Cuando nuestro cerebro ve monstruos

Efecto visual en caras
Efecto visual en caras

El modo en que percibimos el mundo depende de cómo lo construye nuestra mente. La información que recibimos de la realidad a través de los ojos llega a nuestro cerebro, responsable de analizar y organizar esos datos mostrando el resultado. No obstante, este órgano tan imporante no  cien por cien fiable: tiene fallos y podemos encontrar algunos de ellos en los denominados 'efectos visuales'.  Se trata de errores en la construcción de la realidad que llegan de percepciones inexactas de las distancias, la profundidad, los colores, el movimiento...

Apenas conocemos un puñado de estos 'brain fails', pero los neurocientíficos los están utilizando para descubrir cómo funciona nuestro cerebro... y es que muchas veces se avanza más analizando lo que funciona mal en vez de lo que opera correctamente. A diario se encuentran nuevos efectos visuales y algunos, como el que os mostramos hoy, se descubren por casualidad.

Sean Murphy, un estudiante de post licenciatura, estaba trabajando en el laboratorio con un conjunto de caras para uno de sus experimentos. Alineó un conjunto de caras con sus ojos y comenzó a observarlas. Tras unos segundos, se dio cuenta de que algunos de los rostros comenzaron a parecerle muy deformes y grotescos. Sin embargo al mirar cada una de las caras de manera individual volvía a verlas con su aspecto normal e incluso comprobaba que muchas eran además bastante atractivas.

Murphy recopiló este efecto visual en un video utilizando algunas de estas caras. Solamente tienes que darle al play y fijar tu atención en el punto intermedio que se señala en la imagen. Verás claramente cómo caras, que individualmente son atractivas, se convierten de repente en pequeños monstruítos.

Sean Murphy llamó a este efecto "Flashed face distortion efect" y junto con otros científicos está estudiando sus causas. En principio podemos adelantar que nuestros ojos distorsionan una serie rápida de rostros  cuando no los miramos directamente, siempre y cuando estén a su misma altura. Si alineamos las caras a la altura de los ojos y las presentamos en una sucesión rápida, nuestro cerebro tiende a compararlas y las diferencias entre ambas se vuelven más extremas. En el momento en que una tiene una mandíbula un poco más grande, la percibimos deformada como si se tratase de un monstruo. Si tiene, por otra parte, una nariz mayor, la veremos desproporcionada.

El estudio realizado aún no llega a conclusiones definitivas. No obstante, tanto Murphy como el resto del equipo que lo ha publicado seguirán investigando por qué ocurre y en qué otros supuestos se produce. Estoy seguro de que descubrirán nuevos y sorprendentes casos en los que nuestro cerebro nos engaña.