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La obsesión americana por los demonios

Como una plaga de langostas, demoníacas legiones se empeñan en anexar Estados Unidos a los dominios del mismísimo Satán. Esa idea, que podría sugerir a algunos incrédulos el argumento de un filme de horror, sustenta desde hace años la campaña de algunas iglesias evangélicas.

Pero la obsesión por los seres sobrenaturales y fenómenos paranormales trasciende en la historia las cruzadas de la nueva derecha cristiana. La vasta geografía estadounidense está salpicada por casas donde residen los espíritus del pasado. La mayoría de los norteamericanos cree en la posibilidad de comunicarse con los habitantes de ultratumba y, de hecho, una prestigiosa institución científica estudia testimonios de estos contactos.

El Diablo desembarca en América

Un sondeo de la empresa encuestadora Public Policy Polling reveló en octubre de 2012 que el 63 por ciento de los norteamericanos entre 18 y 29 años creían en la existencia de demonios capaces de controlar a los seres humanos. Esa proporción supera a la registrada entre personas de mayor edad, lo cual confirma el ascenso de la credulidad en Estados Unidos. En 2007 el Centro de Investigaciones Pew había dado a conocer los resultados de una encuesta según la cual el 68 por ciento de los estadounidenses consideraban que ángeles y demonios actuaban en el mundo. Solo el 14 por ciento se mantenía escéptico.

Según el periodista Bruce Wilson, especialista en temas de religión y política, la creencia en esos seres malévolos se ha arraigado durante décadas, fundamentalmente a través de los sermones de líderes de algunas iglesias evangélicas. Según estos representantes del cristianismo más conservador, la influencia satánica provocó las principales conmociones sociales durante las décadas de 1960 y 1970: el movimiento por los derechos civiles, la oposición a la guerra de Vietnam, la liberación de la mujer y el reclamo de los derechos de la comunidad homosexual.

La evangélica New Apostolic Reformation ha advertido sobre la presencia creciente de demonios en Estados Unidos. Según los líderes de este movimiento –el pastor pentecostal Jack Hayford y el teólogo Peter Wagner, entre otros—las legiones de Satán han caído sobre América y controlan las "siete montañas de la cultura": los medios de comunicación, el gobierno, el sistema educativo, los negocios, el arte y entretenimiento, la familia y la religión. Los apóstoles de esta nueva ofensiva cristiana proponen evangelizar regiones enteras para expulsar a los demonios que poseen el alma de sus habitantes.

Por otra parte, la popularidad de series, programas de televisión y artículos de prensa sensacionalistas, que explotan el misterio detrás de episodios paranormales, contribuyen a la credulidad de los estadounidenses. El financiamiento federal a iniciativas e instituciones religiosas cuyas prédicas se sustentan en la lucha entre las fuerzas del Maligno y los designios de Dios, garantiza también la penetración de ese tema en la vida diaria de muchas familias en el país.

Casas embrujadas

En su Reporte de Casas Embrujadas de 2013, la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios de Estados Unidos (NAR) reveló que el 35 por ciento de las personas encuestadas para el estudio habían convivido con espíritus. Alrededor de la cuarta parte de quienes respondieron al sondeo habían buscado información sobre incidentes macabros antes de decidirse a comprar una propiedad.

Aunque el catálogo de casas habitadas por seres del “más allá” sería infinito en un país tan crédulo, algunas historias resaltan por su dramatismo. La Mansión LaLaurie, en New Orleans, alberga aún las almas en pena de los esclavos torturados por Marie Delphine LaLaurie, una celebridad en la Luisiana de principios del siglo XIX. Sus vicios solo emergieron cuando los vecinos trataron de apagar un incendio en el lugar, el 11 de abril de 1834, y descubrieron a las víctimas en el ático.

En el pueblo más famoso de América por la cacería de brujas, Salem, en Massachusetts, se levanta la casa de Joshua Ward, sobre los cimientos del sitio donde el sheriff George Corwin, “El estrangulador”, atormentó a muchos de los acusados en el proceso. Según las leyendas locales, los espíritus de las víctimas de Corwin vagan desde entonces por el edificio.

Los fantasmas de algunos de los soldados caídos en la famosa batalla de Gettysburg, en la Guerra Civil, se quedaron a vivir en la Casa Farnsworth, en Pennsylvania. Varios inquilinos del inmueble, convertido en una casa de huéspedes, han visto también el espectro de María, una mujer que trabajó como partera.

Los viajes del alma

Pamplinas o no, la existencia de seres inmateriales, la vida ultratumba y otros fenómenos que desafían la razón, abren interrogantes que ni los científicos más serios pueden eludir. Desde 1967 funciona en la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia un centro de investigaciones que explora el universo paranormal: la División de Estudios Perceptuales (DOPS).

Una de las líneas de investigación principales del centro ha sido el testimonio de niños que recuerdan episodios de vidas pasadas. El psiquiatra Jim Tucker suele citar el caso de James Leininger, un norteamericano que a la edad de dos años comenzó a tener pesadillas relacionadas con el piloto James Huston, muerto en Iwo Jima en la Segunda Guerra Mundial. Tras haber analizado más de 2.500 testimonios similares, Tucker y el equipo de DOPS consideran que la conciencia podría ser un ente separado de la realidad física, aunque por el momento solo se trata de una hipótesis.

Si bien una parte de la comunidad científica cuestiona las teorías de DOPS, la mayoría respeta a su fundador, el doctor Ian Stevenson, por el rigor de su metodología.

Los estudios de DOPS recuerdan los experimentos de Thomas Edison, el célebre inventor estadounidense. En la década de 1920 Edison trató de construir un aparato capaz de comunicarnos con los muertos si sus espíritus permanecieran a nuestro alrededor. Lamentablemente, el prototipo y los planos del equipo, si existieron, desaparecieron tras la muerte del padre de la luz eléctrica en 1931.