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El misterio del chico salvaje del bosque

Ray solo tiene unos 17 años, pero la historia de su vida ha desconcertado a todo el mundo. Apareció la semana pasada en el ayuntamiento de Berlín hablando en inglés. Chapurreando un alemán de andar por casa, solo consiguió decir su nombre de pila y explicar que llevaba cinco años viviendo en el bosque con su padre. Ahora su padre había muerto y él se encontraba solo en el mundo.

Su viaje empezó cuando su madre, a la que llama Doreen, murió en un accidente de tráfico. Su padre se lo habría llevado a los Erzgebirgey, los montes Metálicos que separan Alemania de la República Checa, y allí estuvieron viviendo en cabañas y tiendas durante años. No está nada claro cómo pudieron haber subsistido. El caso es que el padre, al que llama Ryan, murió supuestamente hace dos semanas. Según contó el chico, lo enterró bajo unas piedras y emprendió su ruta hacia el norte... Hasta Berlín, a unos 320 kilómetros de distancia.

Las autoridades no tienen más información que su testimonio. Y no saben cuánta credibilidad darle. Es más, la gente que trabaja en el bosque que presuntamente fue el hogar de Ray durante cinco años la ponen seriamente en duda: la zona suele ser frecuentada por excursionistas o cazadores. "Hay demasiada gente para vivir en una tienda de campaña o un agujero en el suelo durante tanto tiempo", aseguran. "Le hubiéramos encontrado"

Rommy Schmidt, que organiza excursiones de una semana a esos bosques para los niños, añade: "Eso sería posible en Canadá, por ejemplo, donde uno podría alimentarse la fauna del bosque con el rifle indicado. Pero en Alemania no hay suficiente fauna ni flora. Sabiendo que vives en un país civilizado, es bastante probable que acabes en un supermercado alguna que otra vez en cinco años. No me lo creo".

Esto es, a menos que el chico hubiera caminado desde el lado checo del monte. De hecho, él afirma que pasó dos semanas caminando en dirección norte, como le pidió su padre antes de morir. Eso situaría su punto de partida en una zona que perdió mucha de su población en la Segunda Guerra mundial. "Ahí es más posible vivir sin ser visto. Es una posibilidad pequeña, pero existe", remachan los trabajadores del bosque.

"Un adolescente normal"

Ha sido interrogado durante diez días por psicólogos, agentes y expertos lingüistas que no han podido llegar a ninguna conclusión. Quizá la mayor pista sea la que tienen ahora mismo delante: ver cómo interactúa el niño con el resto del mundo que había olvidado. En el centro en el que ha pasado los primeros días le tildan de "adolescente normal"; dicen que se ha adaptado con muchísima rapidez a su nueva y civilizada vida y que la convivencia con los demás jóvenes no le da ningún problema.

"Ha habido algún momento en el que se le veía incómodo, pero por lo general se le veía a gusto", explica la directora, Berte Kohn, mientras añade que habla poco con los demás porque únicamente sabe unas palabras de alemán (y los demás no hablan inglés),  "Pero no nos ha dado ningún problema", afirma Kohn: "Se le ve feliz de estar bajo techo, de dormir en una cama cómoda y de ducharse habitualmente; hasta ahora se ha mezclado con los demás como un adolescente normal; eso sí, habla poco".

Visto en The Telegraph / The Independent