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¿Por qué nos interesa colonizar Marte?

La carrera por la colonización del espacio ha comenzado. Y no se trata de un capítulo del filme Star Wars, sino de una urgencia económica que nos empujará a la conquista del sistema solar en las próximas décadas. Gobiernos y empresas privadas inyectan cada vez más dinero al sector aeroespacial, para desarrollar las tecnologías que un día nos permitirán vivir y explotar Marte, la Luna, los asteroides…

¿Qué podemos encontrar en el planeta de los temidos marcianos o en el cercano satélite? Montones de energía y recursos minerales que alimentarán las industrias y sostendrán la vida en la Tierra. Pero aprovecharlos no será una tarea tan sencilla. De hecho, los científicos aún deben esclarecer inmensas zonas de incertidumbre sobre las condiciones naturales de esos cuerpos celestes. Los conflictos legales sobre la propiedad de los recursos extraterrestres también podrían obstaculizar su explotación.

24 colonos fundan Ciudad Marte

La invasión marciana prevista por H. G. Wells en la “Guerra de los mundos” nunca sucedió. Ante la apatía –o, en rigor, la inexistencia—de nuestros vecinos del cuarto planeta del Sistema Solar, se espera que la colonización terrícola comience en el segundo cuarto de este siglo.

La empresa holandesa Mars One ha lanzado un proyecto para enviar el primer grupo de habitantes humanos en 2025. Según la convocatoria, que recibió la entusiasta acogida de unos 200.000 voluntarios, los 24 elegidos deberán subsistir a partir de los alimentos, el oxígeno y el agua que sean capaces de producir en el planeta rojo. Será un viaje sin promesa de retorno, si la iniciativa reúne los 6.000 millones de dólares necesarios para su despegue.

Al margen de este proyecto que no pocos consideran desatinado, la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) selló recientemente un acuerdo con la empresa Caterpillar, con el objetivo de desarrollar tecnologías de perforación y minería que se usarían en yacimientos en Marte, reportó International Business Times.

La NASA ha mostrado particular interés en poner la experiencia de Caterpillar en función de la llamada Utilización de Recursos In Situ (ISRU), o sea, el uso de esos recursos en la subsistencia y el desarrollo de misiones espaciales, sin que estas dependan del abastecimiento proveniente de la Tierra. La extracción del agua que permanece congelada en los polos de Marte garantizaría, por ejemplo, el oxígeno y el combustible necesarios para sobrevivir en el intervalo de los viajes desde nuestro planeta, estimado entre 150 y 300 días. EEUU no ha considerado el envío de misiones tripuladas a Marte antes de 2035.

Maldito polvo

Uno de los mayores obstáculos para nuestra expansión en el espacio, al menos en la Luna y Marte, es el polvo o regolito. Esas diminutas partículas que ocupan la pantalla de nuestros ordenadores, la superficie de los muebles, la carrocería de los automóviles… actúan de una manera caprichosa y potencialmente letal en el mundo extraterrestre.

Los científicos que estudian la física granular –o del polvo, en lenguaje familiar—han descubierto que esta materia puede comportarse como un líquido, un sólido o un gas, en dependencia de las fuerzas presentes. ¿Qué sucede entonces cuando una capa de hasta 10 metros de regolito cubre la superficie de un cuerpo celeste? El caos.

Las tormentas de arena marciana pueden dañar seriamente cualquier equipo concebido hasta hoy por los humanos. En estas condiciones las partículas golpean a más de 100 kilómetros por hora, dificultan la obtención de energía solar e incrementan la temperatura.

Por otra parte, la maquinaria pesada imprescindible en operaciones de minería podría hundirse en un suelo cuyas características aún se desconocen en detalle. No obstante, la experiencia del Curiosity, que pesa cerca de una tonelada, servirá seguramente para diseñar equipos capaces de desplazarse en Marte.

Luna llena de energía

La carrera por los recursos extraterrestres marcha a la par de las investigaciones científicas. A la cabeza de ese afán por explotar los yacimientos minerales de la Luna, Marte y los asteroides avanza China. El país asiático envió en diciembre pasado su primer vehículo al satélite de la Tierra. Solo EEUU y la Unión Soviética habían conseguido antes semejante hazaña.

El “Conejo de Jade” explorará la superficie lunar, acompañado desde 2017 por otra misión que intentará regresar con muestras de suelo. Beijing ha anunciado un largo programa de prospección de la Luna, que aspira a descubrir yacimientos minerales y, en especial, explotar el helio-3, un elemento químico que podría satisfacer las necesidades energéticas de la civilización humana durante siglos.

Según el Tratado del Espacio Exterior, firmado en 1967 por el Reino Unido, la Unión Soviética y Estados Unidos, ningún país puede reclamar propiedad exclusiva sobre ningún cuerpo celeste. No obstante, el convenio abre las puertas a la libre exploración y uso de los recursos, siempre que estas actividades apunten a fines pacíficos.

Aunque ese acuerdo cuenta con el respaldo explícito de la mayor parte de los países, sus regulaciones podrían quedar obsoletas cuando varios países posean la tecnología para enviar misiones, establecer bases e iniciar la explotación comercial del subsuelo marciano, lunar o de otro territorio extraterrestre. ¿Qué ocurrirá cuando dos naciones reclamen el derecho a aprovechar los mismos yacimientos? ¿Viviremos entonces una versión real de Star Wars? 

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