La seducción del Estado Islámico: ¿Qué lleva a las jovencitas a unirse a los yihadistas?
Aqsa Mahmood era fanática de la banda Coldplay, de las novelas de Harry Potter y de Irn Bru, un refresco escocés. Residente de un afluente suburbio de Glasgow, asistía a una exclusiva escuela para mujeres y soñaba con ser médico o farmacéutica. Su familia jamás imaginó que huyera a Siria en noviembre de 2013, donde se ha convertido en una de las principales reclutadoras del Estado Islámico.
Ahora casada con un yihadista, se hace llamar Umm Layth (Madre de León, en árabe) y opera cuentas en redes sociales que los expertos consideran en parte responsables del reclutamiento de varios jóvenes occidentales para las filas del Estado Islámico (EI).
Aqsa Mahmood warned would-be jihadi brides they must prepare to be widows http://t.co/zFDdLnF3mb pic.twitter.com/cyNpY6FOkk
— The Independent (@Independent) febrero 24, 2015
La reciente desaparición de tres adolescentes londinenses ha sido vinculada a la labor de esta mujer de 20 años, con quien al menos una de ellas sostuvo contacto.
London schoolgirl Shamima Begum, thought to be heading to Syria, used older sister's passport http://t.co/Wu8YTht0ij pic.twitter.com/zUSLeJUmwI
— BBC Breaking News (@BBCBreaking) febrero 23, 2015
Las tres jóvenes - Shamima Begum, de años 15; Kadiza Sultana, de 16; y Amira Abase, de 15, viajaron desde el aeropuerto de Gatwick en Londres a Estambul, Turquía, el 17 de febrero. Se cree que están en Siria y no han respondido a los desesperados ruegos de sus padres para que regresen a casa. El caso, sin embargo, no es aislado; cada día son más frecuentes las historias de “desapariciones” de jóvenes musulmanes que emergen luego en las filas del temido grupo terrorista.
En Canadá, las autoridades buscan a cuatro adolescentes –tres hembras y un varón- que volaron a Turquía a mediados de enero sin avisar a sus padres, y se cree que fueron a unirse a Estado Islámico.
En septiembre, la desaparición de la joven francesa Nora el-Bathy, reclutada por EI, sacudió los medios de prensa del país europeo. También se ha reportado el caso de una madre cubana que busca desesperadamente a su hijito de tres años, secuestrado por el padre y llevado a Siria, donde el hombre murió combatiendo.
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Las estadísticas revelan que a pesar de toda la información que circula en Internet sobre los actos barbáricos del grupo terrorista, este sigue reclutando exitosamente. En una reciente audiencia ante el Congreso de EEUU, Nicholas Rasmussen, director del Centro Nacional de Contraterrorismo, dijo que más de 20.000 combatientes procedentes de más de 90 países, han viajado al campo de batalla para combatir con EI.
Los familiares de las menores británicas desaparecidas les piden que regresen: Shamima Begum y Amira Aba... http://t.co/TcJMcB7XD8 #news
— Claudia Vallejo (@Claudia_Vallejo) febrero 22, 2015
"La velocidad de desplazamiento de combatientes extranjeros a Siria no tiene precedentes", declaró Rasmussen en su testimonio. "Es superior a la tasa de los viajeros que fueron a Afganistán y Pakistán, Irak, Yemen o Somalia en cualquier momento de los últimos 20 años."
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De estos combatientes, se estima que 3.400 provienen de países occidentales, incluyendo a más de 150 de los Estados Unidos. De la cifra total, 550 serían mujeres provenientes de Europa, según un informe del Instituto para Diálogo Estratégico de Londres.
Pero ¿qué puede atraer a los adolescentes al grupo extremista?
Erin Saltman, investigadora del Instituto, afirma que en su propaganda el Estado Islámico se presenta como un movimiento humanitario para crear un califato que ellos describen como una utopía.
Las jovencitas suelen ser presas fáciles, agregó, por su visión romántica del mundo. EI les ofrece un esposo fiel y devoto que las protegerá, y algunas menores de 15 años han tragado el anzuelo.
"Sabemos que parte de la atracción de estas niñas hacia EI es la búsqueda de aventura. Se les dice que ellas forman parte de este trayecto romántico donde serán recibidas por un esposo yihadista que las espera. Para una niña o adolescente esto puede ser algo muy atractivo" señaló Saltman a BBC Mundo.
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Pero también hay un componente ideológico detrás de una decisión tan drástica, advierte una investigación del centro donde trabaja Saltman. “La empatía que sienten esas mujeres con las víctimas musulmanas de la violencia y la complicidad que perciben por parte de los gobiernos de Occidente han sido clave en la decisión de dejar todo y marcharse a buscar una sociedad alternativa", señalan las investigadoras Carolyn Hoyle, Alexandra Bradford y Ross Frenett.
Para muchas mujeres musulmanas, emigrar es un deber hacia la construcción del califato islámico que busca Estado Islámico.
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Al llegar a los territorios controlados por EI reciben un lugar para vivir: si llegan con su marido, se les asigna una casa o si son solteras pasan a vivir en un hostal llamado "haqqar", reciben una renta mensual y comida. Pero la vida allí no les resulta fácil.
"A pesar de la hermandad que nace entre las migrantes en torno a su ideal, caen en la cuenta de que viven en una nación extranjera. Les cuesta hablar el árabe y eso las incomunica con las nativas sirias o iraquíes, que son una gran parte de la población del califato", señala en informe.
Algunas mujeres regresan, y mantienen vínculos con el Estado Islámico, lo que podría constituir una bomba de tiempo para los países donde residen. "Sin embargo, a pesar de que puede ser una amenaza directa contra Occidente, nuestra respuesta debe ser matizada y a la medida de lo que se requiere", advierte el estudio.