lenguaje cifrado, en enero de 1917, por el ministro de Relaciones Exteriores del Imperio Alemán, Arthur Zimmermann, a su embajador en México, Heinrich von Eckhardt, y el “Presidente” a quien alude no es otro que Venustiano Carranza que, en esa fecha aún no había sido oficialmente reconocido por el gobierno de Woodrow Wilson.

¿Cómo llegó a conocerse este mensaje y que reacciones tuvo esa propuesta?

En el momento de ser cursado, Estados Unidos, como país neutral en la contienda que se libra en Europa, sigue manteniendo relaciones diplomáticas con Alemania. Como los ingleses han logrado romper en el Atlántico la conexión del cable submarino alemán, el gobierno del Káiser se vale de la embajada de Estados Unidos en Berlín para enviar sus mensajes. Los norteamericanos han puesto como condición, que estas transmisiones se hagan en lenguaje normal (no cifrado) pero, en este caso, acceden a la solicitud de la cancillería alemana que desea enviarle un mensaje secreto a su embajador en Washington.

Los mensajes telegráficos desde la embajada norteamericana en Berlín tienen un par de escalas: una estación reproductora en Copenhague y otra en Land’s End, el punto más occidental de Gran Bretaña, donde los servicios de inteligencia ingleses no dejan que nada pase inadvertido. Es en este punto que el telegrama de Zimmermann es interceptado y posteriormente descifrado, gracias a unos códigos alemanes que habían caído en manos de los ingleses sin que los primeros lo supieran.

La información era preciosa y útil a los países que luchaban contra Alemania para provocar el decisivo ingreso de Estados Unidos en la contienda; pero, ¿cómo enterar al gobierno norteamericano de los planes alemanes sin revelar, al mismo tiempo, que sus transmisiones estaban siendo espiadas y sin que los alemanes se enteraran de que sus códigos de transmisión secretos eran vulnerables?

Los cuatro líderes aliados de la IGM, de izq. a der: el británico David Lloyd George, el iatliano Vittorio Emanuele Orlando, el francés Georges Clemenceau y Woodrow Wilson. REUTERS/U.S. Library of Congress/Handout via Reuters/
Los cuatro líderes aliados de la IGM, de izq. a der: el británico David Lloyd George, el iatliano Vittorio Emanuele Orlando, el francés Georges Clemenceau y Woodrow Wilson. REUTERS/U.S. Library of Congress/Handout via Reuters/

La solución vino después. El embajador alemán en Washington remitió el mismo texto en clave a su homólogo mexicano por el servicio de Western Union, y los ingleses encontraron medios de sobornar a un empleado de la Central de Correos y Telégrafos de México para obtener una copia del mismo. Con gran alivio descubrieron también que la embajada en Washington había retransmitido el mensaje en un código viejo, por suponer tal vez que la embajada alemana en Ciudad México no tenía los códigos de última hora y que extremar esas precauciones era un exceso tratándose de una comunicación entre dos países neutrales (EEUU y México).

Venustiano Carranza/Wikimedia Commons
Venustiano Carranza/Wikimedia Commons

Los ingleses le hicieron llegar luego al presidente Wilson la copia del telegrama aduciendo que habían podido obtenerla mediante la actuación de un espía suyo en México.

El 1 de marzo el texto del telegrama se dio a conocer en Estados Unidos, con la previsible acción adversa de la opinión pública, a lo que contribuyó la prueba que dio el propio Zimmermann de la autenticidad del documento —primero el 3 de marzo y luego en un discurso el 29 del propio mes—, quien dijo aspirar, a pesar de la nueva campaña submarina alemana, a que los norteamericanos mantuvieran su neutralidad. Estados Unidos le declaró la guerra a Alemania el 6 de abril.

México, por su parte, mostró una gran parquedad. El presidente Carranza compartió con un grupo de expertos la propuesta alemana y estos consideraron que era descabellada: México no tenía fuerzas armadas suficientes para entablar una contienda con Estados Unidos y Alemania no tenía medios reales para cumplir su oferta de “generosa ayuda económica” ni de proporcionar armamento, además de que la situación interna del gobierno mexicano distaba de ser estable. En consecuencia, el presidente Carranza declinó la oferta del imperio alemán el 14 de abril, cuando ya EEUU había entrado oficialmente en lo que ahora conocemos por Primera Guerra Mundial.

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